Capítulo XV

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—¿Cómo sabéis que  yo...?  —Recordó  despertarse  y  encontrar el estofado  de  cordero  en su camarote. —Vos me trajisteis la cena.

—Y  un  farol.  —Nick se  inclinó  sobre  la baranda  junto  a  ella; Aria sintió  su  cálido  muslo contra el suyo. —Estabais manteniendo una amena charla con vos misma.

Desesperadamente, Aria intentó  recordar  lo  que  había soñado,  pero  lo  único  que  le  vino  a  la memoria fue una confusión de imágenes y sonidos, la mayoría de ellos relacionados con Alex.

—Sólo hablo sola cuando no hay humanos razonables cerca.

—Yo soy razonable. Podéis hablar conmigo. —Le sonrió. El barco  escogió  ese  momento  para  escorar  hacia  un  lado, y Aria perdió  el  equilibrio.

Nick la agarró antes de que se cayera y la estabilizó contra sí. Aria miró  a  los  ojos azules de  Nick, y  se  quedó  sin respiración. 

¡Cielos, qué  alto  era! 

Ella se apartó, y él la soltó inmediatamente.

—Gracias. No estoy acostumbrada al balanceo de los barcos—dijo, temblorosa. La mirada de Nick fue de los ojos de Aria a su boca.

—Tenéis frío —dijo, al notar el temblor de la joven. Se sacó  la  chaqueta  y  se  la  colocó  por  encima de  los  hombros. Al  hacerlo, las  manos de Nick rozaron el cuello de Aria.

En ese  instante, algo  sucedió:  el aire  se  hizo  más  espeso, las  imágenes  y  los sonidos a  su alrededor se  fundieron  y  de  lo  único  de  lo  que Aria fue  consciente  era de  que  estaba  junto  a Nick, con  sus  cuerpos separados  sólo  por  el grosor de las  ropas.

Se le  hizo  un  nudo  en  el estómago  y  se sintió  como  si  nunca  más  fuera a  ser  capaz  de  volver  a respirar.

Los labios de Nick se acercaron a los suyos, separados sólo por un suspiro.

—Nick—susurró, cerrando los ojos y esperando.

Pero  tan  repentinamente  como  la  había agarrado, Nick se  echó  hacia  atrás,  con  un  movimiento tan brusco  que  ella  se  fue  contra la  baranda.

Durante  un  momento,  ninguno  habló, pero  se quedaron mirando, conteniendo la respiración.

—Aria, yo... —Nick se pasó la mano por la cara. —No quise hacer eso.

Ya  era  malo  que  se  hubiera  apartado,  pero  disculparse  como  si  hubiera  hecho  algo  incorrecto... Ella  se  inclinó  y  apoyó  la frente  en el pecho  del joven,  negándose  a  mirarle. 

La chaqueta olía  a  sal, viento y océano.

Y a Nick.

Aria respiró hondo, inhalando el olor. No sabía lo  que  acababa de  pasar;  quizás  él se  hubiera  dado  cuenta  de  lo  joven que  era  ella.  De que  no  se  parecía en  nada  a las  mujeres  con  las que  trataba  normalmente. Seguro  que  ellas serían mayores y con más experiencia, y probablemente más interesantes.

Por  primera  vez en  su vida, Aria se  percató  de  la  poca experiencia que  tenía.

Su  vida en  High Hall  le  había parecido  llena  y  ajetreada,  pero  comparada con  la  vida de  Nick  resultaba sosa y aburrida. Nick puso sus manos sobre las de la muchacha y la apartó suavemente.

—Aria,  por favor, no  me  mires  así.  —La tuteó.  —Lo  lamento.  No  debería  haber  intentado... No volverá a pasar. Tienes mi palabra.

Aria y el pirata [Nick Robinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora