Un día como Cohen

8.4K 718 228
                                    

P.O.V Cohen

Uno, dos, tres.

Conté cada impacto de mis nudillos mientras aullidos me suplicaban piedad sin tener idea que ya yo no conocía de esa palabra, o que había salido de mi vocabulario desde hace ocho años.

Uno, dos, tres. Uno, dos, tres.

Su sangre, a chorros incontenibles, cayó en el césped mezclándose con el verde claro en un contraste que estaba dispuesto a repetir.

Me estaba descontrolando, podía sentirlo dentro de mí. La batalla se hacía más fuerte mientras mi lado racional me decía que no podía matarlo, sin embargo, pensar en que sus nudillos no tuvieron piedad alguna cuando...

Uno.

-AHH POR TODOS LOS...

Dos.

-POR FAVOR- pidió desesperadamente.

Tres.

Su cuerpo cayó en el suelo ensuciando su uniforme con la sangre esparcida. Agarré las solapas de su camisa y lo alcé hasta que sus cansados ojos dieran con las orbes negras en las que sabía se habían convertido los míos y su cabeza impactara contra la pared de ladrillos.

-¿Cómo se siente? -Pregunté con la voz quebrada por la falta de aire que golpearlo había causado. No respondió y en cambio cerró los ojos, incapaz de dejar que eso ocurra volví a empujarlo del cuello y el sonido de su cráneo colisionando contra la pared no me dejó en la necesidad de escuchar sus quejas para entender el dolor del afligido, pero cuando estas llegaron fueron la más bienvenida sonata. Complacido me dirigí a sus sucias orejas.

-¿Cómo se siente que el enfermo pueda matarte? - Susurré en un tono más cercano a lobo que a hombre, relamí mis secos labios -¿Lo imaginabas?- Apreté su cuello- ¿Pasó por tu mente cuando lo hiciste?

***

La luz era insoportable a través de mis agotados párpados gracias a otra noche en vela. Mi cuerpo estaba cansado por la práctica de ayer, mis pulmones resistieron más esta vez y mis piernas no se entumecieron, todo porque no tenía que perseguir a cierta criatura escabulliza.

Una malditamente hermosa criatura escabulliza.

No eres en nada lo que imaginé

Recordé lo que le dije un día estudiando su delicado rostro, y tenía razón, aunque ella lo haya tomado para mal.

La había soñado por muchos años, antes de aprender a no soñar más. La imaginé delicada y maternal, la percibí feliz y dichosa de venirse conmigo y rescatarme.

Pero jamás me imaginé una Riley Adams, nunca pensé que intentaría matarme la primera vez que me viera con tanta decisión en los ojos, nunca pensé en su actitud tan cínica y burlona, no la pensé como una pequeña fiera siempre a punto de estallar, ni terca, tampoco salvaje, ni desobendiente y por todos los Graf que no la imaginé tan hermosa.

Tan jodidamente hermosa.

Gruñí recordando como hace solo horas la tenía entre mis brazos, su delgado cuerpo respondiendo a mi lobo, sus labios...

Mierda, la profecía se había equivocado ella no iba a ser mi cura, iba a ser mi muerte.

Gruñí de nuevo, esta vez recordándola huir de mí como alma que lleva el rogue.

¿Es que no lo sintió ella? ¿No sintió el fuego? ¿No sintió que las piezas encajaban? ¿No se sintió perder el control de la misma forma que yo lo perdí?

Tres golpes en la puerta fueron suficientes para regresar mi mente a mi habitación y no a ese pequeño cuarto.

-¿Quién es?- pregunté irritado, imaginando los visitantes.

El Alpha EnfermoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora