Capitulo XXV

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–Karina, por dios, despierta– estaba demasiado alterada y llame a una ambulación, las personas comenzaron a rodearnos y cada vez me ponía más nerviosa

–Tú la arrojaste por las escaleras– mire a una de las chicas apuntándome y vi como Valeria se dio paso ante las personas

–yo no hice nada ella se lanzó sobre mí y no pudo parar– la ambulancia llego y con ellos llego la policía sentí que mi corazón se oprimió y aquel momento comenzó a revivir en mí, me sentía culpable de todo lo que había pasado

Levantaron a Karina pero estaba sangrando demasiado, y sentí un escalofrió en mi cuerpo, cuando vi a Sebastián llegar y como aquel día poso su mirada en mí, sin ninguna expresión, no sabía que decir ni que hacer

–Yo no hice nada, te juro que fue un accidente– Sebastián se acercó a mí, y puso su mano en mi hombro –tienes que creer en mi– cubrí mis ojos con ambas manos y fue inevitable llorar

Después de la declaración de una de las niñas, fui llamada y me interrogaron, estaba nerviosa, no quería volver a ese infierno

–Tranquila, falta la otra chica de declarar– Nolan se acercó y paso su mano por mi espalda

Sebastián no estaba conmigo, se fue de inmediato con Karina y estaba desesperada, él no estaba y mis nervios estaban a punto de caer

–ya no quiero estar–

–Cálmate, tienes que estar tranquila, si te pones mal de nuevo iras a parar al hospital, y creo que Sebastián ha tenido suficiente–

Valeria estaba hablado con Sebastián y ya tenían un extraño rato de estarlo haciendo, y sus gestos no eran nada agradables. La chica salió del cuarto y se me quedo mirando, estaba aún más nerviosa. Después de un largo rato, me dejaron ir, al parecer una de ellas había coincidido conmigo en la declaración y finalmente no tuve ningún problema

– ¿Estas más tranquila Génesis?– asentí y me miro –Karina perdió su bebe y parece que aún no despierta, pero incluso ya llamaron hasta su psicólogo, para cuando despierte, le suministre una dosis que lleva con el–

Cuando llegamos a casa el agotamiento era más que obvio, era de madrugada ya, y solo me tire en el sofá más grande.

Sentí las pisadas que me despertaron y pensé que era Helen, pero no, Sebastián había llegado algo agotado y no sabía ni siquiera de que manera hablarle, estaba asustada y tenía tanto miedo a su reacción, yo no tenía la culpa, pero en esos momentos no tenía ni idea de que era lo que pasaba por su cabeza

– ¿Necesitas algo?– solo negó, y sentó en el pequeño sofá, sus codos estaban apoyados en sus rodillas y sus manos apoyaban su frente – ¿Quizás un café?, no lo sé algo en que pueda ayudarte– volvió a negar y me marche hacia la cocina, no tenía ni idea de que era lo pasaría

Mi intento por hacerlo pronunciar una palabra fue bastante fallido, se acostó junto a mí y el silencio inundaba la habitación, era como si solo su pensamiento estuviese en otro lado, y yo solo tratara hacerlo volver

Los días estaban pasando y fue muy doloroso ver como las ausencias de Sebastián hacia mí era tan frecuencia, nuestras conversaciones eran casi nulas y cada día era más tormentoso la hora de su llegada, porque por más que tratara de que volviera a integrarse, me resultaba la cosa más difícil del mundo

–pero mira a quien tenemos aquí, a la talentosa y bella Génesis– voltee para encontrarme algo que me sorprendió mucho

– ¿Tu?– se subió de hombros

¿Cómo diablos te conocí? (Parte II)Where stories live. Discover now