Capítulo X

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    El resto del día lo pasamos aprovechando para relajarnos. Y bueno, la verdad es que de relajarse poco.
Alexander ponía pegas a todo lo que Aaron hacía sin que él hiciera mucho caso a sus quejas. Sin embargo, hubo un momento en el que finalmente pareció cansarse y fue hasta donde se encontraba Alex, tirándolo al suelo con una sola mano. Éste, avergonzado se fue maldiciendo a su dormitorio.

-No tendrías que haber hecho eso.-Le recriminé a Aaron.

-Me tenía de los nervios. Además, necesitaba que alguien le bajara los humos.-Dijo con su voz grave.

A la mañana siguiente, conseguí llevar a duras penas a Aaron a un rincón de la propiedad donde habían unos cuantos árboles para que comenzara con las lecciones que me había prometido.

-De verdad Elia, no es necesario que aprendas a luchar.

-Aaron, dijiste que lo harías. Sé un vampiro de palabra.-Sonreí.

Él suspiró, y después de observarme unos minutos sin saber qué pasaba por su cabeza, finalmente asintió.

-Empezaremos con lo más básico: lo primero es saber defenderse.-Explicó de brazos cruzados.-Si te encontraras con un enemigo de frente qué harías.

-Plantarle cara.-Respondí rápidamente.

-Incorrecto. Elia, debes huir como sea, correr lo máximo que permitan tus piernas.

Fruncí el ceño.-Pero eso no es defenderme.

-Eso es defender tu vida.

-¿Y si no puedo correr o no hay manera de huir?

-Eso es lo que vas a aprender hoy. Cualquiera que quiera matarte irá por tu cuello, bien para rompértelo, morderlo... lo que sea. Para protegerte darás un golpe en seco contra su pecho, eso le hará retroceder o si tienes suerte saldrá disparado lejos.

-Ahá.

-Ahora prueba conmigo.

-¿Contigo? Aaron no quiero hacerte daño.

Él comenzó a reír a carcajadas.-Permíteme que lo dude Elia.

En menos de un segundo después ya se había lanzado contra mí y su boca rozaba mi cuello. Dejó lo que me pareció un suave beso antes de separarse que provocó temblor en mis piernas.

-Ya estarías muerta.

Pronuncié palabra como pude a pesar de lo nerviosa que en un momento me había puesto.-No me dejaste tiempo.

-¿Y alguien que te quiere matar lo hará?

-Cierto.

Volvió a por mí una segunda vez, pero como había permanecido alerta pude interponerlo con mi mano.
Una extraña sensación de fuerza recorrió mi brazo y Aarón salió volando hacia atrás.
Habría caído contra el duro suelo si no fuera porque su gran agilidad le permitió mantenerse en pie.
Aún así su rostro mostró asombro.

-Elia... ¿cómo?

Miré mi mano confusa.-No me preguntes porque no tengo ni la menor idea.

-Tendré que investigar más sobre las habilidades de un nacido para evitar llevarme más sorpresas.-Se acercó de nuevo a mí y cogió mi mano para observarla.-Esto se te va a dar mejor de lo esperaba...-Pero no parecía contento con ello.

Sin más dio por finalizada la lección y se metió sin decir palabra en una biblioteca de la que yo desconocía su existencia hasta aquel momento.

Suspiré sin comprender que pasaba por sus complicados pensamientos.

A mis espaldas escuché un murmullo. Me giré pero no había nada. Sin embargo, el sonido procedente de unos arbustos no cesó. En cuanto me acerqué me vi sorprendida por un vampiro que parecía muy poco amistoso.

-Tú debes ser la tan buscada nacida.-Sonrió.

-Si das un paso más gritaré.

-Tranquila, yo no he venido a desangrarte, todo lo contrario.

Fruncí el ceño sin comprender.

-Tienes que morir antes de que consigan tu sangre y devuelvan la oscuridad. Tu vida no vale nada en comparación con todas las que costará tu existencia.

Comencé a sentir miedo.-No vas a matarme.-Dije preparada para salir corriendo.

-Claro que no. Lo harás tú misma.-Me sorprendí por sus palabras.- ¿De verdad vas a arriesgar la vida de tantas personas? ¿Cuán egoísta eres?

-Pero...

-Ya te darás cuenta. Y tomarás la decisión correcta. Confío en ello. Si no acabaré viniendo a por ti, y esta vez sí seré yo quien te mate.-Me estremecí.-Toma.
Alargó su mano y me ofreció un bote translúcido que parecía contener pastillas.- Son venenosas. Debes tomarte una al día, cada vez te sentirás peor hasta el momento en que te apagues al completo. Ha sido difícil conseguir crear una receta capaz de acabar contigo, pero aquí está. Es lo mejor Elia, será casi indoloro.

Desconozco la razón, pero acabé cogiéndolo y un instante después, aquel hombre había desaparecido.

Todo lo que me había contado había hecho a mi cabeza dudar. ¿Y si tenía razón? Yo quería por supuesto vivir, pero las consecuencias daban una probabilidad bastante alta de que muchos otros sufrieran por mi culpa.

Aún así, no quise darle más vueltas y tras meter el bote en mi bolsillo, entré al interior de la casa.

En el sofá encontré a Alex sentado.-¿Qué haces?

-Pues nada, aburrirme un poco la verdad.-Me contestó.

-Te entiendo.-Reí.-Estar aquí no va a ser fácil.

-Y que lo digas. Además, ese Aaron... no lo soporto.

-No es tan malo como piensas.

-Sí que lo es Elia. Tarde o temprano acabarás descubriéndolo.

-¿Qué te molesta tanto de él Alexander?

Miró al suelo unos segundos antes de fijar su vista en mí.-Quiero hablar de algo contigo. Vayamos al jardín.

Asentí curiosa y comencé mi marcha hasta la parte trasera de la mansión en la que había una preciosa piscina y muchas tumbonas.

-¿Qué querías decirme?-Le pregunté.

-Elia...- Comenzó a decir a medida que se acercaba más y más a mí.-Sé que llevamos poco tiempo juntos, y que no conozco todo lo que me gustaría sobre ti...-Aquella conversación comenzaba a no gustarme.

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