El cuadro negro

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Me encontraba esta mañana recorriendo los amplios pasillos del castillo y fijando mi vista en cada gigantesco retrato de figuras históricas, sentía como si los personajes pintados con toda su pomposa vestimenta pudieran seguir con su firme mirada cada movimiento que yo hacía. Sí, quizás eran ellos a los que sentía vigilarme, o quizás lo eran los cinco guardias que me escoltaban hacia un salón especial.

-Llegamos- dijo uno de ellos con la vista fija a una puerta de madera y colocando su bastón en el suelo combinado con un cómico movimiento de pies. 

-¡Gracias a luna! Siento que recorrí kilómetros- dije bufando pero los guardias ignoraron mi presencia- ¿Así que aquí será donde seré ejecutada?

Uno de ellos rió pero fue silenciado por el golpe de otro de sus compañeros.

-Douglas nos ordenó que te ubicáramos en el salón especial- dijo el mismo que había hablado con anterior, parecía ser el jefe del pequeño grupo.

-¿Qué hay de especial dentro?- pregunté con toda la desconfianza del mundo, ellos por supuesto no contestaron y, en cambio, se dieron la vuelta para vigilar el pasillo. Suspiré y entré en el misterioso salón a paso lento. 

Era grande, como cada salón de este maldito castillo. Tenía una librería gigante y cuadros negros por doquier, los sillones eran particularmente acolchados y hacía un frío de invierno que erizó cada vello de mis brazos. Lo que más llamó mi atención fue el cuadro negro más grande de todos, era casi del tamaño de la pared y estaba posicionado de manera que daba frente a los sillones vinotinto. 

¿Qué tan interesante podía ser un cuadro como para tener hileras de sofás expectantes?

Me acerqué a el objeto y arrugué mi nariz al no encontrar nada excepcional. El arte sería algo inentendible para mí.

-Es táctil- me dijo una voz y de no ser por haberlo escuchado entrar hubiese saltado al ataque.

-¿Qué es táctil?- pregunté girándome para así encarar a Donovan.

Donovan se acercó al cuadro y con su dedo índice tocó el centro del mismo, instantáneamente chispas saltaron y en el pulcro negro comenzaron a aparecer manchas de color azul celeste que carcomían el opaco color hasta su desaparición, acto seguido el cuadro mostró una imagen de un joven, me acerqué para ver con detalle sus facciones y salté en mi lugar al verlo moverse.

-¿Qué rogues...?¿Acaso eres brujo?

Donovan rió de mi expresión antes de sentarse en un sillón.

-Se llama tecnología- dijo mostrándome una sonrisa que hacia relucir sus grandes dientes frontales.

-¿Así llaman ustedes a la brujería? -pregunté sorprendiéndome al ver al chico del cuadro ahora en una cafetería- Rogues ¿Acaso esto es espionaje? ¿Quién es ese?- señalé al de la pantalla- ¿Un enemigo de otra manada?

Las carcajadas no se hicieron esperar, escapando atoradamente de los finos labios de Donovan.

-No- dijo limpiando una lágrima que amenazaba con caer por su pómulo izquierdo- pero eso no es una mala idea- me crucé de brazos y alcé una ceja en dirección del rubio.

-¿Vas a decir algún día qué es esta brujería?- dije sintiéndome delirar cuando en el cuadro apareció otro lobo.

-Se llama Philo.

-¿Phi...qué?

-Philo- pronunció Donovan como si le hablará a una cría o un lobo anciano.

- Espera ¿No se llamaba tecnofitita?- Donovan negó con la cabeza con una sonrisita divertida- ¿Te burlas de mí?

El Alpha EnfermoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora