Capítulo XIV

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-De acuerdo.-Pronunció Aaron una vez nos tuvo reunido en un increíble, y he de decir que dicho adjetivo se queda corto, enorme comedor en la casa más lujosa de toda la ciudad.-Recordad el plan: somos cuatro amigos que han venido a pasar las vacaciones aquí. Venimos de Detroit y somos universitarios. Intentad parecer normales, y si veis cualquier cosa sospechosa, peligrosa o importante llamadme a este número.-Dijo mientras les daba un papel que unos dígitos apuntados a Alex y Beth.

Todos estábamos de acuerdo con la idea llevada a cabo por Aaron. Además, era increíble el montón de recursos que poseía para hacer lo que fuera que se le ocurriera.

-Mientras termináis de acomodaros, Elia iremos y yo a hacer la compra.

Si no fuera por lo mareado que se encontraba Alex debido al viaje ( y sí, los vampiros también se marean), estoy segura de que habría dado alguna queja.

Justo antes de salir él me cogió del brazo parándome en seco.

-¿Qué ocurre?-Pregunté confusa.

-¿Piensas salir así a la calle?

Aquello no aclaró mi mente, sino al contrario. Comencé a observarme de arriba a abajo buscando el problema algo avergonzada.

Aaron soltó una pequeña risa.-Hablo de tus ojos...

Alzó mi rostro entre sus manos y se fijó en ellos. Aquello fue inesperado, pero me dio oportunidad para ver la profundidad que daba lugar su mirada, y sin darme cuenta el pulso se me aceleró.

Seamos sinceros, a cualquiera con Aaron tan tan cerca se le aceleraría el pulso.

Una vez se alejó, pude tranquilizarme poco a poco.

-Te hice un hechizo para que nadie pueda ver el rojo de tus ojos.

Fruncí el ceño.-¿Y por qué no lo habías hecho antes?

-Hasta hace nada no sabía hacerlo, pero estuve investigando.-Sonrió. Supongo que tanto tiempo en la biblioteca leyendo sobre nacidos le había aportado bastante nueva información sobre mí.

Asentí contenta de poder salir sin que me reconocieran tan fácilmente.

-¿Conoces la ciudad?-Le pregunté una vez estuvimos en la calle por miedo a perdernos.

-Pues claro.-Sonrió.-Estuve viviendo aquí hace unos años.

Me pregunté entonces cuál sería su concepto de "hace unos años".

Pensé que por hacer la compra se refería a ir a un supermercado, sin embargo, para mi sorpresa entró en una tienda de teléfonos móviles.
Se dirigió al dependiente y le pidió algo que no alcancé a oír. Cuando se lo trajo, Aaron le dio su tarjeta de crédito y una vez terminó de pagar salimos de la tienda.

-Para ti.-Me tendió una caja.
Cuando la miré no podía creerlo.

-Aaron no puedo aceptar esto.

-¿Cómo que no?

-Te ha tenido que costar una fortuna.

-¿Bromeas? Elia por favor, sabes que estoy aburrido de tanto dinero que tengo.

Bueno, no hacía falta que me lo restregara, ya me había dado cuenta yo de eso.

Por mucho que me negué, tuve que acabar aceptándolo.

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