v e i n t i s i e t e • (x)

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No digo nada!AU, 1.2k

Xilófono
Instrumento musical de percusión.
Cada lámina se afina según un tono
específico (nota musical) de la escala cromátida↩

Los pies raspan el asfalto, desnudos, huesudos, fríos. Gélido se siente mientras le recibe la vista de la colina empinada, pero la casa no se divisa todavía. Jongin sigue caminando. No lleva ningún tipo de abrigo más que su pijama de cuadros, Jongin no recuerda nunca haber comprado esa pijama, mucho menos ponérsela pero en la inconsciencia camina con ella a cuestas en la colina, a penas y se ve la punta de la casa pero todavía no ha llegado por ello sigue caminando.

Sus ojos están abiertos mientras su camino se decora de luces, casas, y el ladrido de los perros que no se atreven a morderle, porque en la razón, Jongin los ha sacado a pasear más de lo que sale con sus amigos, pero sigue caminando, ahora está un poco más cerca.

Sonambulismo le llaman, su mente se transporta a otro lugar mientras su cerebro pierde control absoluto sobre el resto de sus extremidades, lo único que predomina en Jongin es un objetivo, el único sonido que ahora parece más y más certero resonando con ímpetu en sus dos oídos, es el sonido que produce el golpe de las baquetas al xilófono. Es como una lira pero de madera, y es lo único que sabe; su sonido es similar a la música de las cajitas que tienen espejos y bailarinas pero el lugar de donde se origina el sonido no es una cajita musical, es una gran casa con ventanas viejas, cerrojos dañados, un patrimonio cultural, y dentro no hay una bailarina, dentro hay algo más.

Alguien más.

Los pies desnudos y morados de Jongin dan con la entrada de la casa, unos silbidos más del xilófono y la puerta se abre dejando paso a la gran oscuridad que arropa infinitamente cada rincón de ese viejo lugar. Jongin en la inconsciencia no tiene miedo, algo en su cabeza le grita seguridad y que la oscuridad sólo es un decoro de la casa, un decoro y nada más. «Para alejar a los malos»

La enorme y casi interminable escalera de caracol se irgue frente a la nublosa vista del sonámbulo. Se detiene admirando el color y la textura, cómo su forma crea ilusiones ópticas, cómo hay tantos ojos mirándole de todos los lugares, voces apaciguando por debajo del sonido del xilófono, un sonido que resuena con denuedo como un poderoso llamado de quien lo está esperando. A pesar de que las pisadas del xilófono no tienen letra y son sólo melodías vacías, Jongin es capaz de encontrar palabras, frases, siseos quedos en medio de la entonación.

«Apresúrate, te estoy esperando, no tardes»

Jongin sonríe con los ojos vueltos pozos negros, una laguna profunda y oscura sin reflejo lunar, sin estrellas, y nada más que un pozo de agua que se viste del reflejo de la misma noche.

Las escaleras que lucen interminables, no son más que espejismos para los incrédulos, porque en menos de un segundo ha cruzado cada escalón, y en un respiro que sale con vaho (haciendo figuras abstractas en el aire) ya está en la habitación principal de la casa, y Jongin está tan atraído por la melodía del xilófono, por su intérprete que no repara que esa casa lleva más de dos siglos abandonada, que la figura que lo recibe entre silbidos musicales es el último de una familia que fue ajusticiada en esa misma habitación.

El interprete incluido.

—Kyungsoo hyung —dice Jongin, sin alma, tan ido y sin voluntad.

—Jonginnie, ven aquí, mi Jonginnie.

De alguna forma el espectro de Kyungsoo se acerca a Jongin a pesar de que sólo es una figura traslucida, la música ya no es tocada por él, pero sigue constante en el ambiente. Es la música que evocan los que no son santos, los que del infierno han escapado.

De todas formas, Do Kyungsoo vendió a su propia familia, y luego fue traicionado, siendo ajusticiado por desertor.

