Lejos de ti

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-¿Puedes bajar la voz? Mis tímpanos no son de...

-¡Fuera!

-Veo que no- volteé y encaré al lobo responsable de la revolución que tenían mis hormonas. Verlo después de esos días causó una pesada sensación en mi caja torácica, y que mi bombeador de sangre aumentara la potencia de su trabajo.

Cohen se veía un tanto desgarbado gracias a su desordenada melena desatada en todas las direcciones posibles, su camisa salía de sus pantalones, los cuales colgaban de su cadera con débil agarre.

¿Habría perdido peso desde la última vez que le vi?

Noté entonces sus ojos y estos fueron los que pudieron conmigo, las orbes azules no denotaban indicio alguno de luz, de vida, parecía como si un inerte ser estuviera frente a mí y eso de alguna manera hizo sentir mal no solo a mi loba. Era como si Cohen estuviera en un interminable océano desesperado y a la vez desesperanzado por salir, mientras yo miraba la batalla completamente seca. Perdida estaba estudiando esa mirada cuando me sorprendí al notar lo cerca que se había colocado de mí.

-¿Y bien? - dijo con un tono un poco menos ruidoso pero con fuerte demanda- Vete ya.

-Eso es lo que más deseo- le dije con la furia floreciendo en mi interior- irme de aquí, no verte más nunca, olvidarme de que existes, Rogues eso sería el cielo, si es que existe uno ¿Pero cómo puedo hacer eso si me tienes de rehén aquí, sin avance por más días que pasan?

Las cejas de Cohen fueron poco a poco dejando de arrugar su frente, sus ojos se volvían un poco menos muertos, mientras su cuerpo se ponía un poco más cerca.

-Creí que no querías ayudarme- confesó- Que estarías aquí eternamente siendo un dolor en el culo.

-No quiero- Corroboré- pero si el ayudarte significa estar con mi manada más pronto pues que empiece el sacrificio. Si ustedes supieran qué hacer pues quizás yo podría...

-Deja de esconderte de mí- pidió con un tono de rendición - deja de encerrarte en tu habitación, de lanzar a Douglas, deja de usar a Donovan como escudo o correr escaleras abajo hacia una habitación que no sabes lo que guarda.

Cohen, que no podía estar más cerca, bajó su rostro para nivelar nuestros ojos.

-Le gusta saber que puede verte- me dijo en un susurro y sus ojos se pasearon con esmero por cada facción de mi cara, sin embargo, Cohen se detuvo en mis labios y calmadamente lamió los suyos con atrayente lentitud, el ambiente de pronto saltó por las chispas que su mirada causaba, las paredes se me hacían más estrechas y mi loba más ruidosa- Le gusta saber que puede sentir el calor de tu cuerpo si me pongo lo suficientemente cerca tuyo- Sabía que estaba hablando de su lobo y sabía que mi loba compartía cada una de sus palabras por el jadeo implorante que escapó de mis labios- Mierda, cómo le gustan esos sonidos- dijo escondiéndose en mi cuello- Y tu esencia...-el lobo de Cohen gruñó- ¿Por qué lo hiciste?

-¿Hmm?- respondí y quise inmediatamente darme una dolorosa cachetada por la manera "Loba adolescente" que salió.

-Te pusiste perfume, no vuelvas a hacerlo.

Supe de inmediato que hablaba del extraño líquido que encontré en el baño y que casi causa mi ceguez.

-¿Por qué rogues creerías que me importa lo que pidas?- dije saliendo del trance para empujarle, pero cara de bebé poco se inmutó- ¿ Y por qué guardarías un arma letal en tu baño?

-¿Letal?- dijo sacando su rostro de mi cuello.

-Casi me quita la vista- le confesé a lo que Cohen abrió los ojos para luego soltar una intensa carcajada que logró darle un poco de vida a sus ojos azules. Esta era la primera vez que le había escuchado reír y, aunque fuese a mi costa, me sorprendí cuando comprendí que hubiese rociado nuevamente mis ojos con esa sustancia para ser recompensada por tal maravilla. Algo cohibida ante este reconocimiento le lancé una mirada asesina injustificada que logró recomponer un poco su seriedad, o al menos un disfraz de ella.

El Alpha EnfermoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora