Capítulo XLIII

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-¿Nick? -replicó Aria. -¿Y yo qué?

La sonrisa de Alex se abrió paso como una puesta de sol al mirar cariñosamente a su hermana.

- También sabía que vendrías. Pero no sabía que ibas a traerle a él. -Hizo un gesto hacia George, que olisqueaba un rincón de la habitación ruidosamente.

-No me permitió dejarlo -repuso Aria.

-Un poco de comida y sueño, y estará como unas pascuas -dijo Crawford casi amablemente, acercándose a Nick.

Nick no podía creer que Crawford hubiera planeado el rapto. Pero si él no, ¿quién?

-Tenemos que marcharnos -dijo, cuadrando los hombros.

-¿Tenéis prisa por marcharos? -gruñó Lila. Se acomodó en la silla, con el vestido torcido sobre su grueso cuerpo, y el escote excesivamente bajo. -Creéis que sois demasiado buenos para nosotros, ¿no?

-Para, Lila - dijo Crawford, con una sonrisa abochornada. -Deja al caballero en paz.

-No voy a dejar a nadie en paz hasta que tengamos nuestro dinero. -Se inclinó hacia delante, con los fríos ojos clavados en Nick.

Aria le entregó la bolsa con el oro. En segundos, Lila lo había derramado sobre la mesa y estaba haciendo montones con las monedas. Pasados unos momentos, sonrió, mostrando dos dientes negros.

-Está todo aquí, Mick. Las cincuenta monedas.

Crawford se frotó las manos.

-¡Ya ves! Podéis llevaros a vuestro hermano, señorita, y marcharos.

Lila devolvió las monedas a la bolsa y la ató.

Nick miró a Aria. Ésta se pasó un brazo de Alex por el cuello mientras que Nick lo sujetaba por el otro, y le ayudaron a ir hacia la puerta. George los siguió inmediatamente.

Salieron de la habitación a toda prisa y bajaron las escaleras tan rápido como pudieron. Mientras ayudaban a Alex a cruzar el bar, no vieron al flacucho tabernero por ningún lado. Aria agarró a Alex con más fuerza. Éste se tambaleaba, intentando apresurarse, pero se encontraba tan débil que sólo podía arrastrar los pies, un lento paso tras otro.

-Agárrate -ordenó Aria.

-Me estoy agarrando -protestó Alex. Le lanzó una mirada de curiosidad. -¿Desde cuándo te has vuelto tan mandona? Me sorprende que Nick te haya dejado ir en su barco.

Aria había pensado que nunca volvería a oír la burlona voz de su hermano. Lágrimas inesperadas le llenaron los ojos.

-No malgastes tus fuerzas. Me podrás atormentar todo lo que quieras cuando estés bien.

Alex sonrió débilmente, y juntos se encaminaron hacia la salida.

Casi habían llegado a la puerta, cuando ésta se abrió de golpe. Una garbosa figura apareció en el umbral. Aria ahogó un grito al reconocer al hombre.

Era DeGardineau. Y en la mano tenía una brillante pistola.

***
Capítulo mega corto, lo se, pero quedan exactamente 4 capítulos, tomen este como un mini adelanto de lo que se viene. Los iré subiendo a partir de mañana uno por día. Espero de corazón que disfruten de esto tanto como yo, con amor 💓

Aria y el pirata [Nick Robinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora