No dolerá

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Esquivé los árboles uno tras otro con rapidez. Las aves dejaron de silbar para dar paso al estruendoso ruido proveniente del campamento; el fango hacía pesado cada paso y la espesa niebla, propia de un bosque profundo, me impedía ver mi alrededor con claridad; aun así logré divisar la melena de descolocados rizos rubios corriendo colina abajo.

-Abigail- la agarré del brazo haciendo que la mata de cabello girara y me dejara ver su rostro.

-Nos atacan Riley- dijo con mirada dura dirigida a mis espaldas.

-¿Quién?- urgí en tono gélido.

Ahora ese ruido lejano tenía sentido.

-Un grupo de otra manada, una poderosa. Trataban de buscar a alguien pero Jax se impuso y empezó una pelea.

Era lo que había temido y lo que menos necesitábamos. Un ataque. Tan solo esta semana cinco miembros de la manada habían muerto por falta de insumos, vivir en el bosque aislados de la civilización era una tarea difícil que ahora más que nunca cobraba su factura y si nos robaban lo poco que conseguíamos más temprano que tarde la manada desaparecería como huella en la arena.

-Vamos- le tiré la manga de su blusa y empecé a caminar de manera cautelosa hacia nuestro refugio.

De pronto el ruido cesó y ambas paramos nuestro andar.

-Pue...

-Shh- la interrumpí dándole la espalda e inspeccionando nuestros alrededores, la niebla permitía ver poco de lo que se encontraba cerca, dejando en suspenso lo que sucedía a metros de distancia. Esperé unos segundos más pero no hubo movimiento alguno.

Volteándome me dirigí a Abigail que guardaba una expresión acongojada.

-¡Detrás de ti!- gritó a todo pulmón, me giré de inmediato apenas logrando agarrar la lanza que un mastodonte intentaba estampar en mi nuca.

-No hoy- le dije forcejeando por el arma. Con mi pie empujé la parte posterior de su rodilla logrando desequilibrarlo y con mi codo golpeé su ya desfigurada nariz causando un sonido que no auguraba cosas buenas.

-Maldita- dijo él tambaleando por lo que logré quitarle la lanza y atravesar su estómago con la misma. El hombre gimió de dolor mientras caía al suelo, saqué la barra de su organismo y la limpié en su sucia camisa antes de voltear una vez más en la dirección de Abigail, quien tenía una expectante expresión.

-¿Estómago? ¡Le has dejado vivir!

-Podría ser útil para interrogar- le respondí mirando al inconsciente sujeto

De la niebla otro hombre apareció corriendo y exclamando un grito de guerra que fue cortado por la mano de Abigail que asfixiándolo hasta la inconsciencia lo tiró encima del mastodonte.

La miré con una ceja alzada.

-¿Qué? No lo he matado tampoco.

Y efectivamente el chico respiraba aun con el cuello amoreteado.

-¿Qué es lo que haremos ahora con ellos? Cargar al tuyo debe ser fácil pero el mío está regordete.

-Regordete es poco. El tuyo es tres veces el mío.

-Podríamos cargar al tuyo a la tienda y luego con Jax venir por el otro.

-Suena bien- asintió ella y nos dirigimos a chico gritón.

-Tú agárrale de los pies y yo de la cabeza- dije poniendo la lanza del gigante en el cinturón de mis pantalones.

-¡La última vez agarré los pies también!- se quejó Abigail en un puchero a lo que yo rodé mis ojos.

-Bien- gruñí cambiando mi rumbo hacia las asquerosas botas del chico. Una vez alzado comenzamos a movernos hacia el refugio.

-Hey Riley ¿Qué si la otra manada sigue en el campamento?

-Nos llevamos a estos sujetos y los interrogamos por nuestra cuenta, luego recuperamos el campamento.

Ella asintió y seguimos la marcha. Apenas habíamos dado diez pasos lejos del mastodonte cuando de las tinieblas salió un sujeto con máscara, luego otro y otro hasta que delante de nosotras había al menos una decena de hombres enmascarados. Al mismo tiempo soltamos al chico gritón quién lanzó un quejido disgustado por la caída.

-¿Riley?

-Mhmm

-¿Ahora qué?

Más sujetos salían empezando a rodearnos.

-¡Corre!- grité y ambas lo hicimos pero en direcciones contrarias. De nuevo me encontré esquivando árboles a diestra y siniestra y bajando tras una colina empinada, escuchaba las pisotadas de los intrusos cada vez más lejos pero no me atreví a voltear ni una sola vez. Llegando al pie de la montaña me lancé cayendo algo desequilibrada por la velocidad que cargaba.

¿Derecha o izquierda?

Derecha.

Corrí por otros árboles perdiéndome en la niebla. Luego de un tiempo no escuché más pasos así me senté en un tronco caído tratando de recuperar el aliento con una mano en el corazón.

Al levantar mi mirada salté del tronco incorporándome con rapidez para sacar la lanza del cinturón.

Uno de los enmascarados había logrado alcanzarme, sin embargo su uniforme era distinto al resto, las mangas en vez de grises eran tan doradas como el cabello de Abigail, su contextura era musculosa pero no en exceso y su porte era confiado, como si me tuviera justo donde me quería.

Alpha.

Mi nariz se arrugó en disgusto, casi odio. Sin pensarlo dos veces me lancé hacía él blandiendo la lanza pero el hombre leyó mis movimientos y sacó su filosa espada impidiendo que mi arma tocara siquiera su escudo.

Gruñí irritada sacando mi poco útil barra del agarre que su espada había logrado. Caminé tratando de rodearlo pero él a su vez me rodeaba a mí, parecíamos dos animales yendo por su presa. De repente mis pies se enredaron con una rama caída y trastabillando unos pasos recuperé la compostura.

Él giró la cabeza y un sonido parecido a una risita salió de su casco humillándome en el proceso, cosa que me hizo ver rojo vivo. Una vez más tomé mi arma y con todas mis fuerzas le di por el lado derecho de la cabeza, el hombre se quedó estático un momento cosa que aproveché para patearle directo en el pecho causando su caída al fangoso suelo. Salté posicionándome a horcadas de él y aprisionando sus muñecas y cuello con mi barra de madera.

Vaya que si has sido útil después de todo.

-¿Último deseo?- pregunté con una sonrisa de oreja a oreja.

-Que me mates en esta posición- dijo con una voz ronca que en vez de causarme asco me dejó descolocada. Esa voz...

Aprovechando mi descuido él apartó la manga de mi blusa y quitándose el guante tocó mi muñeca con sus dedos juntando piel con piel.

Chispas saltaron por donde me tocó y un escalofrío recorrió mi espina dorsal

Mate

Escuché a mi loba completamente perpleja. ¿Él?

Mate

Él se sentó conmigo todavía encima en estado de shock.

-No dolerá- le escuché susurrar en mi oído antes de ver todo negro.

***

¡¡Hola amantes de los hombres lobo!! Me he aventurado a hacer mi propia historia luego de leer un fin de semana solo de estos seres, espero que les guste y dejen comentarioos :)))

El Alpha EnfermoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora