Capítulo 24

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Una vez graduada de Lucha, podía tener mucho más tiempo libre. Estaba cada día con Antonia y Axel. Había aveces donde quedaba con Eira en el Sol y los Pros se acoplaban. Hugo no me dijo nada y yo le daba las gracias internamente. Eso fue un error que, por suerte, llegué a pararlo a tiempo. No sé como me hubiera podido mirar a Max a los ojos. Sé que él no es mi novio y no debo estar pendiente de él, pero, una parte de mi lo quiere. Max me produce u  hormigueo en el estómago que me sienta bien y mal al mismo tiempo. Hugo solo fue un calentón que lo hubiera arrepentido.

Una vez más me encontraba en un barranco que encontré donde nadie miraba o caminaba por allí. Tenia esas maravillosas vistas delante mio y el sonido de los ruiseñores cantando felizmente en el aire. Me tumbé en la fría piedra y miré al cielo. Era un cielo azul con nubes esponjosas blancas como el cabello de Max. Me pegué internamente al nombrarlo. Sólo quería tener una hora al día para pensar en nada en absoluto. Volví a mirar el cielo tan perfecto. Él sol brillaba tenue pero no lograba verlo. La brisa fría acariciaba mi cuerpo.

No creía ni una sola palabra de lo que Max me contó sobre un "apocalipsis". Si lo hubiera, este paisaje no sería tan perfecto. Aunque había algo en su voz y en la manera seria con la que me miraba, que, me advertía verdaderamente de algo peligroso. Recordé al monstruo que casi me mató. Esa cosa era real pero Max no parecía preocupado por ella. ¿Cómo debía de ser el apocalipsis, para que captara la preocupación de Max? Yo sabía que él nunca estaba preocupado o enfadado por algo pero, ¿por qué lo sabia tan rotundamente?

Oí los pasos de alguien y me puse alerta. Era Max. Mis mejillas estallaron de rojo al fijarme que no había parado de pensar en él. Max se sentó a mi lado mientras que yo seguía tumbada. Esta era mi hora de paz y no quería romperla pero una parte de mi daba saltos por verlo junto a mi.

《Me siento honrado en que confíes tanto en mi.》me dijo mordiéndose ese labio rosado. Sus dientes eran tan perfectos y blancos que parecían sacados de un modelo dental.

《¿A que te refieres?》pregunté girando la cabeza. Esta faceta suya era la más rara. Siempre decía frases sin sentido para captar mi atención y luego las desenvolupaba haciéndome quedar como una tonta.

《Estás al borde de un barranco tumbada y no tienes el mayor miedo de que yo mismo te empuje.》explicó arqueando su larga y oscura ceja.

《¿Debería tener miedo?》pregunté medio sonriendo. Max sonrió también, participando en nuestro pequeño juego.

《No. Yo debería de estar más asustado ya que si tu caes, yo me tiraría a buscarte. Y como puedes ver, no me hace mucha gracia.》me guiñó un ojo.

Me incorporé en la roca y me puse de india. Max se sorprendió pero no dijo nada. Lo miré a sus celestes ojos y seguía impresionándome. Max se relajó un poco y me miró seductor. Joder. Lo miraba completamente embobada. Era demasiado perfecto. No pude resistirme más y me acerqué lentamente. Puse mi mano en su madíbula y junté mis labios con los suyos. Poco a poco, él profundizó el beso, convirtiéndolo en uno apasionado.

Sus manos se deslizaron hacia mi cabello, cogiéndolo y masajeándolo. La otra mano bajó hasta mi cintura. Aproveché la valentía y puse mi mano en su torso.
《Janne...》murmuró él pero siguió besándome.

《¿Sí?》pregunté en un tono coqueto. Pareció que a Max le gustaba porque me apretó con más fuerza.

《Mañana partiremos al exterior.》me dijo y tuve que separarme de él. Los dos nos miramos con la respiración agitada.