Es el mismo destino de Kim Jongin a la palestra de Do Kyungsoo, morir siendo un sonámbulo porque de esa forma es más productivo para el espectro, quien se alimenta de su energía, de su juventud, de su gracia; siente sed por aquel cuerpo joven y fresco.

«Morirá, Jonginnie morirá...»

—¡Yah, hyung, esta historia no me gusta! —grita Jongin interrumpiendo el relato de Kyungsoo que sabe a misterio, terror y algo de malvaviscos. Los demás, más que asustados, están muertos... de la risa.

—Jonginnie, yo no interrumpí tu relato —dice Kyungsoo, soplando con cierto aire de grandeza su malvavisco listo.

—¡¿Perdón?! —espeta Jongin, alzándose de su lugar en el tronco de madera y dejando caer su manta para el clima frío—. Cuando salió mi niña fantasma dijiste «Oh, pudiste haberlo hecho mejor». Entonces todos te apoyaron. Nunca me dejas hacer nada.

Kyungsoo rueda los ojos y con ello le resta importancia al asunto, Jongin se siente un poco demasiado frustrado con su hyung, así que sólo zapatea levantando polvo, lanzando improperios a los que se burlan de él y sin más hace camino hacia su carpa de dormir. La idea de acampar a las afueras de la ciudad fue una mala idea, a pesar de que fue su idea. Pero el objetivo principal era atemorizar a su hyung al punto de que este se fuese a meter con él en la carpa alegando miedo.

¡Pero no!

Jongin se remueve entre las sábanas mullidas y lo único que desea es dormirse hasta dentro de dos lunas más, pero el sonido fastidioso de una cajita musical en su carpa lo perturba. Molesto se remueve en las sábanas buscando apagar el sonido pero se da cuenta que viene de afuera, que es espeluznante ahora que la escucha con detenimiento.

Y nop, Jongin no está sonámbulo. Esa historia no es real, uh, uh, n-no lo e-es.

Por ello sale de su carpa, haciéndose el valiente, el despiadado hombre de corazón brioso que iba a rescatar a su hyung del miedo y la oscuridad. Sin embargo todo se viene abajo cuando el sonido aumenta, crepita casi en sus oídos, y de paso hay una luz extraña viniendo de quien sabe dónde.

Jongin se saca la capa de héroe y se comporta como Coraje... El perro cobarde. Y grita. Grita como una niña en apuros.

—¡Hyung! ¡Hyung! ¡Sálvame! ¡El mal me está llevando! Hyung, no dejes que me lleve. Es feo, el mal es feo.

Y Jongin espera en serio encontrarse con Damián, Satán, Lucifer, Luzbel, Belcebú, El Diablo, el Demonio mismo, Daniel el travieso, incluso el tipo de Scary Movie, pero lo único que se consigue es un Kyungsoo casi privado de la risa, su inseparable xilófono en la mano y una linterna alumbrando su rostro.

Jongin quiere llorar.

Nop, Jongin se echa a llorar.

—Jonginnie, ven aquí, mi Jonginnie —le dice un sonriente Kyungsoo, abriendo sus brazos para él, y Jongin no tiene otra opción que correr hacia él y llorar en su hombro porque él en serio sintió miedo.

Esa noche ni por asomo es el héroe que cuida el sueño tranquilo de su Kyungsoo hyung, es más, ahora le tiene miedo al sonido de ese ridículo xilófono, pero al menos obtiene de su hyung muchos besitos bonitos en todo su carita llorosa y muchos, «Estoy para ti, no me iré. Dormiré contigo esta noche».

🎼🎼🎼

Me estaba quedando sin palabras por la X y le digo a mi madre:

—Amá, una palabra por la X.
—Xilófono.
Lo medité mucho, y luego me convencí.
—Sip, usaré esa.
—Aunque puedes usar "Xiquis"
—¿K es "Xiquis"?
—Ya sabes, la de la mente.
—No manche doña, eso es "Psiquis" con P.
—Ah, es que también hay un actor que se apellida Xique.

Conclusión, a la Señora Alba no hay forma de ganarle 😂

Espero les haya gustado 💕

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