Ardiente Deseo

11: Una, Dos, Tres y ¿Cuatro?

-¿Decías que estoy excitado?

Clara cerró los ojos y movió la mano con una exquisita delicadeza sobre la erección de él.

-¿Se puede morir de placer?

-Apuesto a que tú lo vas a conseguir conmigo -gimió él-. Dios, Clara, ¿qué me estás haciendo?

-Hazme el amor, Jorge, enséñame todo lo que me he estado perdiendo.

-Siempre me gustaron los retos -dijo, tumbándose en la cama y haciendo que ella se pusiera sobre él-. Sólo hay una norma; que te sientas libre de hacer lo que quieras.

-¿Y cómo sabré si te gusta?

-Lo sabrás.

Entonces Clara lo besó; primero la cara, después la garganta... y comenzó a bajar, invadida por la emoción. Se sentía complementada, sus cuerpos encajaban perfectamente el uno en el otro. Con cuidado, volvió a acariciarle la erección y sintió cómo un escalofrío le recorría el cuerpo.

Jorge gritó el nombre de ella y la agarró por los hombros.

-Será mejor que pares, o...

-Tócame, Jorge, Aquí. Y aquí también.
Él la alzó un poco y le separó los muslos para tener acceso al húmedo centro de su feminidad. Perdió la compostura. La tumbó de espaldas y volvió a encontrar su feminidad... en aquella ocasión con la lengua. Clara sintió cómo todos sus sentidos ardían de pasión... hasta que ya no pudo
aguantarlo más. Ahogando un grito, hundió los dedos en el pelo de él y se dejó llevar.

Jorge se puso sobre ella.

-Quiero enterrarme en ti... te juro que jamás he deseado a nadie como te deseo a ti.

Debajo de él, Clara movió las caderas para tomarlo ya que estaba deseando que la hiciera suya.
Invadida por la pasión, sintió cómo él penetraba los delicados pétalos de su feminidad.
Asombrada ante aquello, se abrió completamente ante él. Sintió un poco de dolor y después su cuerpo invadido por el de él.

-¿Clara, estás...?

-Sí, oh, sí. Oh, Jorge, Jorge...

La manera en la que se estaba moviendo ella lo estaba volviendo loco y llegó un momento en el cual ya no pudo soportarlo más. Se sintió invadido por una ola de placer y se vació dentro de ella.
Los gemidos de Clara se fundieron con los de él. Se quedó muy quieta y se preguntó si alguna vez sería capaz de olvidar aquel momento.

-¿Es siempre así... tan poderoso? ¿Tan agobiante?

-Tendremos que hacerlo de nuevo y ver... Simplemente dame un minuto.

-¿Otra vez?

-A no ser que tú no quieras -dijo él, mirándola a la cara.

-Eres tan guapo -susurró ella-. No sabía que...

-¿Tomo eso como un sí?

-¿Tú qué crees? -dijo ella.

-La próxima vez iremos más despacio. Nos tomaremos nuestro tiempo. Se llama seducción.

-Simplemente tienes que mirarme para hacerlo -dijo Clara en voz baja.

Jorge se apartó de ella y se tumbó al otro lado de la cama.