Capítulo 13

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Me ajustaba las gafas cada dos por tres. Mi pie no paraba de moverse por los nervios. Todos los profesores estaban sentados en sus butacas y algunos de los alumnos, por no decir todos, estaban sentados en unas gradas dispuestos a mirarme. Localicé a mis amigos y a Felix. No vi a Max y me hubiera encantado poder hablar con él antes de la gran prueba.

Me equiparon con tres pistolas de recambio. Max me aconsejó que recargase y que me asegurase de la munición. De pronto una campana sonó. Parecía el típico de ring de boxeadores. El señor Ruud vino con Max. Dejé todo el aire que llevaba dentro al verlo. Ellos se acercaron e hicieron como un círculo para evitar fisgones.

《Vale, aquí estamos. Recuerda; buena puntería.》dijo el señor Ruud. Yo afirmé con la cabeza. Me coloqué las gafas bien y fui a entrar a la pecera.

《Janne, espera.》dijo Max cuando el profesor ya se había ido. Yo me acerqué a él para oír lo que quería decir. De alguna manera sabía que era confidencial.
《No olvides demostrar que no tienes escrúpulos. Demuestrales lo asesina fría que puedes llegar a ser.》me aconsejó y supe que ese era el único consejo valible para superar la prueba.

Sonó otro campaña, esta mucho más grave y duradera. Max se separó y se fue con su grupo de amigos. Eira estaba allí y me saludo en cuanto nuestras miradas conectaron. Había algo en ella que me resultaba conocido. Mi cabeza me dolía pero hice caso omiso. Las puertas se abrieron y entré en la plataforma. Las paredes cambiaron y de repente estuve en un prado.

El viento acariciaba mis cabellos y los movía al son de sí. El aroma cambió y todo olía a césped recién cortado. Saqué mi pistola y aseguré las balas. Tenia seis intentos. Quise mirar la otra pero detecté una figura humana a unos cuantos metros de mi. Me acerqué poco a poco y vi la figura de mi madre. Apreté el ceño y le dispare en la cabeza a unos cinco metros de distancia. Eso era una buena marca. Di un paso adelante y oí un clic. El viento aumento huracanadamente y varias personas corrieron hacia mi.
Conté unas ocho. Disparé a dos, una en el corazón y otra en el ojo. Me escondí detrás de una roca como protección.

Sabia que debía recargar sólo me quedaban tres balas más. Me posicioné para seguir disparando pero no había nadie. Entonces vi una persona utilizando mi mismo método. Él estaba a punto de dispararme pero no le dio tiempo porque ya lo había matado. No sé a donde le dí pero no me importó. Esperé tranquila detrás de la roca y cuando alguien se asomaba, yo le disparaba.

Ya había matado a cinco soldados gracias a que recargué el arma a tiempo. Sólo me faltaban tres y tenia cuatro balas. Vi una roca cerca y opté por esconderme allí. Según mi plan un soldado me vio y me quiso disparar pero yo ya contaba con eso así que cuando disparó ya estaba muriéndose.
Me escondí detrás de la roca. Ahora solo faltaban dos. El segundo fue fácil, pues pensó que seguí en la antigua posición. El último me costó dos balas para matarle.

El viento cesó pero ahora el suelo temblaba. Me ajusté las gafas para que no cayeran. Oí unos gruñidos por parte de un soldado. Me acerqué a él y vi que era mi padre sin ojo. Estaba vivo pero se estremecía por el dolor. Levantaba la mano en señal de ayuda. Me acordé de lo que Max me dijo. No tengas escrúpulos. Le disparé a mi padre entre ceja y ceja y luego me fui. Sabía que eso no era nada con lo que tendría que soportar a partir de ahora. Vi una bala en perfecto estado en el suelo. La cogí algo extrañada y me la guardé.

Salieron unos cuatro hombres de diferentes direcciones y venían todos hacia mi. Disparé a uno en el pecho y cayó de inmediato. Los otros tres estaban a pasos de mi. Esperé cinco segundos y cuando los tres hombres saltasen sobre mi me agacharía. Así lo hice, y salió bien. Disparé al segundo hombre mientras corría.

《¡Yo te ayudo hermanita!》gritó mi hermano con una pistola en sus manos. Él disparaba pero no le daba nunca al hombre. Entonces supe que querían que hiciera.

El código olvidado ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora