♚Reyes y Peones♔ #RP1

♚7♔

Trevor

Salgo corriendo detrás de Alex. No puedo dejar que se vaya así, no me volverá a hablar y aún no sé qué sabe sobre lo de Candy.

Ella parece darse cuenta de mi presencia y echa a correr. Freno en seco ante su reacción.
No quiero que piensen que la estoy persiguiendo, aunque eso es justo lo que estoy haciendo.

Vuelvo a la moto, con la cabeza baja y un peso más en la espalda, pero recuerdo las palabras de Gabe.

"Esta noche hay reunión, el Rey tiene ya la próxima misión"

Llamamos "misiones" a todos los delitos que se nos encargan, como el secuestro de Candy.

 Por supuesto todas las misiones son obligatorias, aunque el Rey insiste en que trabajamos bajo libertad de elección, pero las opciones son obedecerle o morir. 

Estúpido día en que me metí en esta vida.

Al principio pensé que sería atracar tiendas de chuches o robarle el bolso a las ancianas, pero eso se quedó en cuando era un mísero Peón. A medida que subía puestos las cosas cada vez eran mas difíciles, hasta que llegue a Alfil.

La mierda de atracar niños, mujeres y alguna que otra tienda se ha convertido en atracos a mano armada a joyerías, bancos, y posiblemente algún que otro herido o muerto... Así que siento como mi corazón se acelera ante la duda de qué podría tratarse esta vez.

Arranco la moto y emprendo el camino hacia la fraternidad de Delta, la mía, antes de ir a la reunión necesito coger algo.

Subo las escaleras de camino a mi habitación, cuando entro abro el primer cajón de la mesita de noche y aparto todos los libros hasta que la veo: Mi revolver. Sigue intacta lo que indica que Alex no la ha descubierto.

Me la guardo en el bolsillo delantero del pantalón, con el seguro, y me pongo una sudadera larga para ocultar el mango. Segundos después me dirijo a la puerta, pero una figura se interpone en mi camino.

-¿Otra reunión? -dice Dave y yo asiento -No me gusta ese rollo en el que estás metido. La gente empieza a preguntarse dónde está Candy.

-A mí tampoco me gusta -confieso pero no añado nada sobre lo de Candy.

Dave es el único que sabe que estoy metido en la banda, siempre me cubre las espaldas cuando paso varios días desaparecido o se inventa excusas cuando llego con algunas heridas.

-Ten cuidado -me dice, sus ojos derraman preocupación.

-Lo tendré -prometo y antes de que pueda decir nada más paso por su lado y salgo a la calle.

(...)

El lujoso edificio aparece ante mí en cuanto doblo la esquina correcta. Es alto, de diez plantas, y la fachada está pintada de morado, con pequeños azulejos que destellean con el sol y lo hacen parecer una piedra preciosa; pero lo que más llama la atención es el cartel de neón rosa en el que se puede leer "Chill"

Es más de media noche, la reunión va a comenzar y todo el Chill está de fiesta.

Me dirijo a la puerta y un seguridad, que más bien parece un gorila, me corta el paso.

-No puedes entrar sin autorización.

-¿Te vale esta? -le enseño el tatuaje de la muñeca. El gorila asiente y me deja pasar quitando un cordel rojo.

La música llega a mis oídos como un estruendo, hay poca iluminación y las luces moradas, amarillas y azules bailan por todo el local. Hay chicas y chicos bailando sobre una barra en el escenario, camareros vestidos con poca ropa se pasean con bandejas por aquí y por allá,  y justo junto a la barra encuentro lo que buscaba, más bien a quien buscaba.