Capítulo VI

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     Aaron se levantó y vino hacia mí.

-No te acerques a ella.-Gruñó Alexander. Todos mantenían distancia con él disponiéndose en una de las esquinas contrarias.

-No va a hacerme daño. Más le vale.-Intenté tranquilizar y parecer valiente.

Nos apartamos un poco de resto aún sabiendo que podían escucharnos a causa del súper oído vampiro.

-Tus ojos siguen rojos.

-Sé de sobra que estoy horrible.- Dije bastante cortante.

-En realidad me gusta.

-Creo que mis ojos no son un tema importante del que hablar. Eres... Aaron. ¿Por qué has estado jugando conmigo?- Exigí fingiendo que no hablaba realmente con el asesino con el que lo hacía.

-Yo no fui quien te dejó aquella nota y desde luego no te llamé. Elia, si todo esto es real y alguien va detrás de ti es por algo serio. Necesito saber qué es lo que eres, sino no podré ayudarte.

-Soy un vampiro.

Él levantó una ceja incrédulo.-Eso no es posible, si lo fueras te habría detectado.

-Bueno está claro que yo tampoco te detecté a ti.

-Pero no lo hiciste porque encubro la esencia de mi parte vampiro con magia, y dudo que tú sepas hacer eso. Además, tus ojos rojos, eso es algo extraño.

-Soy extraña porque nací siendo vampiro.

Cerró los ojos con una preocupación que no comprendía.-Mierda.-Se giró hacia mis amigos.-¡Es una maldita nacida! ¿y ninguno os habéis dado cuenta?

-¿Una nacida?-Resonó por la sala.

-Así denominamos a los vampiros puros que nacen convertidos. Y os aseguro que son muy pocos.

-Con poco ¿te refieres a...?

-Me refiero a uno cada ciertos siglos.

Alexander se levantó de su butaca.-¿Y qué ocurre porque sea una nacida?

-¿Nadie ha escuchado la antigua leyenda? ¿En serio? ¡Es la más importante de todo ser sobrenatural!-Él parecía realmente molesto.

-Yo he escuchado sobre ella. Trata sobre que la vida de una nacida nos separa de la oscuridad. Una bruja me contó que su muerte solo traería un fatídico destino a los sobrenaturales.-Soltó Harrison.

-Eso es una explicación bastante falta de detalles, pero al menos se acerca.-Aaron se giró hacia mí.-Ven, vamos al sofá y os contaré más.

Le acompañé y me hizo sentar en la butaca que había delante de él y en la que apoyaba sus brazos.
Permaneció de pie, aunque de todas formas nadie hubiera querido estar demasiado cerca.

-Veréis, hace siglos atrás todo ser sobrenatural tenía un poder que lo caracterizara dependiendo del bando que defendían. Los oscuros tenían una fuerza realmente maligna, mientras que el resto, a los que sin mucha imaginación denominaron "los bondadosos", tenían la luminosidad y la paz en sus venas.
La guerra se desató y los del bando equivocado no tuvieron piedad en acabar con vidas en vano.

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