Camas giratorias

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-Muy buena práctica señorita Riley, no es fácil dirigir a un equipo en un juego que no se conoce, mucho menos ganarlo ¿Cuál es su truco?- Douglas parloteaba si parar mientras me llevaba a un cuarto donde los sanadores revisarían las heridas producto de caer montaña abajo perseguida por una bestia, o lo que es lo mismo, por Gunner.

-Despellejar licántropos- dije y reí al ver cómo Douglas se tropezaba culpando a la gruesa alfombra de su torpeza- ese es el truco.

-Ya veo- contestó y se detuvo frente a una blanca puerta que era considerablemente más estrecha que las demás. Con sus nudillos, Douglas tocó la madera en dos elegantes golpes y esperó que se abriera balanceándose de un lado a otro sobre sus talones.

La puerta fue abierta parcialmente y una mujer entrada en edad nos recibió con una sonrisa algo macabra. Douglas y ella intercambiaron los saludos correspondientes a gente civilizada que fingía preocuparse por la vida del otro mientras yo intentaba ver dentro de la habitación.

-¿Vienen por el Alpha?- preguntó sin abrir la puerta por completo. Ella me estudio con detenimiento y como si supiera todos mis secretos me guiñó un ojo.

-No es la principal razón pero si un causal- contestó Douglas- La señorita Riley se encuentra también herida.

La mujer asintió y abrió la puerta de par en par indicándonos que pasáramos, yo fui la primera en entrar. La sala era mucho más amplia de lo que su puerta hacía parecer, dos largas hileras contaban con varias camillas de ruedas que estaban alineadas paralelamente, cada cama contaba con mantas, almohadones y una mesita de noche pero con lo que no contaba era con privacidad.

Dentro de la habitación estaba a la derecha una puerta donde salían y entraban sanadores con apuro, supuse que adentro estaba todo el ambiente propio de la profesión mientras este era el lugar de los pacientes.

Seguí inspeccionando la habitación y me dio el presentimiento de que mi inconsciente buscaba algo, cuando mis ojos cayeron en un blanco cuerpo recostado cómodamente en una camilla, detuve mi búsqueda.

Cohen era atosigado por un montón de sanadoras y una mata pelirroja que mandaba al doliente dagas con la mirada.

Cuando nos acercamos, ambos voltearon en nuestra dirección. Priscila volteó los ojos inmediatamente mientras Cohen me ignoraba por completo, prestando total atención al hombrecito al lado mío.

Incómodo.

-¿Qué es lo que haces aquí? ¿Vienes a verlo?- me preguntó ella cruzándose de brazos.

Juro que si la calabaza no se controla no dudaría en ayudarla a conseguir una camilla especial en esta sala.

-No- contestó Cohen por mí- eso es lo que ella menos haría ¿Ocurre algo Douglas?

Odié cómo sus palabras me hicieron sentir un poco culpable, también odiaba cómo un amargo sentimiento se implantaba en mi pecho.

-La señorita Riley tiene que revisarse unos cortes pero también vinimos a visitarle, futuro Alpha Cohen.

Priscila me miró con recelo.

-Habla por ti Doug- le dije en tono lúgubre.

El pequeño hombre se sonrojó un poco y yo me giré para sentarme en una de las camillas de la otra hilera, la más lejos que encontré de él.

Cual cría malcriada me crucé de brazos, tan solo habían sido un par de cortadas las que había sufrido, nada grave en lo absoluto, sin embargo era arrastrada contra mi voluntad solo para verle la cara a ese... Alpha.

Porque sí, para mí y para mi manada Alpha era el peor de los insultos.

Douglas se quedó un tiempo al lado de la camilla de Cohen verificando de cerca cada movimiento que hacían los sanadores. Me pregunté cómo lo habían encontrado mientras lo estudiaba con detalle. Parecía estar respirando mucho mejor por el lento movimiento de su pecho, noté cómo una aguja traspasaba la carne de su brazo enviándole una sustancia roja de una bolsa alzada por un gancho al lado de su camilla, los sanadores chequeaban la bolsa cada corto tiempo, así como le hacían una serie de preguntas.

El Alpha EnfermoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora