Avanzaron con mucho más cuidado esperando encontrar en su camino algún claro que indique viviendas. Tuvieron que caminar quince minutos antes de encontrar la mencionada finca. Primero vieron un leve cambio en el tipo de vegetación que se les presentaba, pero a los pocos cientos de metros, el frondoso bosque fue remplazado por un pastizal de gran extensión. Redujeron la marcha sabiendo que en el pastizal ya no tendrían la protección que tenían en el bosque, y por momentos se detenían para poder oír y ver con más atención todo lo que los rodeaba. A la derecha del camino, en medio del pastizal, se erguían una gran cantidad de edificios.
-Son viveros -dijo Pelorat al observar detenidamente los edificios que se presentaban ante ellos. -Sus paredes son transparente, ¿lo pueden ver?
Ambos compañeros asintieron con la cabeza y siguieron su marcha por el camino.
-Regresaremos al límite entre el bosque y este pastizal -dijo Trevize -es la mejor manera de tener en donde escondernos. En estos pastizales seremos vulnerables.
Pelorat no respondió, pero su cara se volteó hacia atrás para ver el camino que debía desandar, mostrando un absoluto pesar. Sin embargo la sugerencia era la más adecuada para su situación, por lo que voltearon y caminaron sobre sus pasos hasta el lugar que se había dicho. Se introdujeron paralelos al bosque y al pastizal, dejando tras suyo el cómodo camino que los había traído. El esfuerzo por caminar en esa superficie cansaba más que hacerlo en el perfectamente plano camino, por lo que rápidamente el cansancio aumentó reduciendo la velocidad de avance.
-Descansemos por unos minutos -sugirió Trevize. Sus compañeros recibieron la noticia entre complacencia y asombro. Pelorat y Bliss no esperaron para cumplir con la sugerencia e inmediatamente se echaron sobre las yerbas. Trevize se sentó y apoyó sus espaldas sobre un frondoso árbol de pequeña estatura. Estuvieron allí descansando por algunos momentos, olvidando completamente su condición de intrusos de un planeta desconocido.
La temperatura del ambiente era un poco fresca, y recién pudieron percibirla después de permanecer algunos minutos en reposo. Sin embargo no lo era tanto como para que empiece a ser molesto. El sol brillaba con menor intensidad que en Términus, pero mayor que una gran cantidad de planetas igualmente habitados. Los árboles correspondían a las mismas familias que todos los árboles de la galaxia, pero había algunos que nunca habían visto anteriormente. Eso delataba que el planeta había sido colonizado directamente por personas de la tierra, en la primera ola de colonizaciones iniciada por los espaciales. Lo mismo sucedía con las aves que surcaban el cielo y llenaban el ambiente con trinos de todas tonalidades. Bliss estaba extasiada con el ambiente, y se notaba que la estaba pasando muy bien.
Trevize se aburrió rápidamente de estar en esa posición y decidió estirar un poco las piernas. Se levantó y caminó algunos pasos haciendo un reconocimiento del lugar donde se encontraban. Una vez satisfizo su curiosidad, elevó la mirada por encima de los pastizales pero no pudo ver nada debido a la altura de estos. No conforme con eso, se dirigió al árbol que le había servido de apoyo y se trepó lo más alto que pudo considerando su peso. Una vez estuvo conforme con la altura que había conseguido trepar, dirigió su mirada hacia el otro lado de los pastizales.
-Estamos cerca de las construcciones que vimos desde la carretera -dijo a sus dos compañeros que permanecían recostados entre las hierbas sin la menor intención de levantarse. -Y son viveros como dijo Pelorat antes.
Permaneció callado un par de minutos, dejando a los dos que permanecían abajo, reposando y disfrutando de la naturaleza.
-Veo personas caminando -dijo Trevize revelando cierto nerviosismo -Entran y salen de los viveros. Parece que son los encargados de mantenerlos. Hay unos niños entre ellos. Deben ser una familia.
