Ernest Lionel

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Nota: De nuevo mini maratón de 2 capítulosEste es el segundo.

P.O.V Riley

Sentada me encontraba en una de las sillas del comedor junto a la familia Graf mientras sentía cómo la oreja derecha me dolía con locura producto del jalón tan brusco que le dio Rhonda esta mañana para sacarme de la bañera y así evitar que matase al futuro Alpha de su manada. Me palpitaba casi al mismo ritmo que la jaqueca que traía por la resaca de la fiesta de anoche.

Gruñí en voz baja, desanimada. Poco a poco había recobrado mi memoria y en el proceso quedé completamente abochornada por lo que le hice a Cohen en la mañana, en especial lo que le hice a su hombría.

-¿Te vas a comer esa salchicha?- me preguntó alguien de la mesa y yo parpadeé rápidamente para ver al emisor del sonido.

-¿Cómo dices?- dije confundida, preguntándome si Donovan estaba hablando también de la hombría de su hermano. El rubio, que traía en pleno desayuno unos oscuros lentes de sol y cuyo aspecto no era mucho mejor que el mío, me señaló algo en mi plato y yo seguí su dedo para encontrar una salchicha íntegra y solitaria bailando en todo el plato de porcelana.

Dejé el tenedor a un lado y le pasé mi plato al rubio, que lo recibió más que gustoso.

Tenía que encontrar a Cohen Graf y... disculparme, sí, tenía que disculparme.

Él había estado pendiente de mí toda la noche, no le había asqueado cuando casi desfallecí en el baño y no se había quejado cuando casi me aprovecho de él una vez estuvimos solos. Él tuvo demasiada paciencia con una tonta loba ebria. Incluso se había quedado a dormir en una fría y muy incómoda bañera para asegurarse de que estuviese cerca en caso de que yo lo necesitase y aceptó que fuese a dormir a su lado a pesar que la bañera era lo suficientemente estrecha con tan solo él metido, ni hablar conmigo sumada.

¿Y yo en cambio qué le hice luego de ocasionarle un sinfín de problemas toda la noche?

Lo acusé de pervertido y le tiré tanta agua encima que el pobre terminó resfriado en su habitación. Un lobo que apenas empezaba a recuperarse del esfuerzo hecho durante el ataque de los protestantes ahora tenía de paso que soportar la gripe que induje con toda mi psicópata actitud.

-Señorita Riley- carraspeó alguien, sacándome de mi letargo, y tuve que bajar mi mirada para encontrarme a Douglas, el consejero de Luna Adelia- ¿Me haría el favor de acompañarme un momento en mi oficina?

Suspiré, desganada, antes de levantarme con lentitud de la mesa del comedor en donde se encontraban Alpha Graf, Luna Adelia, Donovan y, por supuesto, Elodie.

-¿Tengo otra clase de cura?- pregunté al pequeño hombre mientras este nos dirigía por los pasillos del Castillo, caminando lo más rápido que lo dejaban sus cortas piernas. Sus zapatitos repiqueteaban en el piso de la edificación mientras él aceleraba el paso para poder seguir mi ritmo relajado.

-Algo así- murmuró él, expirando un poco por el esfuerzo. Desaceleré apenas vi la puerta de su oficina y esperé mientras el pequeño hombre buscaba en sus bolsillos la llave para abrirla. Tan pronto la encontró, nos adentramos a la pequeña y muy iluminada salita del consejero- ¿Quiere un té, señorita Riley? Le servirá para la intoxicación por consumo excesivo del...

-Sí quiero- dije, sintiendo la necesidad de que él no terminara su oración.

-Perfecto- respondió Douglas, deleitado de que por primera vez yo aceptase beber del té que el consejero preparaba con tanto orgullo. El hombrecito buscó entre sus variadas infusiones y luego de encontrar la que tanto anhelaba nos preparó dos tacitas de té, cuando la colocó en mis manos pude ver la bolsita que rezaba Frutas del Bosque sobresaliendo de la porcelana- también funciona cuando uno se siente triste.

El Alpha EnfermoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora