Capítulo XXVII

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•••Elia•••

A la mañana siguiente, desperté entre los brazos cálidos de Aaron.
Cuando alcé la cabeza nuestros ojos se encontraron, no tenía ni idea de cuánto tiempo llevaba mirándome.
Los recuerdos de la noche anterior vinieron a mí, y sentí algo florecer dentro.
A decir por la sonrisa que apareció en su rostro, mis mejillas debían estar muy coloradas.

-Buenos días, cariño.

-Buenos días.-Dije algo cortada.

-¿Cómo te sientes?-Parecía preocupado, y me imagino que quería descubrir si me había hecho daño o no.

-Perfectamente.

-¿Seguro?-Parecía adorable.

Asentí.

-Menos mal, es que ayer me pedías tanto que pensé que te iba a partir.-¿Dije adorable? Lo retiro. Maldito Aaron y su fantástica habilidad para conseguir que me muriera de vergüenza.

Golpeé su pecho.-No te pases ni un pelo...

Él rió y me abrazó más fuerte.
De repente su teléfono comenzó a sonar.

 De repente su teléfono comenzó a sonar

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-Es Alex.-Gruñó sin mucha ilusión.-¿Qué quieres?

-...

-¿Para qué?

-...

Bufó y después me pasó el móvil.-Quiere hablar contigo.
Lo cogí y lo aproximé a mi oreja.

-¿Alex?

-Tenías razón. Lucas y Harrison están tramando algo. Encontré en el despacho una agenda con el número de varios vampiros a los que están llamando para reunirlos. Anoche los escuché hablar cuando pensaron que estábamos ya dormidos.

Aaron me arrebató el teléfono.-Veniros a mi casa tú y tu hermana, es más seguro hablar esto en persona.-Le dijo antes de colgar.

-Es hora de comenzar a prepararnos para lo que se aproxima.- Gruñó mientras se vestía.

Agradecí que se diera la vuelta para que yo pudiera vestirme.

Después fui a mi dormitorio para ducharme y vestirme, me quedé mirándome en el espejo sin darme cuenta.

Me revisé de arriba a abajo curiosa en busca de algo que hubiera cambiado en mí desde el día anterior.
Finalmente lo había hecho con Aaron, y aunque al principio había sido algo incómodo, había acabado encantándome.

Cuando llegué al comedor me sorprendieron unos brazos rodeándome.

-Te he echado tanto de menos.-Era Beth.

-Y yo a ti.-Tanto tiempo sin ella me había llevado a extrañarla demasiado.

Pronto se sumaron los brazos de su hermano.

Una vez se separaron, vi la mirada de Aaron puesta en Alex, vigilando cada movimiento que hacía hacia mí. Se aclaró la garganta.-Cuando queráis podemos empezar.

Nos sentamos alrededor de una mesa. Amara se unió a nosotros, y por suerte Izan no apareció por allí, y a decir verdad lo agradecí porque de verdad que no aguantaba su presencia. Pensar en él era pensar en el asesino de mis padres.

-Tenemos que estar preparados para que su ataque no nos pille por sorpresa. ¿Esos dos están formando un ejército? Nosotros haremos el nuestro.

-¿Y cómo vamos a hacerlo?-Preguntó Alex.

-Mis hermanos y yo nos encargaremos de ello, no podemos arriesgarnos a levantar sospechas.

Todos parecíamos de acuerdo con la idea.

-Hoy mismo lo prepararemos todo.-Dijo ahora Amara.

Me moví incómoda en mi asiento. Quería parecer valiente, pero lo cierto es que tenía bastante miedo. Nada que no pudiera controlar.

Sonó el timbre de la puerta y decidí ir yo ya que nadie parecía tener intención de hacerlo y ahora estaban discutiendo tácticas de combate, algo de lo que yo no estaba muy enterada ya que prefería dar patadas y puñetazos al ton ni son.

Desde dentro aquel gran portón sí se podía abrir.
Me encontré al otro lado a un muchacho de cabello oscuro y ojos azules.

 Me encontré al otro lado a un muchacho de cabello oscuro y ojos azules

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-Buenos días, piccolina.-Dijo con un acento extraño.

-Buenos días.

Esperé a qué me dijera que era lo que quería, sin embargo tan solo me miró de arriba a abajo un par de minutos

-Perdona, ¿quiere algo?

Negó.-Eres muy interesante.-De nuevo aquel acento, italiano si no me equivocaba.-Nos veremos pronto pequeño angioletto.-Sonrió antes de marcharse.

Me quedé confusa. ¿Qué acababa de pasar?

Cerré la puerta de nuevo y me dirigí hacia donde se encontraban todos.

-¿Quién era?-Preguntó Beth a mi lado.

-Ni idea.-Me encogí de hombros.-Era un muchacho muy raro, parecía italiano.

De repente Aaron y Amara se giraron hacia mí con el ceño fruncido.-¿Qué te dijo exactamente?

-Me saludó y se fue, dijo algo como piccolina y angioletto. De verdad que era extraño.

Se miraron entre ellos y se levantaron corriendo yendo a la entrada.

Ni Alex, ni Beth, ni yo entendíamos qué estaba pasando.
Al cabo de unos minutos aparecieron de vuelta, Amara lucía preocupada y Aaron cabreado, quien se acercó a mí y me revisó al completo.

-¿Te ha tocado?

Negué.-¿Qué pasa Aaron?

-Era Jason, uno de los hermanos Tanner.-Respondió su hermana. Ahora Alex y Beth parecieron comprender.

-¿Y qué hacía aquí? ¿Cómo se atrevió a acercarse?

-Me estaba desafiando.-Gruñó Aaron.-Y quería verte a ti.-Me miró. Aquello me causó un escalofrío.-Esto tiene que acabar ya. Ahora mismo lo vamos a preparar todo para acabar con esos hijos de puta.

Era la primera vez que lo escuchaba hablar tan enfadado, y si estaba así era por algo, y es que ese tal Jason podría haberme matado si hubiera querido.

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