Un rayo de luz fue suficiente para despertarme temprano por la mañana. Bostecé mientras me comenzaba a estirar, sintiendo mis músculos un poco tensos y reacios a despertarse. Fue entonces cuando recordé que había pasado la noche en una de las camillas de la enfermería del Castillo Graf y había dormido al lado del futuro Alpha de la manada de una manera bastante serena, si consideraba todo lo que había confesado anoche.
Yo no le había dicho mi historia al ojiazul porque me sintiese arrepentida de la violación de privacidad que Donovan y yo habíamos cometido al robar su expediente médico.
Le conté mi historia porque confiaba en él.
Me estiré un poco más, y poco a poco desperté mi cuerpo lo suficiente como para abrir los ojos y de ese modo poder verlo dormir completamente calmado a mi lado. Sonreí antes de apartar el cabello alborotado en su frente con delicadeza, pero por más leve que fuese mi toque, él comenzó a abrir los ojos lentamente, sintiendo la intromisión.
-Buenos días- le dije en un susurro adormecido.
Cohen me regaló una amplia sonrisa y su mano se posó en la que yo tenía colocada en su frente.
Me encontré queriendo despertar así todos los días, siendo recibida por esa hermosa sonrisa que él llevaba y por esas increíbles chispas que solo él lograba crear en mí. Cohen se incorporó entonces en la camilla hasta que sus ojos azules estuviesen nivelados con los negros míos.
-No te arrepentiste- me dijo con voz ronca recién despertada, un tanto sorprendido.
Yo solo atiné a negar con la cabeza con una sonrisa divertida.
-Quiero mostrarte algo esta noche- susurró él, su mirada seria clavada en mí.
Abrí los ojos ante la petición pero asentí de todos modos, siendo incapaz de contener mi emoción al saber que repetiría este despertar una vez más. Alegre, me estiré nuevamente antes de aceptar. Quedamos en vernos en las puertas del salón de fiestas del Castillo y tanto mi loba como yo nos encontrábamos impacientes por descubrir lo que Cohen nos quería mostrar, pero para eso tendría que esperar unas cuantas horas mientras lo revisaban los sanadores.
Cohen, después de todo, seguía siendo estrictamente vigilado en cuidados intensivos por un muy malhumorado sanador Robert y por esa misma razón me apresuré a bajar con rapidez de la camilla en la que había dormido para así ponerla en su lugar original y no levantar sospechas de que alguien más había pasado la noche en la enfermería. Luego, fui hasta Cohen y me despedí de él con un beso en su mejilla que lo dejó descolocado en su sitio. Reí en voz baja ante su reacción y me dispuse a salir de la sala sin darle explicación alguna.
Por alguna razón me sentía de un extraño buen humor, era como si el haber hablado por primera vez acerca de lo que le había sucedido a mi manada me quitase una carga emocional enorme de encima.
Pero los extrañaba... imágenes de mis amigos, mi familia, se apilaron en mi mente mientras caminaba por el Castillo, y mi loba aulló al recordar nuestro campamento por la agria sensación que se empezaba a hacer paso en mi interior, como se le hacía tradición luego de pensar en ellos. Me encontraba en un completo dilema: por un lado sabía que mi manada requería a cada lobo joven entrenado para poder defenderse en ese salvaje bosque, pero por otro sabía que Cohen me necesitaba con urgencia.
Confundida, seguí mi camino solitario hacia la habitación que me habían dado en el Castillo. Trent le había pedido un par de días libres a Luna Adelia y Rhonda se encontraba casi siempre pegada a los pies de su Luna, por lo que me dejaron sola por primera vez después de mucho tiempo, cosa que aproveché para tomarme mi tiempo al caminar.
ESTÁS LEYENDO
El Alpha Enfermo
WerewolfCohen es hábil en todo lo que un alpha debe ser y en todo lo que un caballero no. Los días pasan y acciones que le salían naturalmente perfectas se vuelven rápidamente ineficientes, las investigaciones dicen que solo una persona puede curar este an...