MARATÓN NAVIDEÑA 3/8
El mar estaba en calma. Totalmente inmóvil, como un manto de tinta negra extendido bajo la fría luna. Un gélido viento hinchaba las velas del barco pirata, pero no levantaba ni una blanca cresta sobre el agua lisa y brillante. Nick sabía que debería sentir frío, porque su aliento formaba pequeñas nubes blancas, pero tenía calor.
En la distancia, se vio una explosión de fuego rojo, y el Princesa de los Mares se bamboleó mientras el disparo de cañón se apagaba. A su lado, Aria se sobresaltó y luego gritó. Más que verlo, sintió cómo el pirata abordaba el barco; sintió cómo apuntaba a Aria con una pistola.
Nick se volvió para prevenirla, pero la pistola fue más rápida. Salió fuego del cañón del arma, y Aria se tambaleó. La roja melena le azotó el pálido y atónito rostro, y una mancha roja manchó su blanca camisa.
Ella le miró mientras se desplomaba sobre el suelo, con lágrimas cayéndole por las mejillas.
Nick llegó hasta ella y la tomó en brazos. Miró a los ojos de la muchacha y vio confusión y tristeza... y amor. Amor... por él. La idea lo dejó perplejo. ¿Cómo podía Aria, destinada a ser la esposa de algún hombre acaudalado y próspero, amarle a él?
Tenía que decírselo. Tenía que decirle que él también la amaba. Pero cuando se dispuso a hacerlo, ella suspiró y sus párpados cayeron sobre sus verdes ojos.
La había perdido. Su vida robada por el estruendo de un disparo. Nick sujetó el cuerpo sin vida mientras una furia, profunda y amarga, le llenaba corazón. Se puso en pie, sacando las pistolas del cinturón. Se volvió y corrió hacia el sonriente pirata. Pero cuando vio el rostro del hombre, se dio cuenta de que no era un pirata, sino su propio padre, con una humeante pistola aún en la mano.
La sonrisa irónica del pirata se transformó en tristeza. «Lo lamento, hijo.»
Nick alzó la pistola y apuntó. «Yo también. Apretó el gatillo y....
—¿Capitán? —La voz de Smythe interrumpió el sueño de Nick. —¿Estás despierto? Te estás sacudiendo como si el mismo diablo te persiguiera.
Nick parpadeó aturdido bajo el chorro de luz que iluminaba el camarote, la pesadilla aún estaba fresca en su memoria.
Smythe estaba al pie de la litera, con una expresión preocupada en el rostro y una jarra en la mano.
—Little me ha enviado a traerte esto. Me ha explicado que le dijiste que no podías dormir. Supongo que te oyó mal.
—No. No he podido dormir en toda la noche, pero ahora... —Nick se incorporó y sacó los pies de la litera. —¿Qué hora es?
—Las seis de la tarde.
—¿La tarde? —Nick se puso en pie. —¡El barco! Iba a...
—¡Calma, calma! No te pongas nervioso, capitán. Esta mañana he entrado a verte y he encontrado la carta sobre la mesa.
Nick se frotó el rostro con la mano.
—No te oí entrar.
—¡Claro que no! Hice menos ruido que un ratón. Te hubiera despertado, pero dormías como un bebé y pensé que sería un pecado molestarte.
—¿Has variado el rumbo?
—Como tú querías.
Nick consiguió sonreír.
—La próxima vez, que no te dé reparo despertarme.
—Necesitabas descansar, capitán. Todos estamos cansados de hacer doble guardia. —Smythe inclinó la cabeza hacia un lado. —Pero, por tu aspecto, dormir no te va tan bien como antes. Estabas revolviéndote mucho.
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Aria y el pirata [Nick Robinson]
RomanceHubo un tiempo en que por amor se emprendían aventuras: El momento de las heroínas de corazón joven, que se enamoran por primera vez con ilusión y valentía, persiguiendo la felicidad en emocionantes historias.