El tiempo

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Nota: Hoy publiqué dos capítulos porque ustedes querían más, este es el segundo❤

Con cada hora que pasaba se me hacía cada vez más difícil rechazarle un trago a Sander y, en cambio, apenas veía al futuro beta con botella en mano le pedía que me llenara el vaso de nuevo, intentado ocultar el leve desespero que sentía mi cuerpo por volver a probar más de ese fabuloso líquido ámbar. A lo cual, claro está, Sander nunca se negaba.

Ahora mismo me encontraba bailando en la pista bajo las estrafalarias luces que arrojaba la bola de disco, y me sorprendí a mí misma al encontrarme más feliz que nunca ya que por alguna razón el alcohol había logrado borrar cualquier pena que osara pasar por mi mente. Sentía como si de repente alguien me hubiese recargado con más energía que la que sabía manejar y yo no hallaba otra forma de quemarla que no fuese bailando cuanta canción pusiera el que ahora conocía como D.J.

Lo curioso era que no recordaba haber aprendido a bailar de esta manera tan... peculiar.

Era lo más libre que me había sentido en años, y mis movimientos de baile parecían causar furor entre los invitados porque estos no dejaban de clavarme miradas apenas ponía pie en la pista de baile.

Alguien de repente me tocó el hombro, en un ambicioso intento por llamar mi atención, cuando me volteé vi a un lobo que me parecía conocido pero el alcohol en mi cuerpo no me dejaba pensar de la manera más rápida del mundo, por lo que tuve que observarlo por unos cuantos segundos hasta que la borrosa imagen tomara forma.

¡Ah, sí! Era Roger, el lobo al que casi había ahogado hasta la muerte porque él no sabía escupir la bolita de papel que lancé a su garganta durante mi stand de citas rápidas.

Estúpido pueblerino.

Roger pareció reconocerme apenas le encaré porque de la nada abrió los ojos en pánico mientras se llevaba una mano para acariciar su cuello, seguramente recordando también nuestro último encuentro.

-¡Ay no, no la loca de nuevo! – exclamó mirando al cielo, en forma de plegaria.

Si...definitivamente me recordaba.

Me acerqué unos pasos a él, intentando lucir amenazante, pero incluso en el estado en el que me encontraba podía reconocer que esos pasos seguramente no los di en la línea más recta que digamos.

-Nos volvemos a encontrar- saludé con un tono de voz que pretendía ser intimidante a pesar de que sentía mi lengua enredarse con las palabras. De pronto, se me ocurría otra forma de gastar mi recobrada energía, una forma que implicaba la cara de Roger y mis tensos nudillos.

Roger se alejó rápidamente de mí, cuidando de perderse entre la multitud de lobos de la manera más rápida que encontró su cuerpo.

-¡Buena decisión, pueblerino!- grité a todo pulmón para que me escuchara a pesar de la estruendosa música, y en el proceso asusté a más de un lobo que se encontraban cerca de mí - ¡huye antes de que sepas lo que es ahogarte de verdad!

Me quede mirando donde había desaparecido su cuerpo con un ceño fruncido. Este era el tercer lobo que me encontraba de mi stand de citas rápidas, pero por algún motivo todos parecían tener la misma reacción al verme. Incluso el licántropo (que me había traído Camille aquel día) al verme en la mesa de dulces negó rápidamente con la cabeza y se fue en sentido contrario como si lo llamase la mismísima luna llena.

No pude evitar pensar si ese era el efecto que tenía con todos los lobos que conocía. Si acaso ahora todos huirían de mí con todo lo que daban sus piernas.

Ellos se lo pierden. Pensé alzándome de hombros e ignorando el ligero resentimiento que empezaba a sentarse en mi pecho.

-Riley- llamó alguien con urgencia detrás de mí antes de agarrarme por la cintura para voltearme de manera que le viese el rostro. Frente a mí estaba Cohen Graf, con su hermosa cara de bebé que justo en este momento parecía más distorsionada que nunca.

El Alpha EnfermoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora