21. James no es tan malo como pensaba

330 13 0
                                    

Capitulo 21

-Ian...Ian...nosotros no...nunca creí que...no quiero lastimarte pero...

Frustrada miro mi rostro en el espejo del baño todo empeñado por el vapor de agua y unas ganas tremendas de que la tierra me tragase se apoderaron de mí.

-Lorianne está... es mi amiga y yo... necesitas a alguien mejor...

¿A quién quiero engañar?

Nadie me creería, ni yo me creo a mí misma. No importa que le diga, lo voy a lastimar igual por haberlo ilusionado, por haberme acercado tanto a él, por haberlo besado cuando apenas nos conocíamos.

Soy muy nueva en esto y no saber cómo actuar en estas situaciones me estresa.

Salgo del baño y me pongo el conjunto de ropa que había elegido anteriormente y lo apoyé en la cama prolijamente para que me resultara más fácil ponérmela. Elegí unos jeans azules rotos con unos zapatos blancos sencillos y cómodos junto con una remera blanca con rayas azules holgada y simple. Supe que Heather no iba a poder ayudarme a vestirme porque tenía algo que hacer entonces tuve que no solo decidir que ponerme sino que ya estoy mentalizada para ponérmela yo sola.

Dos semanas pasaron desde que salí del hospital y todos me aconsejaban que me quedara en cama, descansa y recuperándome, que no era necesario que vaya al colegio todavía...pero no quiero seguir acostada en mi cama como una indefensa e inútil persona. Quiero vivir.

Me pongo enfrente del espejo. Solo me faltan las zapatillas, el corpiño y la remera. Intento con mucho esfuerzo abrochar mi corpiño pero no logro alcanzar el ganchito para abrocharlo y cada vez que abrochaba uno se escapaba el otro, es frustrante. Cada movimiento que hacía era cada vez más doloroso, pero intento bancármela, intento poder recuperarme pero siguiendo con mi vida. Tantos intentos para ponerme el corpiño hicieron que el toroso me doliese mucho y me provocó un cansancio físico importante y preocupante.

Necesito a Heather.

Cuando creí que mi oportunidad de volver al colegio se había evaporado, escucho como alguien golpea la puerta.

-Adelante-grito mientras intento nuevamente abrocharme el corpiño.

James asoma su cabeza por la puerta y escucho como una risa se escapa por sus labios al verme en tal desesperante situación.

-Puedes sobrevivir ante una bala pero no a un corpiño-dice divertido.

-Los corpiños son peores, créeme. Vos lo decís porque no tenes que luchar contra ellos todos los días.

Se acerca a mí lentamente y se para detrás de mí. En el espejo de cuerpo completo se reflejan nuestras figuras a la perfección. James tenía unos pantalones sueltos y una remera simpe algo vieja y estirada con el pelo despeinado y se ven como pequeñas gotas chorrean por este. Me toca los hombros y sus manos se deslizan para abajo recorriendo mis brazos.

James ya me había visto casi desnuda, muchas veces, cuando tenía que sacarme la ropa para dormir o para vestirme al día siguiente, aunque no intentaba de hacerlo sola como para no ponerlo en esa incómoda situación...pero ahora que lo digo, la que está en una incómoda situación soy yo. Tantas veces y todavía no me pude acostumbrar a su tacto en mi piel desnuda y a sus claros ojos observando cada parte de mi cuerpo. Contacto físico de este tipo hace que me den malos recuerdos del orfanato, recuerdos que prefiero esconderlos en lo más profundo de mi cerebro.

Sus cálidas manos recorren mi espalda y agarran las dos partes del corpiño y me lo abrocha fácilmente.

-¿Te ayudo con la remera?-pregunta sin despegar su vista ni sus manos de mi espalda.

Mi Papa es un pendejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora