Capítulo V

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- En cierto modo, es mi medio hermano -repuso Nick, encogiéndose de hombros.

-¿En cierto modo? -preguntó el hombre, con una media sonrisa. -Nacido en el lado malo de la cama, ¿no?

Aria se puso tensa. Nick se apresuró a responder.

-Sí, pero no nos gusta hablar de eso.

El otro hombre asintió con la cabeza. Era tan enorme como un roble; su cuello era tan ancho como el muslo de Nick.

-Hermano o no hermano, el chico es un ladrón -dijo, y como para dar mayor énfasis a sus palabras, dio un amenazador paso hacia delante.

George, alterado por el sonido de las botas del hombre sobre los adoquines, se volvió inmediatamente y alzó las orejas con curiosidad.

El hombre se detuvo de golpe, con una mirada de cautela en el rostro.

-Eh, tranquilo. No me gusta el aspecto de ese animal. No muerde, ¿verdad?

Nick lanzó una mirada al enorme perro. Un verdadero perro en estado de alerta habría mostrado los dientes e inclinado las orejas hacia atrás para rechazar a cualquier atacante, pero George no era un verdadero perro. Era un animal gigantesco y sobrealimentado, más parecido a una almohada con patas que a un perro protector.

Pero los dos hombres que intentaban atrapar a Aria no lo sabían. Lo único que veían era un animal monstruoso con una enorme cabeza y grandes mandíbulas llenas de brillantes dientes.

Nick contuvo una sonrisa mientras contestaba al hombre.

-Yo que tú no haría movimientos bruscos.

Al oír la voz de Nick, George se volvió hacia él. El perro lo reconoció al instante y trotó a su encuentro, meneando la cola perezosamente.

El tabernero miró al perro con desconfianza.

-Eh, llámalo.

Nick abrió la boca para contestar, pero antes de que pudiera hablar, George se acercó tranquilamente hasta él y se tumbó formando un gran charco peludo sobre las botas de Nick, haciéndole casi perder el equilibrio.

-Mira eso -resopló el hombre pelirrojo. -Ese perro no le ladraría ni a una sombra.

-Perro estúpido -murmuró Nick para sí mismo. Levantando la punta de las botas, intentó que George se moviera, pero sólo consiguió que el perro gruñera. ¿Por qué no podía tener Aria un perro de verdad?, ¿uno que la protegiera? Miró a George y se le ocurrió una idea.

-Hagas lo que hagas, no te muevas -dijo en voz baja mirando al tabernero.

-¿Por qué no? -preguntó éste frunciendo el ceño.

-Porque siempre se tumba antes de atacar.

-¡No! -El tabernero miró inseguro a George. -No puedo imaginarme que...

George alzó la cabeza y miró al tabernero. La lengua se le salió de la boca y pequeñas burbujas blancas de saliva cayeron de la punta y formaron un charquito. El sonido de su jadeo resonaba en el aire.

El pelirrojo se movió y lanzó una inquieta mirada a Nick.

-Oye, amigo, ¿crees que este perro está rabioso?

-Dios nos ayude, espero que no -respondió el otro hombre, retrocediendo temeroso.

-No lo sé -dijo Nick pensativo. -Nunca lo había visto sacar espuma por la boca hasta ahora.

Nick captó la mirada de Aria. Esta intentaba aguantarse la risa. El frunció el ceño en señal de advertencia.

-¿Capitán? -dijo Lucas en voz baja, con los ojos pegados al perro. -¿Voy corriendo a buscar las pistolas?

Aria y el pirata [Nick Robinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora