Capítulo 2

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Desperté en la cama bañada en sudor. Mi cabeza dolía como el infierno. La habitación era poco iluminada, solo había una bombilla medio rota cayendo del techo. Todo estaba sucio y eso fue lo peor de todo. Me abracé a mis rodillas y me coloqué las gafas bien. Esto era muy serio. La puerta se abrió y salió una mujer con el cabello negro y un poco canoso. Sus ojos eran grises oscuros y me transmitían inseguridad. Ella caminó a paso lento hacia mi. Me aparté rápido.

《Tranquila. He venido porque ya te has despertado. Acompáñame.》dijo la mujer con una sonrisa cálida.

《¿Dónde estoy?》pregunté temerosa.

《Primero dúchate y come. Deberás estar cansada.》dijo ella invitándome a salir.

Me fui con ella. Si me quisiera haber matado ya lo hubiera hecho. Todo era muy confuso. Caminamos por unos pasillos largos y estrechos. Todo era de color metálico y con luces azules. Ella abrió una puerta y me invitó a pasar pero no lo hice. La mujer al entender mi desconfianza entró primero, luego lo hice yo.

Eran unas duchas como de gimnasio. Lo único que cambiaba era que estás estaban limpias y con diseños modernos. La señora abrió una taquilla metálica rectangular y larga y me enseñó lo que había dentro. Habían toallas, jabones, cepillos, ropa, zapatos...

《Esta será tu taquilla. Date una ducha y relájate. Cuando acabes siéntate en este banquillo y espera a que vengamos. Te damos media hora.》informó la mujer. Luego ella y sus guardaespaldas se fueron.

Miré la taquilla. ¿Era una broma? La verdad es que me moría por un baño. Apestaba y mi cabello estaba grasiento. Cogí las dos toallas y un bote de Shampoo y me fui a la ducha más cercana.
Encendí el agua y me hundí debajo de ella. Vi como el suelo se llenaba de suciedad. Parecía que no era solo sudor...
Cuando ya estaba limpia, me empecé a vestir. Eran unos pantalones como los del ejército marrones, un jersey de tirantes gris y una chaqueta de chándal negra. Los zapatos también eran raros. Eran botas de montaña marrones. Una vez vestida, me desenredé el cabello y me lo recojí en una trenza. Me senté en el banquillo y esperé a la señora.

Pasaron unos minutos largos hasta que vinieron, ella y sus dos guardaespaldas. La señora me hizo un gesto para que le siguiera. Volvimos a recorrer aquel pasadizo y acabamos en un comedor igual de frío. Allí estaba repleto de personas. Me senté avergonzada ya que todos me miraban.

《Este es el comedor. Aquí podrás comer siempre que quieras. Nada de ir a la cocina, esta prohibido para alumnos.》dijo la señora.

Luego nos fuimos y me alivié de no ser el centro de atención. Caminamos más y me enseñó una habitación con dos literas, un baño y algunas taquillas.

《Aquí es donde dormirás hoy en adelante.》continuó la mujer.

Salimos de la habitación y volvimos a recorrer el tramo hasta el comedor. Genial. Otra vez enfrentarme a las multitudes. Las puertas automáticas se abrieron y tuvimos que entrar otra vez, captando una que otra mirada. La señora se giró hacia mi.

《Soy Agnes Olsen, la directora de la sede de E. P. J. E. Qualquier problema me lo dices. Bienvenida.》dijo correctamente.

《¿Por qué estoy aquí?》pregunté confundía y cautelosa.

《Esa es una historia complicada. Digamos que eres especial y estás mejor aquí.》me explicó sin responderme verdaderamente.

《Pero yo no quiero estar aquí. Estoy contra mi voluntad y eso es un delito.》dije señalando con el dedo.

《Lo siento, pero si que estás por tu voluntad. Es una larga historia. Por favor, come algo.》dijo otra vez.

《¡No tengo hambre!》chillé enfadada.

El código olvidado ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora