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No sé cuanto tiempo me paso llorando, pero lo hago hasta que los ojos me duelen y no puedo más. Bambi no ha vuelto a bajar, incluso he llegado a pensar que la muy psicópata podría estar durmiendo, a pesar de saber que estamos aquí.

Trevor no ha dado señales de vida, sigue tendido en el suelo en la misma posición. Comienzo a pensar que ha ocurrido algo más, algo que Bambi ha omitido en su historia, porque ¿Por qué sino aún no ha despertado?

Tiro de las cuerdas que me atan las muñecas pero sé que es inútil, porque ya lo he intentado antes, consiguiendo solo abrirme heridas en la piel. El corte que me ha hecho Bambi me escuece sobre la mejilla, y noto la sangre manchándome el cuello de la camiseta, pero ese dolor no es nada comparado con el de la cabeza.

De todas formas sigo dispuesta a sacarnos de aquí, aunque no tengo un plan. Me he dado cuenta de que no hay ventanas, la única salida es la puerta por la que desapareció Bambi hace ya un rato.

En cierta parte entiendo que sea tan despiadada, al parecer los Reyes y Peones se lo han arrebatado todo. La muerte de sus padres, el destierro aquí sola, la obsesión por ascender a Alfil... Pero ¿Por qué Malcom, el Rey, la castigaría de esa manera?

-No importa -me recuerdo a mí misma -, por mucha pena que pueda llegar a darme, no voy a dejar que me maten así como así.

El sótano está a oscuras, a excepción de una pequeña bombilla al inicio de las escaleras que emite un leve resplandor. Solo veo cajas apiladas a mi alrededor, montículos ocultos bajo sábanas llenas de polvo. A lo lejos veo un hacha, apoyada contra una de las paredes; pero está demasiado lejos para cogerla, y aunque pudiera hacerlo ¿Cómo la utilizaría con las manos atadas?

Entonces capto un ligero destello por el rabillo del ojo, algo que brilla no muy lejos de mí. Giro la cabeza y veo el puñal de Bambi a unos pocos centímetros de mí. Me atraviesa un rayo de esperanza, puedo alcanzarlo.

Me retuerzo y estiro la pierna solo para rozar el puñal con la punta del pie. El arma se arrastra hacia mí unos pocos centímetros. Inconscientemente subo la cabeza para mirar hacia la puerta, asegurándome de que Bambi no viene. Me estiro por completo, piso el puñal y doblo la pierna, acercándolo a mí.

Siento que las heridas de las muñecas se me han abierto más por este esfuerzo, pero el dolor se ve sustituido por el alivio cuando veo el puñal bajo la suela de mi zapato. Me retuerzo sobre la columna, arrastrando como puedo el arma hasta la parte de atrás, hasta mi espalda, donde mis manos están atadas. A ciegas, tanteo el suelo con los dedos hasta que doy con el filo del puñal.

-¡Ay! -exclamo cuando la punta me corta la yema del dedo, pero agarro el arma con determinación.

El corazón me late desbocado mientras intento cortar las cuerdas que me retienen. Una fina pátina de sudor me cubre la frente mientras continúo con mi tarea. Los músculos del brazo comienzan a cansárseme cuando por fin consigo cortar la cuerda. Suelto un suspiro de alivio y me permito descansar durante unos segundos, con los brazos colgando a ambos lados de mi cuerpo.

Compruebo que las heridas de las muñecas no son profundas, sino que más bien son quemaduras del roce. Abro y cierro las manos mientras siento que la sangre regresa y el hormigueo desaparece.

Entonces me guardo el puñal en el bolsillo del vaquero y me levanto torpemente. El mundo da vueltas a mi alrededor y sé que el somnífero de Bambi sigue haciéndome efecto. Me apoyo en una pila de cajas para no caerme, entonces siento como la pila se vence con mi peso y todas las cajas caen al suelo, formando un auténtico estruendo.

Después todo pasa muy rápido.

Escucho los pasos apresurados de Bambi en el piso de arriba, viniendo hacia aquí. Corro hasta Trevor y me arrodillo a su lado.

♚Reyes y Peones♔ #RP1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora