Alpha Graf

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- Yo no diría que lo lancé en caída parabólica adrede- expliqué a Cohen mientras caminábamos en la oscura noche por los pasillos del castillo después de que el terco lobo insistiera en acompañarme a mi cuarto luego de su cita de un minuto y cincuenta segundos. Estábamos tan cerca que nuestros brazos se rozaban durante todo el trayecto causando la placentera corriente eléctrica en mi interior.

- ¿Entonces la pierna que vi pateando a Douglas antes de correr en sentido contrario del que yo caminaba no era la tuya?- preguntó con una ceja levantada en mi dirección que me dejaba claro que no me creía en lo absoluto. Estaba hablando de la vez que por evitarlo tomé las medidas más drásticas de mi libro de malas ideas, entre ellas ciertas caídas libres para el consejero de Luna Adelia.

-No, esa sí fue mi pierna- asentí con energía- pero no lo hice adrede, simplemente estuvo en el momento y lugar equivocado así que básicamente él mismo se ofreció ¿Si me entiendes, no? es tu turno.

Ya habíamos llegado a la puerta de mi habitación por lo que me voltee, apoyando mi espalda en la misma para ver a Cohen con altanería, él sonrió y sus manos se posaron a los lados de mi cabeza manteniendo así una corta distancia entre nosotros e inmovilizándome en el proceso.

-Me divertí hoy.

Mi corazón dio su vuelco de costumbre antes de empezar a latir con mayor frecuencia, sin embargo, mantuve mi semblante altanero decidida a no dejarle ver el control que tenía sobre mí en este momento.

Ya eso lo sabía, cara de bebé.

¿Sí? Preguntó él por nuestro link mientras me acorralaba aún más en la puerta.

Sí. Me lo dejaste claro cuando tu acompañante favorito...

-Silencio- dijo Cohen rápidamente antes de cerciorarse que nadie más estaba en el pasillo y en sus mejillas aparecieron tenues destellos rosados, repentinamente me gustaba ese color.

-Yo no he dicho nada Coco- reí cruzándome de brazos.

-¿Tú te divertiste?- preguntó ignorando el ridículo apodo y con sus ojos fijamente puestos sobre mí como si tratara de traducir cada gesto que descubría en mi rostro.

¿De verdad tenía que preguntarlo?

Sonreí inocentemente antes de alzarme de hombros y con una de mis manos busqué la manija de la puerta.

-Buenas noches Cohen- susurré para luego abrir la puerta y comenzar a adentrarme por la misma, estaba ya en mi habitación a punto de cerrar cuando los ojos de Cohen se abrieron con miedo grabado en ellos.

¡Cuidado!

No me dio tiempo de procesar sus palabras antes de que Cohen entrara abruptamente al cuarto y con su brazo protegiera mi cabeza. De pronto el sonido de vidrio quebrándose retumbó en mis oídos y un gruñido proveniente de Cohen me dio a entender que algo había pasado.

¿Pero qué rogues?

Me deshice de su agarre para inspeccionarlo y con horror vi el brazo de Cohen con heridas profundas y sangre corriendo por toda su longitud, dirigí rápidamente mi vista a la puerta y fue entonces cuando lo vi.

El Ente estaba en un oscuro rincón sosteniendo una botella de vidrio quebrada por la mitad, sin esperar se abalanzó a nosotros pero Cohen me empujó con fuerza haciéndome aterrizar mi retaguardia en el duro suelo antes de lanzar un gruñido que no auguraba nada bueno.

Cohen agarró de las muñecas al Ente pero este rió burlándose del lobo antes de soltarse con facilidad del agarre por lo que Cohen lo empujó con furia ocasionando el impacto del Ente contra el clóset de la habitación y por ende que lo que quedaba de botella terminara de hacerse añicos en el piso, fue entonces cuando el Ente cambió de burlón a completamente poseído por la ira antes de sacarse del cinturón una daga.

El Alpha EnfermoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora