···Elia···Llevábamos no menos de 20 minutos caminando entre calles cuando finalmente llegamos a un camino de piedra.
-¿Dónde estamos yendo?-Pregunté algo desconfiada.
-Noto cierta inseguridad en tu voz.-Rió.
-Perdona si me cuesta confiar en la gente después de enterarme de todo lo que supone ser lo que soy, y de quién se supone que eres tú.
-¿Y no crees que si quisiera hacerte daño ya te lo hubiera hecho? ¿O que si quisiera utilizarte para conseguir ese poder no os lo habría contado ni a ti, ni a tus amiguitos frikis?
-No son frikis.-Me quejé.
-La verdad es que sus continuas derrotas me divierten bastante.-Dijo en burla mientras abría una gran puerta de metal sin siquiera tocarla.-Bienvenida a mi humilde morada.
Alcé una ceja.- ¿Humilde morada? Creo que tu casa es más grande que el pueblo entero.
Aunque no dijo nada, sabía de sobra que aquello le había sentado bien a su ego.
Aquel campo era precioso, era increíble que todo pudiera estar tan verde.
Seguimos caminando subiendo por unos grandes escalones de mármol oscuro llegando a un portón.
Quedé extrañada al fijarme en que no parecía haber ninguna cerradura en aquella gran puerta.-Aaron...-Se me hacía raro llamarlo así.-¿cómo piensas entrar?
Él se giró con una sonrisa ladeada.-Magia.Alzó la mano y automáticamente la puerta se abrió.
-La casa está protegida por un conjuro. Solo puede entrar quien yo realmente quiera. Para los demás resulta imposible.Le miré asombrada.-¿Puedo preguntarte cómo sabes tanto de este mundillo?
Él comenzó a reír.-¿De este mundillo? Elia, créeme cuando te digo que no soy tan joven como tus amiguitos Wood.
-¿De cuántos años estamos hablando?
-Demasiado para ti, Elia.-Aquello parecía alguna clase de advertencia.
No dije más, simplemente le seguí a paso rápido para no perderle de vista por la estancia.
-Pero si nos has traído la comida.-Sonó una voz masculina.
En aquel momento Aaron se pegó a mí.- Izan... habéis vuelto antes de lo que pensaba. Ella no está en el menú.
- ¿Por qué tan egoísta hermanito?- Ante nosotros apareció un muchacho castaño con una sonrisa divertida que no me hacía ni pizca de gracia.
-Déjalo Izan, sabes de sobra que Aaron no es de compartir.- Habló una tercera voz siendo esta de mujer.
Era una rubia, más alta que yo y muy esbelta, que miraba sonriente a Aaron mientras que en cuanto posó su vista en mí se esfumó cualquier diversión que pudiera haber.-Qué hace ella aquí.
-Amara, luego hablamos.-Dijo totalmente serio.
Me sacó de aquella casa tan rápido como pudo.
-¿Quiénes eran?-Pregunté conmovida por todo lo que había sucedido de repente.
-Mis hermanos. Pensé que todavía no habían vuelto.
Aaron nos teletransportó de un chasquido de nuevo al punto en que nos habíamos encontrado.
-Vuelve a casa. Y ni se te ocurra salir Elia. Bajo ningún concepto.
Sabía que decía aquello para protegerme, pero no me gustaba nada el tono que estaba usando. Aun así decidí no decir nada y simplemente marcharme.
Entré por la misma ventana por la que había salido y me tumbé en la cama exhausta.
...
Los siguientes días fueron bastante mediocres. Yo no podía salir de casa debido en gran parte a que el rojo de mis ojos no desaparecía. Harrison no se despegaba de la biblioteca en busca de información sobre los nacidos que pudiera sernos de ayuda. Y para colmo, no había vuelto a ver a Aaron. Ni un mensaje, ni una visita, nada.
Obviamente Alex y Beth se alegraban de ello. Me cansaba pasarme el día escuchando a Alex y Lucas recordándome que Aaron era un monstruo.
Y yo me preguntaba, si él era realmente así ¿cuál era la razón por la que todavía no me había matado o por qué no me había dejado morir sin más en aquella explosión del Hotel Palace?
Harrison interrumpió mis pensamientos entrando realmente exasperado al salón en el que todos nos encontrábamos mirando entretenidos en el televisor un programa bastante estúpido.-¡Lo sabía!
-¿Qué ocurre?-Frunció el ceño Beth.
-¡Sabía que iba a traicionarnos! Ya se ha extendido el rumor de la presencia de una nacida, Aaron nos ha delatado.
-¿Y cómo sabes que ha sido él?-Salté ahora yo.
-Porque tu muerte le beneficia enormemente.
Tenía la necesidad de hacerles ver qué Aaron no era tal como ellos decían, pero tenían razones de sobra contra mi teoría.
•••Aaron•••
Decidí llevar a Elia de vuelta antes de que tuviera que llevar a cabo un enfrentamiento con mis hermanos por protegerla. No tenía ni idea de que ellos fueran a estar en casa, si no jamás se me hubiera pasado por la cabeza llevarla allí.
-Solo te traerá problemas.-Miré hacia el sofá y allí estaba, mi hermana en soledad, pintándose las uñas como si no tuviera nada más importante que hacer.
-¿Cómo lo has sabido?
-Por favor Aaron, que Izan sea estúpido no significa que yo también lo sea. Vi sus ojos.
-Amara, no voy a matarla.
-¿Por qué no?
-No necesito tanto poder.
-Por dios, eres ambicioso hermano, demasiado. Es imposible que no quieras ese poder.
-Las personas cambian.
-Sí, pero tú no. Averiguaré qué es tan importante como para que no quieras sacrificarla.- Parecía que había encontrado algo emocionante que descubrir.
Decidí pasar de largo, no quería seguir escuchando a mi hermana.
-Aaron.-Me llamó justo antes de que me fuera.-Aléjate de ella. Si realmente no quieres matarla es lo mejor que puedes hacer. Si la ven contigo estará en peligro.
Asentí.
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Vampire
VampireElia es vampiro de nacimiento, lo que fue considerado como un milagro para sus padres. Ellos siempre la ayudaron consiguiéndole el sustento que necesitaba sin levantar sospechas entre el resto de ciudadanos de Detroit, pero ahora que sus padres h...