13: Promesa

4K 306 5
                                        


Los días pasaron. Rico se marchó de la isla y Jorge delegó tanto trabajo como pudo para poder pasar tiempo con Clara. La llevó a hacer windsurf, a bucear y a navegar en barco.
Pasearon por la playa, se bañaron en la piscina y en el océano. E hicieron el amor de una manera sensual, desesperada, apasionada... mezclada con risas.

Jorge no pensaba en qué ocurriría cuando todo aquello terminara. No quería hacerlo.

-Pasado mañana voy a ofrecer un baile y una cena para los asistentes a la convención. Quédate un día más, Clara, y regresa conmigo -le dijo una mañana mientras estaba en la cama con ella.

-Debería regresar ya... tengo mi primera entrevista en la escuela de arte a finales de semana y tengo que poner la casa en venta.

-Un día más. Mi avión privado te llevará a tu casa.

-No tengo vestido de noche.

-Compra uno en la boutique del centro vacacional. ¿No quieres ir?

Ella lo estaba deseando con tal desesperación que la asustaba.

-Supongo que podría quedarme -dijo.

-¿Me lo prometes? -dijo Jorge, sintiendo un nudo en la garganta.

-Claro, te lo prometo -dijo ella-. Será una oportunidad más para exhibir mi maravilloso conjunto de oro.

-Las promesas importan -dijo él, impresionado al haber dicho aquello.

-Está bien -dijo Clara, asombrada-. Iré contigo... he dicho que lo haría.

-Bien. ¿Por qué no vamos a hacer windsurf? ¿Te parece bien a las once y media?


El día del baile, Clara pasó la tarde en el balneario. De vuelta en su habitación se duchó y se puso su vestido nuevo de seda azul, combinad con unas sandalias doradas. Se puso las joyas y se acercó al espejo.

Se quedó asombrada de que la elegante mujer que tenía delante fuera ella. Llevaba el pelo peinado para atrás con unos pocos mechones sueltos.
Entonces oyó cómo Jorge llamaba a la puerta y se dirigió a abrirle.
La elegante camisa que llevaba puesta él le daba un aire de sofisticación y marcaba su musculatura.

-Estás muy guapo -dijo ella.

-Y tú pareces una flor -dijo él-. Ven aquí, Clara

Sin vacilar, ella se acercó a él, que se percató de que la fragancia de ella olía levemente a flores.

Clara se iba a marchar al día siguiente y él se preguntó cómo iba a poder soportar estar sin ella.

Mientras la besaba, pensó que no tenía que hacerlo. Sus oficinas centrales estaban en Buenos Aires... así como la escuela de arte de ella.

-Vas a ser la mujer más sexy de la cena -dijo entre dientes mientras le mordisqueaba el lóbulo de la oreja.

-Será mejor que lo dejemos -jadeó ella-. O nunca llegaremos a la fiesta.

-Sí -dijo él, besándola de nuevo-. Es mala suerte que yo sea el anfitrión.

El teléfono que había junto a la cama de ella sonó y Jorge, maldiciendo, la soltó.

-Puede que sea para mí... responde, por favor, Clara.

-¿Dígame? -contestó ella al teléfono.

Ardiente DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora