Recuerdo ese día más o menos así;
Era viernes y el olor a tierra mojada hacia que me embriagara con el de vez en cuando, ese olor tan característico de la naturaleza del cual estoy segura que a cualquiera le encanta. La suave y fresca brisa que de vez en cuando besaba mis mejillas al momento en el que una ráfaga contraria y traviesa de viento se entrometía en su camino, haciendo un pequeño y delicado choque de corrientes. Recuerdo el delicioso clima que se apoderaba poco a poco de nuestro bello París. A lo lejos, apreciaba la torre Eiffel, aquella de la cual emanaba el auténtico amor por el cual era reconocida a nivel mundial nuestra hermosa ciudad, esta a su vez, compartía cierta melancolía al dejarme observar con dificultad algunos detalles que en cualquier día común se podían identificar sin embargo, era un día especial, era un día quizás, gris.
Las clases habían terminado, así que decidí salir a pasear junto con mi mejor amiga, Alya. Ambas llevábamos un paraguas, ya que en cualquier momento las nubes podían echarse a llorar y ninguna de las dos queríamos mojarnos. También tengo memoria de nuestra ropa, Alya llevaba un abrigo ligeramente largo de color verde militar, los botones de éste eran color cobre, traía una mascada que se veía muy suave de color champagne, jeans entubados beige, botas largas de color café y un paraguas color negro. Mi abrigo era un tanto largo de color negro, igual que mis botas, éstas llegaban un poco arriba del tobillo y eran de agujeta, muy cómodas por cierto. Mis jeans eran color gris oscuro un tanto deslavados, y mi paraguas al igual que mi mascada color rojo.
Mientras caminábamos, noté que a pesar de que las calles estaban sumamente frías y tal como predecía mi mente, la lluvia moderadamente comenzaba a caer, demasiadas personas caminaban tranquilamente por las aceras, entraban y salían de tiendas departamentales, cruzaban de un extremo a otro inclusive, se detenían divertidamente a tomar fotografías en los parques, los pequeños brincaban energéticamente en cualquier charco que se encontraba a su paso. Todo esto me llevó a una conclusión; "El día no era tan malo".
- ¡Marinette! - escuché un grito que me exaltó, de repente, sentí como fui tirada bruscamente del hombro y del brazo, forzándome a retroceder con pasos torpes. Intenté mantener el equilibrio lo cual fue demasiado imposible, de mis labios únicamente se escapó un grito un tanto gracioso y en un abrir y cerrar de ojos me resbalé cayendo de un sentón sobre la acera.
- ¡Auch por Dios, eso dolió! - Dije haciendo una mueca de dolor, me percaté del charco en el que me encontraba y comencé a ruborizarme al notar que varía gente había sido público de tal escena.
-Lo siento mucho, era eso o que fueras atropellada por estar distraída. Niña, ¿te encuentras bien? Desde que salimos de la escuela no has dejado de suspirar y ver alrededor con mucha hmm... ¿Cómo podría decirse? - pensaba extrañada la joven morena de cabello castaño con puntas rojizas mientras me tendía la mano para levantarme - ¡Ah, si! "nostalgia". ¿Sucede algo?
-E-estoy bien, lo siento mucho. Sólo estoy más torpe de lo normal. - titubeé mientras me ponía de pie. Nos hicimos a un lado de la acera donde no estorbaramos a los demás peatones, aproveché ese movimiento para comenzar a buscar con la mirada a qué dirección salir corriendo por la vergüenza tan enorme que estaba pasando. Alya por su parte, soltó una pequeña risa y un suspiro de alivio, me dio un abrazo y me señaló a lo lejos una tienda a la que quería visitar. Voltee inmediatamente y con una sonrisa asentí sin embargo, me percaté que estaba mojada por la caída así que revisé qué parte de mi ropa se había estropeado. Por suerte, sólo había sido mi abrigo así que le pasé mi paraguas a Alya para que lo sostuviera por un momento, me quite la prenda dejando únicamente una blusa color perla de manga larga. Voltee a verla y asentí nuevamente con la cabeza dándole a entender que había terminado de "arreglarme", me devolvió el paraguas y proseguimos a caminar a aquella tienda.
-¡Brr, si que hace frio! - exclamé frotando un poco con la mano que llevaba libre mi otro brazo y entre dientes ya que estos inconscientemente castañeaban.
- Te hubieras dejado el abrigo, Marinette. Espero que no te enfermes - dijo mi amiga un tanto preocupada - venga, mejor póntelo - lo extendió un poco a lo cual, yo vi con negación.
Ella se fijó que se notaba fácilmente que de la parte del trasero estaba sucio y eso me daba mucha pena. Comenzó a reír sin querer y trató inmediatamente de reprimirlo para no hacerme sentir más mal.
-No te aguantes la risa, la verdad se ve gracioso - dije animándola a reír con más confianza. Ambas echamos carcajadas hasta llegar a la tienda. Dejamos los paraguas en la entrada, secamos nuestras botas en una alfombra que tenían en la entrada para evitar ensuciar el interior. El lugar era muy lindo, era amplio con el piso y los estantes de madera color caoba, las paredes eran color gamuza y blanco con pequeños detalles dorados. Un candelabro muy brillante colgaba en el centro de ella, seguido por más focos alrededor del techo. La mercancía no era para menos, los nuevos diseños de Gabriel Agreste habían salido apenas una semana, o eso me había comentado Alya. En los grandes aparadores se encontraban demasiados vestidos corte de sirena, strapless, con corsets y demás en tono dorado, cherry, índigo, rojo y negro.
-<<Algún día seré una diseñadora>> - pensé mientras veía los aparadores con una sonrisa nuevamente nostálgica.
-Marinette, aun no me has dicho que es lo que te sucede. Soy tu mejor amiga, sabes que puedes confiar en mi. - dijo Alya sin verme a los ojos. Al terminar dicha frase volteó con un rostro de seriedad y una mirada un tanto fulminante o al menos eso creía. - ¿Es por Adrien?
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"Coincidence". ML Marino x Marinette
Fiksi PenggemarMarinette Dupain Cheng, una joven de 17 años accidentalmente se topa con su otro "yo" Marino Cheng Dupain, un joven de un universo paralelo sin embargo, este hará todo lo posible por regresar a su hogar sin importar quién le ofrezca ayuda y qué pre...