Capítulo XXVIII

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•••Elia•••

No veía a Aaron desde ayer, cuando decidió ponerse a preparar aquel "ejército". No me permitieron salir, asegurando que era demasiado peligroso, pero al menos Beth se quedó conmigo allí y pude enseñarle lo preciosa que era la mansión.
Quedó prendada con mi dormitorio. Y no la culpaba, cualquiera estaría impresionado con esta maravilla.
Nos tumbamos juntas en la cama, una al lado de la otra y mirando al techo.

-Siento todo lo ocurrido.-Habló ella de repente.-No deberíamos haberte dicho aquello. Solo queríamos apartarte de Aaron, nunca hubiéramos imaginado que te marcharías así.

-No tienes que preocuparte por ello. Toda esta aventura me ha hecho mucho más fuerte. Además él no fue quien mató a mis padres, fue el estúpido de su hermano Izan. Ojalá pudiera romperle el cuello...

-Vaya, yo realmente pensé que fue él. Quizás fue porque me cegaba por todas las atrocidades que ha hecho.

Suspiré.

-¿Pero sabes qué?-Continuó.-No sé qué le has hecho Elia, pero está claro que ya no es el mismo. Me cuesta muchísimo reconocerlo, pero él se preocupa por ti. Y sé que sabes de sobra lo que mi hermano siente por ti, aún así comprendo que Aaron sea quien tenga tu corazón.

Aquello había sido una clase de aceptación hacia mis sentimientos por Aaron, y hasta ahora era que no me había percatado de lo importante que era para mí que estuviera de acuerdo.

Una lágrima escapó incontenible de mis ojos y la abracé con fuerza.

Después de aquello seguimos un rato más hablando de todo.

-No sé Beth, a veces siento que esto me supera. No hay día en que podamos estar tranquilos o sin ningún percance. Primero era porque soy una nacida, y ahora porque quieren quitarnos del medio.

-Eres fuerte Elia, puede parecer complicado pero mientras estemos unidos de verdad creo que podemos con todo.

-Ojalá sea así...

No sé cómo pasó pero entre conversaciones acabamos quedándonos dormidas.

-Despierta.-Susurraron en mi oído.-Elia, despierta.-Insistió.

Abrí los ojos un poco resentida y miré alrededor.

-Al fin, mio angioletto.

¿Qué hacía Jasón aquí? ¿Cómo había conseguido traspasar los escudos de Aaron y haber llegado sin más a mi dormitorio.
Miré hacia la cama, Beth no se encontraba allí. Quizás se había despertado y había decidido dejarme descansando.

-¿Qué quieres de mí Jason?-Dije seria y serena, intentando mostrar la seguridad de la que totalmente carecía.

-Exactamente eso, a ti.

-¿Y qué se supone que tengo que tanto te interesa?

-Eres una excepción Elia, una creación especial. Juntos podemos ser invencibles.

-Ni en tus sueños...-Refunfuñé a sabiendas que lo que pretendía es que me uniera a él.

-Créeme que sí. Es más, será mañana mismo.

-¿Qué te hace estar tan seguro?

-Elia, sé de sobra que Aaron está preparando un ejército para enfrentarse a nosotros. Es cierto que podéis perfectamente contra los tontos de Harrison y el brujo junto con sus pacotillas, pero no contra mi hermano y yo. Te estoy dando la posibilidad de salvar a los tuyos. Aaron se negará a llevarte a la batalla, pero tú llegarás a escondidas. Si haces eso prometo no tocar ni un pelo a ninguno de tus amigos.
Avísales, mañana a las cinco de la tarde en la mansión abandonada del parque natural. Pero si cuentas algo más acabaré con los Woodgate y con los Black.

Permanecí callada escuchando todo sin ser capaz de articular respuesta.

-El futuro está en tus manos.

Después de aquello algo extraño comenzó a zarandearme.
Me desperté de repente tumbada en mi cama. Aaron me movía agarrándome por los hombros y Beth estaba algo preocupada a su lado.

-¿Qué ha ocurrido?-Mi mente estaba realmente confusa.

-Tú solo comenzaste a hablar en sueños y cuando nombraste a Jason fui corriendo a buscar a Aaron.

-Elia, tus ojos están rojos. ¿Qué has soñado?

Había pasado bastante tiempo desde la última vez que mis ojos habían cambiado de color.

-Creo que Jasón entró en mi cabeza...-Contesté sin saber realmente lo que estaba ocurriendo.

-¿Qué te dijo?

-Mañana a las cinco en el parque natural. Sabe lo del ejército.-Froté con los dedos mis sienes un poco doloridas.

Aaron golpeó el colchón enfadado y salió sin decir nada.
No fue que lo volví a ver hasta la mañana siguiente. Él se mostraba frío y distante. En la mesa de desayuno nos encontrábamos varios reunidos, incluidos Beth y Alex a los que había permitido quedarse esta noche por seguridad.
Quería hablar con él pero no delante de todo el mundo, por lo que tuve que esperar hasta después de comer ya que hasta entonces no habían parado de hacer planes.
Apenas quedaba una hora para la salida y todos necesitaban relajarse.
Fui hasta su dormitorio y llamé a su puerta con suavidad antes de entrar.

-¿Qué haces aquí Elia?

Fruncí el ceño, no era normal que me recibiera de aquella manera.

-Solo venía a verte, estabas un poco tenso y pensé que te vendría bien hablar conmigo.

Él rió, pero no era de felicidad.-Créeme que ahora no hay nada que puedas hacer. Es mejor que te mantengas al margen para evitar causar más problemas.

¿Pero qué le pasaba? ¿Por que me hablaba así?
Mis ojos comenzaban a picar.-¿Causar más problemas ?eso es lo que realmente piensas de mí...

Y salí corriendo de allí. Yo también lo estaba pasando mal con aquella situación, no era el único que estaba tenso en aquella mansión por lo que no tenía razón alguna para tratarme mal.

Me encerré en mi dormitorio y me hundí entre los almohadones.

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