Durante los siguientes tres días la guerra continuó de la misma forma. Poco a poco las tropas se iban acercando a Kumogakure. Parecía algo imparable ya. La moral estaba por las nubes.
Aquella noche estaban descansando, ya seguirían por la mañana. Habían montado un campamento improvisado y estaban tratando de recuperar todas las fuerzas posibles. Naruto estaba sentado con Satoshi, Shikamaru y Sai. Como casi siempre.
- Señor… - Dijo un hombre entrando en la tienda.
- ¿Si? – Preguntó Naruto mirándole.
- Ha llegado una carta para usted… pero no tiene ningún sello. – Dijo mirándole.
- Dámela… - Dijo Naruto extendiendo la mano y cogiéndola.Bajo la atenta mirada de Satoshi, Shikamaru y Sai empezó a leerla mentalmente. Estaban los chicos con el ansia de saber que había escrita en ella. Por un momento vieron como Naruto desencajaba su rostro, aunque lo disimuló rápidamente.
- Bueno, veo que ya está todo hablado. – Dijo Naruto mirándoles. – Id a dormir y descansar para mañana.
- Esta… bien… - Dijo Shikamaru muy receloso, pero quería respetar su intimidad y sus órdenes.Los tres salieron de la tienda de Naruto. En cuanto lo hicieron, el rubio prácticamente destrozó uno de los pocos muebles que tenia de un puñetazo. Luego cogió de nueva la carta y la leyó por segunda vez.
“Querido Naruto, de la Casa Namikaze, Señor de Soragakure y Guardián del Norte,
Me gustaría aprovechar esta carta para informarte de un pequeño malentendido que hubo entre los dos. En realidad tu padre, Minato Namikaze, nunca fue asesinado ni ejecutado. Es prisionero en una de las celdas de nuestra prisión.
Como este malentendido ha provocado esta batalla me gustaría expresarte que si continuas avanzando hacia Kumogakure me veré obligado a ordenar su verdadera y definitiva ejecución pública.
Saludos cordiales, Madara, de la Casa Uchiha, Señor de Kumogakure y Guardián del Este.”
Naruto destrozó aquella carta en decenas de pedazos y después de dejo caer en su cama muerto por la rabia. Ahora tenía que decidir, continuar la invasión sobre las tierras del Este o la vida de su padre.
-------------------------------------------------------------------------------------------------------- Al Día Siguiente
Naruto no sabía todavía que decidir. Así que ni avanzó ni se retiró. Se quedaron en su posición soportando el acosador ataque de los Uchiha día tras día. Además Naruto ya no tenía aquellas ideas estratégicas brillantes con las que aprovechaba cualquier punto débil.
Las tropas de los Namikaze estaban empezando a sufrir más bajas que la de los Uchiha por primera vez. Aquella situación se extendió un par de días. De hecho los Uchiha estaban destinando más tropas al flanco con los Senju haciendo que también estuviesen remontando ambas batallas a la vez.
El consejo de Naruto le pidió que siguiesen avanzando como hasta ahora. Naruto se limitaba a decir que no lo veía claro. Se estaba odiando a si mismo por su nula capacidad de decisión en esta situación.
--------------------------------------------------------------------------------------- En la Prisión de Kumogakure
Aquel día Madara había ido a visitar a su prisionero favorito. Aquel al que capturase hace unas semanas. Tras capturar vivo a Minato era obvio que no lo mataría. Lo que todavía le sorprendía era que sus enemigos lo hubiesen creído.
- Tu hijo al final no ha resultado ser tan valiente… estamos aplastando vuestras tropas. Es como atacar a alguien que se ha quedado quieto esperando la muerte. – Dijo Madara muy feliz.
- ¡¡Eres un maldito cobarde!! – Gritó Minato levantándose con toda su fuerza, por fortuna la herida que le habían provocado en la pierna estaba ya casi curada.
- El valor… y el honor no importar. Solo importar vencer. – Dijo muy decidido mirándole.
- ¡¡Olvidas que tu vida estuvo en mis manos hace veinte años!! Debería haberte matando maldito bastardo.
- Ese… fue el día en el que perdisteis la verdadera guerra. – Dijo Madara muy feliz.
- Juro… que te mataré… - Dijo Minato cayendo de rodillas.
- Cuando acabe con todos los soldados del norte te llevaré a Soragakure… después te ejecutaré delante de tu esposa y de los dos hijos que te queden con vida… y luego a ellos se los dejare a mis tropas, que hagan lo que quieran. – Dijo Madara marchándose de la prisión.