《Max... ¿A que nos enfrentaremos?》pregunté mordiéndome las uñas.

《Radiación. Muerte. Nailos. Saqueos. Criminales que antes eran sólo panaderos...》enumeró Max virando los ojos.

《¿Radiación? ¿Cómo se supone que sobrevivamos?》eso era suicidarse a lo tonto.

《Nosotros somos inmunes. Por eso estamos aquí.》me contestó como si fuera obvio.

《¿Y cuál es nuestra misión allí?》cuando lo pregunté Max sopló y me abrazó. Yo no sabía que hacer pero simplemente apoyé mi cabeza en su torso.

《Debemos salvar gente que aún no esté demasiado ida y llevarlos a la sede para curarlos.》contó. Pareció una misión fácil pero el término "ida" dejaba mucho que decir.

《¿A que te refieres con "ida"?》pregunté mirándolo desde arriba.

《Los malos tiempos cambian a la gente. Algunos parecen normales porque toman unos medicamentos que nosotros creamos para cuando llegase esta ocasión. Pero otros no pueden pagarse el medicamento y entonces "hacen el cambio".》

《¿Qué clase de cambio?》pregunté atónita.

《La radiación hace que sus neuronas dejen de funcionar. Concretamente las que te hacen sentir humano. Sin ellas las personas son animales hambrientos.》me explicó y entonces supe perfectamente el infierno en el que nos enfrentaríamos.

Volví a apoyar la cabeza en su torso y miré el precioso campo verde que se expandía ante nuestra vista. Si no fuera porque Max me dijo que ya era tarde, me hubiera estado todo el día en el barranco, mirando las nubes y oliendo el aroma de Max.

Los dos fuimos hacia el comedor y nos cogimos algo para cenar. Daba gusto por fin poder tener un horario normal. Fuimos los primeros en llegar y todo estaba en silencio. La cena constataba de una ensalada con verduras variadas pero de sin condimentos. Nada de aceite, nada de sal, nada de nada. Por suerte ya estaba acostumbrada a todo eso. Incluso esa ensalada parecía el paraíso para mi, después de toda esa dieta extrema que me hicieron hacer.

La gente fue viniendo pero casi no nos enteramos ya que los dos estábamos hablando de cosas insignificantes pero bastantes entretenidas. Cuando acabamos de cenar y nos cansamos de hablar sentados en aquellas sillas nos fuimos a la cama. Max me acompañó hasta mi habitación y me volvió a besar en la puerta de mi cuarto.

《Buenas noches, princesa.》me susurró besándome en la mejilla.

《Buenas noches.》le dije tocándome el cabello y cruzando las piernas.
《Espera.》le rogué y él paró. 《¿No quieres dormir conmigo?》le pregunté tímidamente.

Max se mordió el labio y caminó hacia mi con una sonrisa. 《Pues claro que quiero, cielo.》me dijo entrando en mi habitación. Él silvó mirando mi cuarto y se quitó su chaqueta. La colocó delicadamente encima de la silla e hizo lo mismo con sus botas.
《Qué bonita que es la habitación.》dijo buscándome los labios.

《Gracias.》le dije correspondiéndole el beso. Max se arrodilló y me sacó las botas con cuidado y después los calcetines. No sabía porqué pero me sentía muy vergonzosa.

《Eres tan guapa, Janne.》volvió a mis labios y me quito la coleta de caballo que tenia dejando mi cabello suelto. Él masajeó mi cuero capilar y me quitó la chaqueta.

《Tu también.》dije torpemente. Él sonrió y me llevó a la cama. Una vez allí me saqué los pantalones y Max hizo lo mismo.

Él también se sacó su camisa y me abrazó con fuerza. Yo apoyé mi cabeza en su pecho y, mientras que él me acariciaba el cabello yo me fui durmiendo. Mañana sería un día largo...

J. R. Third ☆

El código olvidado ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora