La verdad es que me registré en el instituto con bastante facilidad. Como había dicho Alex, solo tuve que ordenarle al director que me inscribiera sin ningún problema, y así ocurrió.
Ahora me encontraba sola, divagando por las calles de aquel pueblo tan desconocido para mí. Alexander se había ofrecido a acompañarme, pero sabiendo que perdería clases me negué.
Por lo que permanecía, algo desorientada. en busca de una librería dónde pudiera comprar todo lo que necesitara para el semestre.-Te noto algo perdida.-Dijo una voz a mis espaldas. Iba a ignorarla ya que podía estar hablando con cualquiera de mi alrededor, pero acabé por girarme. Me resultaba familiar.
Y allí estaba. Con una sonrisa que contrastaba con la seriedad de su rostro. El chico del centro comercial.
-¿Por alguna casualidad me estás siguiendo?-Bromeé.
-Casi.-Rió.- Tan solo te vi perdida y me he acercado.
-Buen0, la verdad es que no te voy a mentir. No encuentro ninguna librería.-Admití algo avergonzada.
-¿Vas a comprar algún libro?
-Necesito libros y material para las clases.
-Pero bueno, si tengo delante una estudiante. ¿Y cómo que no te había visto antes por aquí?
-Me acabo de mudar desde Detroit y no me ha dado tiempo a salir mucho ni a conocer gente.
-Pero a la chica Wood sí que la conoces, ¿sois familia?
-Que va. Simplemente conocí a su hermano y él me presentó al resto de la familia.
El chico quedó pensativo.-Ahá.
-Ahora que lo pienso, ni siquiera me has dicho tu nombre.
-Qué fallo por mi parte.-Se llevó una mano a la cabeza.-Soy Ron.-Alzó su otra mano.
-Yo soy Elia.-Se la estreché.
-Elia es un nombre muy bonito, ¿griego?
-Hebreo.-Sonreí.
-Pues bueno, Elia del Hebreo, si no te importa me gustaría acompañarte hasta una librería bastante cercana.
-No voy a rechazar esa oferta.-Acepté queriendo deshacerme de dicha tarea lo antes posible y mejor si era en compañía de un individuo tan agradable para la vista como aquel muchacho.
Seguimos caminando, ahora sintiéndome más segura, por la calles coloridas de aquel pueblo por las numerosas jardineras llenas de flores. Por lo que me sentí bastante agradecida de no ser alérgica al polen.
-¿Y qué te ha traído a un pueblo tan tranquilo viniendo de una ciudad como Detroit?
Sonreí incómoda.-Mis padres murieron hace unos meses. Necesitaba empezar de cero, y como nací aquí, me pareció un buen lugar.
-Vaya, perdón por la pregunta.
-No te preocupes. Pero estamos hablando demasiado sobre mí, cuéntame ahora algo sobre ti.-Cambié de tema interesada en él.
-No hay mucho que contar. Mis padres también murieron. Y desde luego, hace siglos que no estudio. Ya sé lo suficiente y no me hace falta tener que escuchar a un viejo y feo profesor.
-Lo siento por lo de tus padres.
-No tienes que disculparte, fue hace mucho tiempo.
Por fin llegamos a la librería. Entramos y nos encontramos envueltos por estantes y estantes repletos de libros.
La dependienta era una mujer de unos treinta años, de piel oscura y cabello rizado también oscuro.
Cuando puso su atención en nosotros, su rostro pasó de la serenidad al miedo, algo que me confundió por completo.
-¿Q-Qué desean?
-Mi amiga Elia necesita todo el material escolar y libros para el instituto.-Dijo Ron antes de que yo pudiera hablar.
Ella tragó saliva.- ¿Qué curso estás estudiando?
-Último grado.
La mujer asintió y entró a su almacén con gran velocidad.
Miré a mi nuevo y atractivo amigo.- ¿Por qué se asustó al vernos entrar?
-Está un poco mal de la cabeza, eso y que no le gusta mucho la gente que no conoce.
Iba a seguir preguntándole cuando la morena apareció de nuevo cargada de material.
-¿Estás segura de que aquí está todo lo que va a necesitar?
-S-Sí, está completamente todo señor. La casa invita.
-¿Qué? No.-Salté.
-Considérelo un regalo de bienvenida.-Dijo nerviosa.
-No puedo aceptarlo.
-Vamos Elia, no todos los días hacen estos regalos.-Insistió el chico.
Bufé.-De acuerdo.
Estaba a punto de coger las bolsas cuando Ron se adelantó.
-Muchísimas gracias.-Le dije a la mujer, quien, no haciéndome sentir muy bien, parecía estar deseando que desapareciéramos de su tienda.
Una vez fuera respiré ya más tranquila.-Oye, puedo llevar eso, no voy a hacerte cargar con mis cosas.
-Resulta que suelo hacer lo que quiero sin que me lo nieguen. Y quiero llevar las bolsas.
-Vaya, un niño mimado.
-¿Niño? Soy mayor que tú y con diferencia.
-¿Por cuánto? ¿2-3 años?
-Demasiados.-Rió.
Seguimos caminando hacia el hotel. Él me preguntó en cuál me estaba hospedando, y enseguida supo cómo llegar.
Una vez estuvimos en el portal, me dejó por fin cargar las bolsas.
-Bueno Ron, gracias por todo. Espero que volvamos a vernos pronto.
-En realidad, me gustaría invitarte a cenar.
Aquello fue algo que no me esperaba.-¿A cenar?
-No todos los días conozco a alguien que me caiga bien. De verdad, no suelo soportar a la mayoría.
-Entonces no puedo negarme.-Sonreí un poco enrojecida.
-Paso a por ti a las nueve. Te recomiendo algo arreglado, aunque siendo sincero cualquier cosa te quedaría bien.
No pude evitar sonrojarme de nuevo y tuve miedo de que mis ojos se tornaran rojos. No sabía exactamente qué emociones afectaban a mi cambio en el color del iris.
-De acuerdo. Hasta las nueve.
-Hasta las nueve.-Se despidió antes de que yo entrara en el hotel.
No fui capaz de tranquilizarme por completo hasta que estuve en mi dormitorio.
Sonreí todavía con las bolsas en mano. Ron me parecía agradable, eso sin contar que su físico pondría a más de una a cien.
Y no me descartaba.
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Vampire
VampireElia es vampiro de nacimiento, lo que fue considerado como un milagro para sus padres. Ellos siempre la ayudaron consiguiéndole el sustento que necesitaba sin levantar sospechas entre el resto de ciudadanos de Detroit, pero ahora que sus padres h...