Capítulo XXII

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Mientras que mi mente se negaba al completo, mi corazón se aceleraba con tan solo pensarlo.
Aquella idea que hubiera podido parecer tan descabellada al principio, fue comenzando a parecerme demasiado atrayente.
Sus ojos estaban fijos en mí, su mirada era dulce y suplicante a la vez.
Él también me echaba de menos.

Aaron se fue acercando poco a poco al darse cuenta de que yo no me estaba negando

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Aaron se fue acercando poco a poco al darse cuenta de que yo no me estaba negando. Sentí como si mis labios fueran un imán que me atraía a los suyos.
Nos encontrábamos a tan solo un centímetro de distancia cuando mi teléfono comenzó a sonar.
Su timbre estridente de llamada entrante fue suficiente para hacerme volver a la realidad.
Me levanté rápidamente y cogí el móvil.

-Diga.

-Soy yo, Grace. Elia tienes que escapar de esta ciudad, saben exactamente quiénes fuisteis capaces de huir y os están buscando.

-¿En qué mierda estás metida?

-Mis padres pertenecían a esa organización desde que yo tengo conciencia. Creo que uno de vosotros había matado a mi abuelo o algo así y quisieron unirse a la causa para acabar con ellos.

-¿Y saben dónde vivo?

-Lo están averiguando, y dudo que tarden demasiado.

Pasé una mano por mi frente.-De acuerdo. Gracias.-Dije seca.

-Elia... necesito que me perdon-.

Corté la llamada antes de que pudiera terminar de hablar. No tenía tiempo para disculpas.

Me giré hacía Aaron. Iba a explicarle pero me di cuenta de que había escuchado obviamente todo con su oido prodigioso.

-Quédate aquí. Tengo que preparar las cosas para marcharnos.

-Ni pensarlo.-Me quejé.-Ya no soy la pobre indefensa que hay que dejar atrás. Iré contigo.

Él suspiró.-Esta era exactamente la razón por la que no quería que aprendieras a luchar.

Me encogí de hombros.-Demasiado tarde.

Aunque todavía probó un par de intentos para dejarme en casa, finalmente aceptó.
Ahora nos encontrábamos en un supermercado. No estaba atenta a lo que él iba comprando, confiaba de sobra en que Aaron sabría exactamente qué necesitábamos. Yo por el contrario me encontraba en guardia, atenta ante cualquier ataque imprevisto.
Gracias a Dios, todo estuvo bastante tranquilo y pudimos terminar sin problema alguno.
Cuando estábamos metiendo todo en el maletero del coche fue cuando me di cuenta de que aquello eran objetos de acampada, con tienda de campaña incluida.

-Aaron, ¿qué es todo esto?

-A partir de ahora quedarnos en una ciudad va a ser más complicado y peligroso que antes. Lo mejor es alejarnos un tiempo y permanecer donde no puedan encontrarnos ni ellos ni sus tecnologías.

Estuve de acuerdo con aquello, además un poco de tranquilidad no me vendría mal.

-¿Cuándo nos vamos?

-Después de pasarnos a buscar ropa y recogerlo todo en la casa.

Asentí.

A medida que nos acercábamos a mi calle, una sensación de molestia aumentaba en mí. Algo iba mal.

-Mierda.-Escuché a mi compañero maldecir.

Miré al frente y pude comprobar que había alguien en mi casa, probablemente registrándola o en mi búsqueda. Dos coches negros de cristales tintados estaban aparcados justo en frente.

Aaron dio un giro al volante y rápidamente se alejó de allí.-Tenemos que marcharnos ya.

El coche tenía iba a tanta velocidad que en cuestión de un par de minutos, ya habíamos salido de la cuidad.

-¿Tienes alguna idea de dónde podemos ir?

-Pues claro. Desde que supe que estabas aquí tenía planeado sacarte de esta ciudad.

Cómo iba a dudar siquiera de que él no tuviera un plan.
Ni siquiera encendí la radio, estaba demasiado tensa como para ello. Había perdido todo lo que estaba en mi casa, incluso mi pobre perro...

Paramos en una gasolinera de camino. Aprovechamos para comprar algunas camiseta y pantalones básicos. Obviamente también cargamos el maletero de comida.

Pronto el paisaje se convirtió en un conjunto de distintos árboles, algunos de tamaño promedio y otros enormes.

-Ya hemos llegado.-Paró el coche de repente.-Aquí estamos lo suficientemente adentro del bosque para que les sea imposible encontrarnos.

Una vez habíamos montado el mini campamento, estuve sorprendida de lo bien que estaba. Mi única queja fue que Aaron se había encargado de comprar una sola tienda para los dos.

Me senté en el suelo de hojas de repente sintiéndome agotada.
Al poco tiempo Aaron ya se encontraba a mi lado.-¿Desde cuándo no tomas sangre?

-Ha sido una semana complicada.-Bufé.

-Necesitas cazar algo.

Negué rotundamente. Nunca había bebido de un humano y no iba a comenzar ahora.

Él se quedó pensativo.-Seré yo quien consiga sangre, y tú puedes alimentarte de mí.

Aunque quería volver a negarme, aquello no parecía tan mala idea, y menos cuando estaba muerta de hambre. Observé su cuello, los recuerdos de ocasiones anteriores solo aumentaron mi ansia por morderle.

Fui acercándome lentamente hasta que finalmente mi boca rozó su piel y pude respirar su aroma. Él me rodeó con sus brazos apretándome contra su cuerpo. No aguanté más y hundí mis colmillos.

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