Pelorat y Bliss, que ya se habían levantado para poder observar por ellos mismos lo que le relataba Trevize, y se dirigieron al árbol vecino al de Trevize. Era un árbol un poco más alto y más delgado, pero era suficiente para que pueda sostener el peso de Bliss. Una vez Bliss estuvo arriba, Pelorat se dirigió al otro árbol y estuvo uno par de minutos intentando llevar su peso a lo alto del árbol, pero finalmente y con mucho esfuerzo logró ver por sus propios ojos a la familia que frente a ellos cumplían sus labores en la granja. Había ocho granjas como esas, una a lado de otra, y cada una con una familia que la atendía, tal como pudieron evidenciar durante su observación. Estaban muy atareados, aparentemente debido a lo avanzado del día que se acercaba a su fin, ya que se movían sin descanso entrando y saliendo sin cesar de los viveros. En la siguiente granja se podía ver una máquina que era conducida por uno de los granjeros por entre los pastizales, cosechando y posteriormente dirigiendo lo cortado al interior de un silo ubicado a un lado de los viveros.
-Parece una granja como cualquier otra de las que hay en todos planeta que componen la fundación -comentó Pelorat después que se aburrió de ver las mismas escenas repetitivas en las granjas -No parecen ser personas fuera de lo común. Además ya me cansé de estar aquí arriba. Si ocurre algo interesante me avisan.
Una vez dijo eso descendió del árbol y volvió a acomodarse en la hierba donde estaba antes de subir. Bliss le hizo compañía y Trevize quedó nuevamente sólo en lo alto del árbol, vigilando las actividades que se realizaban en las granjas.
Pocos minutos después él también se cansó de su posición y descendió a acomodarse en su árbol, y una vez estuvo abajo comentó.
-Esperaremos que obscurezca un poco más, -empezó diciendo -para poder acercarnos sin que nos puedan ver. De esa manera podremos conocer sus actividades desde más cerca. Por lo pronto descansemos un rato.
Al tiempo que estuvieron recostado, el crepúsculo formó una bella imagen en el horizonte, con el que informaba la llegada de la noche. Los tres visitantes permanecieron unas horas más recostados en el suelo, y vencidos por el sueño. Trevize despertó asustado y confundido sin saber cuánto tiempo había estado recostado durmiendo. Una vez se recuperó de su somnolencia despertó a sus compañeros quienes asustados despertaron consultando qué pasaba. Miraron a su alrededor y no pudieron ver nada en absoluto. Sólo pudieron escuchar la susurrante voz de Trevize que los instaba a despertar.
-Ya es tarde -decía la voz -Tenemos que ir hacia las granjas. De acuerdo a mis cálculos, es pasada la media noche.
Ambos asintieron y alejaron de sí el sueño que todavía los envolvía. Caminaron por entre los pastizales hacia la única fuente de luz que había en las granjas, tropezando en su camino ya que la luz de las estrellas era insuficiente para poder guiar sus pasos. Finalmente salieron de los pastizales y quedaron al descubierto entre las edificaciones. Ningún ruido molestaba al ambiente, lo que les permitió escuchar sus pasos y su respiración como si estuvieran amplificados. Observaron de cerca las vacías salas de los habitantes de la granja, pero a ninguno de ellos. Los instrumentos que se veían no diferían en mucho a los que ellos tenían en sus propias casas, lo mismo que los muebles y la propia granja. Una vez estuvieron satisfechos con la inspección emprendieron su marcha de regreso al mismo lugar donde descansaron. Al poco rato llegaron y volvieron a recostarse para quedar nuevamente dormidos.
ESTÁS LEYENDO
Baleista
FanfictionContinuación de la saga de LA FUNDACIÓN de Isaac Asimov. Golan Treviez, concejal de Terminus, luego de haber supuestamente concluido su misión de dar inicio al proyecto Galaxia, es guiado por la misma mano invisible que lo ha acompañado toda su vida...