Capitulo 25

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Durante el trayecto hacia la casa, las dos obsesiones que tenía fueron uniéndose en una sola obsesión aún más intensa.

-Quiero irme contigo. -dijo Trevize no pudiendo esconder esa obsesión que le golpeaba el cerebro.

-No entiendo. ¿A dónde?

-A viajar por otros planetas.

-Estás loco. -respondió ella asustada con la propuesta. -Este es mi mundo, no puedo dejarlo. Además, por qué quieres irte. ¿Acaso te hemos hecho algo malo?

-No es eso. -respondió nerviosamente Trevize -Nos han recibido como nadie antes nos había atendido. Mejor que en nuestro propio planeta.

-Entonces, ¿por qué se quieren ir?

-Por si no te has dado cuenta, no tenemos nada qué hacer aquí. Todo es muy lindo, pero al final hasta lo más lindo termina por aburrir, en especial a una persona como yo, acostumbrado a saltar de un lado para otro, un nómada espacial.

-Pero no puedes vivir saltando indefinidamente. Tienes que asentarte alguna vez, y aquí te hemos dado todo para que te sientas cómodo.

-Cosa que agradezco enormemente. Pero no puedo aceptarla. Mi espíritu me exige que emprenda el vuelo ahora. Ya no me siento cómodo en este lugar.

-Es muy triste escucharlo de ti.

-Y hay otra cosa, algo que no puedo controlar. Algo que es extraño en mí, y que a mí mismo me tiene confundido. Por un lado siento que ya es hora de dejar este lugar, de seguir mi camino. Pero hay también un fuerte sentimiento, una necesidad de permanecer a tu lado. Es por eso quiero que te vayas conmigo.

-No lo vuelvas a decir por favor. -dijo ella con dolor como si le estuviesen pidiendo que se quitase la vida.

-Pero no es tan malo como te han dicho. Viajar es algo muy bueno, te permite conocer otros mundos, otras personas, aprender de ellos. Eso ha permitido que te pueda conocer y que pueda estar hoy aquí contigo.

-Pero también es una manera de escapar, de rehusarse a pertenecer a un lugar, una familia. Es por eso que te propongo a quedarte aquí. Si tus amigos se quieren ir, déjalos marchar, pero tú no te vayas, no me dejes.

-Sé que lo dices porque te sientes amarrada a tu planeta, a toda tu familia. Pero quiero que te des cuenta que eres libre, que no tienes por qué obedecer fielmente a lo que indica las leyes. Han evolucionado mucho para seguir amarrándose a las leyes de la robótica. Ya eres una mujer, una humana, ya no eres un robot. Eres libre.

-No somos libres. -dijo ella llorando -Tenemos que obedecer, no podemos evitarlo, por más que así lo quisiéramos. No somos libres, no todavía.

Trevize sintió que lo mejor era callar y no hablar más del tema, para evitar afectarla más y que ella finalmente le termine contando a su padre, si es que ya no lo había hecho, telepáticamente. Lo único que se le ocurrió por hacer fue abrazarla fuertemente y tratar de esa manera acallar su llanto y su pena. Por su parte sus sentimientos estaban cada vez más confusos e intensos. Sentía a cada minuto la urgencia de huir pero igualmente sentía una gran atracción, una necesidad ineludible de permanecer a su lado. Ella no quería irse, y él no  quería quedarse. Por más que buscaba una y otra vez todas las posibles soluciones, le resultaba imposible encontrar la salida al problema emocional en el que se encontraba.

Cuando Liliz nuevamente recobró la tranquilidad, luego de hacerle prometer a Trevize, repetidas veces que no se marcharía, reanudaron su marcha la cual hicieron sin pronunciar palabra. Una vez en la casa de ella, se separaron dándose un fuerte abrazo y un prolongado beso.

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