Capítulo IX

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Aria casi no podía tragar, pero consiguió murmurar con voz grave: 

—¿Lo... lo haréis?

—Sí  —respondió  sobriamente.  —Pero  sólo  con  la  condición  de  que  hagáis lo  que  yo  os diga. No puedo rescatar a Alex si tengo que preocuparme por vos.

—Yo también quiero ayudar.

—Me  podéis ayudar quedándoos a  bordo  del  barco  cuando  lleguemos a  Savannah. Aria, ¿podéis al menos prometerme que lo haréis?

Ella  jugueteó  con  el  borde  del sombrero, que  estaba en  la mesa  frente  a  sí.  Pasado  un  momento, negó con la cabeza, soltándose aún más mechones de pelo.

—No os puedo prometer eso y vos lo sabéis.

Nick  percibió  su  determinación, incluso  por  su postura.

Aquélla no  era la Aria Markham  que él conocía,  si  bien  era cierto  que  nunca la  había conocido  bien. Había pensado  que  era una muchacha  mimada y  protegida, más interesada en  el  número  de  cintas  que  llevaba en  el pelo  que en cualquier  otra  cosa. 

Se  había equivocado.

Aria Markham  amaba a  su hermano profundamente  y  era  evidente  que  caminaría  sobre  ascuas para  salvarle  la  vida,  con  la ayuda de Nick  o  sin ella.

Cerró  los  ojos  y  se  preguntó  qué  desgraciado  destino  había forzado  aquella situación. No  tenía elección. Suspiró profundamente.

—Muy bien. Podéis venir. Ya discutiremos cómo actuar en Savannah cuando lleguemos a puerto.

Entonces, ella sonrió mostrando un brillante destello de sus blancos dientes.

—¡Gracias!

—Agradecédmelo  cuando  tengamos a Alex sano  y  salvo. Supongo  que  deberíamos escribir una nota a vuestro tío y hacerle saber que estáis a salvo.

—Preferiría no hacerlo —respondió Aria, apretando en la mano la cinta del sombrero.

—¿Por qué no?

—Podría intentar detenernos, ya que piensa que pagar el rescate es una locura.

—Y  entiendo  por qué. Aria,  existen  bastantes  posibilidades  de  que  esa  gente  no  tenga a Alex y sólo estén intentado engañaros.

Aria dejó  de  juguetear con  el sombrero  el  tiempo  suficiente  para  encontrarse  con  la  mirada de Nick, que revelaba una clara preocupación.

—Lo sé. Es...  estoy  preparada para enfrentarme  a  ello  si descubrimos  que  es  cierto. Pero  debemos intentarlo.

Nick  asintió  pensativo. Había algo  que  no  cuadraba.

Nick  no  estaba seguro  de  lo  que  era, pero  ya lo  descubriría. 
Se  preguntó  durante  un  instante  si quizás el  tío  de Aria tendría  otras razones  para  no  querer  entregar el  oro  a  los raptores,  pero  después  de  recapacitar un  momento, apartó  la  idea  de  su  mente. Si alguien  salía beneficiado  con  la  muerte  de Alex  era Aria,  no su tío.

Mientras  tanto,  Nick  tenía mucho  que  hacer  si  querían  partir  para  Savannah  con  la marea. Debía avisar  a  su  madre  de  que  tendría  que  retrasar  la  visita.  Y  tenía  que  enviar  una carta  a  la Compañía de  Té  de  las Indias Orientales  para  informar  de  que  llegaría  tarde  a  recoger  el cargamento.

Aria y el pirata [Nick Robinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora