El arte de matar

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-Donovan- dije sin detener mi sonrisa burlona a pesar de la situación- ¿Por qué intentaste aprovecharte de ese pobre lobo?

Donovan se sorprendió al verme y se rascó la nuca completamente avergonzado pero antes de que pudiera responder me volteé para ver el cuello sangrante de Cohen, el ojiazul se encontraba respirando con dificultad y rasgos llenos de dolor aparecían en su rostro esta vez sin molestarse en esconderlos.

-Les dije que se fueran con Sander. Ellos no los buscan a ustedes- nos gruñó Cohen en voz baja, el lobo seguía tratando de recuperarse tomando bocanadas inestables de aire mientras se jalaba el cabello casi con desespero- no deberían estar aquí.

-No podía dejarte aquí- dijo Donovan en un voz baja viendo al piso- no me lo perdonaría. Pero creo que solo te traje más problemas.

Cohen lo miró por un largo segundo antes de abrazarlo con la poca energía que le quedaba.

-Nunca me has traído problemas Donovan. Soy yo el que la caga todo el tiempo.

Sonreí sin poder evitarlo al verlos darse ese abrazo que yo sabía ambos necesitaban por igual luego de todo lo que había pasado las últimas 24 horas pero luego vi la cabeza decapitada del lobo que Cohen acababa de degollar y sacudí la mía para poder salir del trance antes de carraspear sin modales algunos.

-Hey, par de amantes, todavía quedan por lo menos otras dos decenas de lobos viniendo por nuestras cabezas, por si no lo recuerdan.

-Claro- dijo Donovan separándose de su hermano y sacando de su uniforme una daga y una navaja para tenderme las dos- escoge tu favorita.

Alcé mi ceja en su dirección y tomé la daga que el rubio había estado estudiando temprano por la mañana. El sonido de varias patas trotando nos alertó a los tres y formamos casi inconscientemente la forma de un triángulo donde cada uno protegía las espaldas de los otros dos con nuestras armas en mano preparados para la batalla. Preparados para protegernos.

Pero el lobo venía por mi lado.

Sonreí como el gato de Cheshire antes de convertirme en loba y lanzarme hacia mi víctima, tomando impulso corrí con la cabeza agachada y por el impacto del choque ambos saltamos al suelo. Me levanté con rapidez e intenté arañar su rostro pero él fue rápido para esquivarme. El lobo parecía saber mis movimientos porque los evitaba a diestra y siniestra, yo por mi parte también leía bien los golpes de él por lo tanto estábamos en una lucha por morder hasta que se me ocurrió la idea más ridícula de mi vida y seguí la táctica de Donovan.

Le di una cachetada al lobo.

Este se quedó estático en su lugar de la impresión y eso fue todo lo que necesité para desestabilizarlo con mis patas delanteras logrando que el lobo cayera hacia atrás pero antes de poder morderlo en la yugular Cohen llegó y le quitó la diversión al asunto cortándole la cabeza sin compasión alguna.

Rodando mis ojos me convertí nuevamente.

-Necesitamos un plan- nos dijo Cohen que ya empezaba a notarse en extremo pálido mientras se presionaba la herida del cuello empapándose de sangre en el proceso.

-No creo que podamos contra los veinte- corroboré realísticamente viendo a mi lado al rubio que jamás había matado a un animal que fuese más grande que un mosquito y por el otro a Cohen que seguía luchando por aire mientras se controlaba por no desfallecer en el intento.

No estábamos en las mejores condiciones.

-Yo tengo un plan- dijo Donovan determinado mientras se nos acercaba- en el bosque hay muchas trampas para osos, el otro día estuve leyendo y hay una cada kilómetro y medio siguiendo la forma de un hexágono. Vi una cerca de aquí, entonces inevitablemente debe haber otra por la muralla que protege al departamento de guardianes, solo debemos seguir un ángulo aproximado de 60 grados para llegar a resguardarnos.

El Alpha EnfermoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora