Capítulo XIII

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Aaron se metió de nuevo en su biblioteca y no escuché más de él en todo el día hasta que...
-¡Ya lo encontré!-Gritó entusiasmado.

Corrió hacia mí con un antiguo libro en la mano.-¿Qué encontraste?-Dije sin apenas fuerzas.

-Tu cura.-Sonrió.-Solo necesitas beber sangre de hechicero.

-Pero no nos va a dar tiempo a encontrar ninguno...

-Elia, ¿olvidaste los truquitos que hago?

-¿Cómo puedes ser vampiro y hechicero a la vez?-Comprendí a donde iba a parar.

-Porque era un hechicero cuando me transformaron en vampiro, y por imposible que parezca, mis habilidades no desaparecieron.-Me explicaba mientras se sentaba junto a mí en su cama.-Acarició mi mejilla.-Al fin voy a salvarte.

Se tumbó a mi lado y dejó a la vista su cuello dispuesto a que lo mordiera.-Vamos Elia.-Cogió mi cintura y me acercó a él.

Poco a poco fui acercando mis colmillos a su piel. Iba a ser la primera vez que mordiera a alguien y por extraño que sonara, me sentía nerviosa. Por fin mis dientes entraron en su piel y Aaron me apretó más contra su cuerpo.

Se sentía raro. Qué digo raro, se sentía realmente bien, incluso excitante.

Una vez terminé la sangre caía por mi boca. Me encontraba infinitamente mejor; me levanté de un salto de la cama y comencé a dar vueltas en el sitio increíblemente contenta.
Me tiré sobre Aaron, nunca había sentido tanta energía en mí.-Gracias. De verdad, no sé qué haría sin ti.

Él también parecía entusiasmado y besó mi frente.-Por un momento pensé que no lo conseguiría...

Pasaron las horas y aunque yo me sentía increíble, Aaron parecía de nuevo cada vez más preocupado y pensativo.

Después de dudar durante unos segundos, terminé por sentarme a su lado.-¿Qué te ocurre?

Él se sorprendió al verme como si ni siquiera me hubiera escuchado llegar.
-He estado repasando nuestras opciones, y creo que lo mejor es que nos vayamos a otro lugar. Quien fuera que te dio esas pastillas sabe dónde estamos.
Concordé con la idea, sobretodo porque recordé su amenaza.

"Tomarás la decisión correcta. Confío en ello. Sino acabaré viniendo a por ti, y esta vez sí seré yo quien te mate."

Sus palabras retumbaban en mi mente.

Recogí todo lo más rápido que pude y lo metí en el coche donde Aaron ya me esperaba impaciente por ponerme a salvo.

Una vez arrancó el coche y entró en carretera me dispuse a hablar.-¿A dónde vamos?

-A Lansing.

-¿Pero como voy a esconderme en una ciudad?

-No te esconderás. Alexander y Elisabeth vienen con nosotros.

-¿Y los demás?

-Ya los he puesto a salvo.

-Lo tienes todo bajo control.-Dije sorprendida.

Él sonrió.-¿Dudabas de mí?

Comenzó a contarme todo el plan al detalle.
Íbamos a hacernos pasar por cuatro jóvenes amigos que pasarían una temporada de descanso en Lansing.
Todo parecía fácil gracias a Aaron.

Una vez estuvimos en Dearborn, Beth y Alex montaron en los asientos de atrás cargados de maletas.

-¡Elia!-Me abrazó mi amiga.-Te he echado tanto de menos.

Le devolví el abrazo todavía más fuerte a lo que ella respondió riendo.

-Ya habrá tiempo para esto cuando estemos todos a salvo.-Gruñó Alex.

Apenas llevábamos una hora de viaje y ambos hermanos permanecían dormidos apoyados el uno sobre el otro. Era una imagen bastante adorable.

Centré después mi atención casi sin darme cuenta en Aaron. Podía ver sus muy bien estructurados brazos al mano del volante, su delicado perfil, su...

-En serio, una foto te durará más.-Bromeó él habiéndose dado obviamente cuenta del repaso de arriba a abajo que yo le había dado en un momento.

Miré rápidamente hacia adelante totalmente avergonzada.-No sé de qué me hablas.-Intenté hacerme la loca.

Cómo podía haber pensado en observarlo sin que se diese cuenta.
Obvio que se iba a dar cuenta... Refunfuñé para mis adentros.

-Puedo resultar bastante atractivo, no hace falta que lo niegues.

-Pero bueno, ¿de dónde salió tanto ego?-Puse mis ojos en blanco.

Lo siguiente que ocurrió sí que fue del todo inesperado para mí.
Su mano permanecía ahora apoyada en mi pierna.-¿Sabes que puedo conseguir exactamente lo que quiera, verdad?-Dijo sonriendo de lado.

-¿A qué te refieres con lo que quieras?-Me hice la bastante inocente.

Aquello solo hizo que su sonrisa se ampliara todavía más.-Te daré clases algún día de eso también.

Mis mejillas se pusieron al rojo vivo, lo que causó que él estallara en risas.

Le maldije todas las veces que me fue posible y por increíble que pareciese, ni Alex ni Beth se despertaron ni un solo momento. Parecían rocas durmientes.

El resto del viaje fue más tranquilo. Después de prácticamente suplicarle a Aaron que pusiera un poco de música para hacer el trayecto más ameno, mis párpados se cerraron y acabé durmiéndome por mucho que intenté evitarlo.

Mis sueños sobre unicornios comiendo helado de colores fueron interrumpidos por unas suaves manos que acariciaban mi mejilla.-Elia, despierta.

Abrí mis ojos lentamente y me di cuenta de que ya estábamos entrando en la ciudad.

-Dios.-Miré a Aaron.-Se me ha pasado volando.

-Normal, con la siesta que te echaste...-Se burló.

Le saqué la lengua y después me dispuse a mirar por la ventana.

Era una ciudad preciosa, y ojalá pudiera disfrutar un poco de ella y olvidarme de toda la gente que quería matarme por algo de lo que no tenía culpa

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Era una ciudad preciosa, y ojalá pudiera disfrutar un poco de ella y olvidarme de toda la gente que quería matarme por algo de lo que no tenía culpa.
Yo no había decidido ser una nacida.

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