Decisiones

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La escuela de la manada Graf era prácticamente un castillo en miniatura decorada enteramente de tenues colores, madera resistente en el piso y salones bien equipados, sin embargo, en la enorme construcción no había por los pasillos rastro alguno de lobos estudiantes por tratarse del fin de semana. Aun así debido al voluntariado organizado por la realeza Graf nos encontrábamos en un amplio salón con enormes ventanales en los que al menos una decena de crías de edades entre los 5 y 9 años se encontraban emocionadas por ver clases de defensa personal.

Al principio nos dividimos en parejas y tuvimos que tomar un arma y explicar movimientos sencillos de defensa. Las gemelas explicaron defenderse con unas para nada peligrosas varas de combate, Isaac y Clark agarraron polvo pica pica que solo dijeron cómo y cuándo utilizar, chiquitín explicó zafarse de alguien diez veces más grande junto con Gunner.

Y ahora era mi turno de escoger arma y pareja.

Agarrando una lanza de la pila de armamento me volteé para ver un horrorizado ejército de crías retener aire.

¿Qué había hecho ahora?

-Mi nombre es Riley y les voy a explicar cómo utilizar una lanza para perforar mortalmente a sus enemigos- dije confiada a los niños antes de inspeccionar entre los lobos para buscar a mi pareja, cuando di con él sonreí- Mastodonte ¿Me harías el honor?

El mastodonte gruñó fuertemente.

-Ni en tus mejores sueños, rogue.

-¿Mastodonte 2?- dije viendo a Gunner lanzarme una mirada dura.

-Solo si invertimos los roles- susurró.

Rodando mis ojos fijé mi vista en un rubio que miraba para otro lado con claro nerviosismo en sus rasgos mientras trataba de evitarme por completo.

-Donovan. Levántate del piso- dije autoritariamente y el rubio me miró como si estuviera loca mientras su tono de piel se hacía tres veces más pálida.

-¿No tienes a nadie más que perforar?- Yo lo miré mal pero antes de poder contestar Cohen caminó desde la parte de atrás, donde observaba todo con Sander, y agarrando una espada con habilidad de la pila de armamento se colocó frente a mí.

Mi corazón hizo ese estúpido salto que solía hacer cada vez que Cohen Graf estaba cerca. Había tratado de ignorar su intensa mirada durante toda la mañana pero esta parecía haberse vuelto más vehemente que nunca, regalándole escalofríos a mi cuerpo mientras casi con desespero sus ojos pedían que los míos le devolvieran la mirada, que reconocieran que él seguía estando ahí y que no se había dejado hundir por completo en su disfraz.

Irónicamente nos encontrábamos en la misma posición que la primera vez que nos vimos aquella vez en el bosque. Su porte era igual de alto y firme mientras sostenía su espada con envidiable elegancia, solo que esta vez no se encontraba cubierto con escudos y cascos sino que me mostraba su rostro al entregarse a la batalla sin protección alguna.

Lo miré como si no fuese el Cohen de la cabaña y en cambio frente a mí estuviese aquella bestia que solo servía para satisfacer las órdenes de otras personas, aquel que quería aparentar tener la vida perfecta a pesar de que todo a su alrededor se estuviera derrumbando, miré en él todo lo que le hacía daño y sosteniendo mi lanza fuertemente empecé a caminar en una imaginaria circunferencia dispuesta a pelear. Él captó rápidamente la movida y empezó a caminar conmigo, tal como lo habíamos hecho aquella vez.

Pero antes de siquiera lanzar mi primer movimiento el intenso sonido de los ventanales quebrándose fue el preámbulo de gritos de horror por parte de las crías mientras todos nos volteábamos para observar para nuestra desgracia que ambas ventanas estaban quebradas como si alguien hubiese lanzado piedras.

El Alpha EnfermoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora