Alphas y Rogues

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Cuando entramos al comedor las mejillas de Donovan estaban tan llenas que me recordaban a las ardillas del bosque con nueces apiladas en su boca.

Cohen caminó hacia él y al llegar a su lado golpeó su cabeza fuertemente causando que el rubio comenzara a toser con desespero, por mi parte agarré uno de mis panes redondos y lo lancé directo a su rostro.

-¡Auch!- Donovan sobaba la sien con un marcado ceño fruncido mientras nosotros nos sentábamos. Cohen escogió la silla cabecera que estaba al lado de Elodie y yo una frente a Adelia, quien miraba con preocupación a su hijo menor mientras le palmeaba la espalda- ¿Y eso por qué fue?

-Esa- dije señalando a la delicia con chispitas chocolatadas ahora adornada con un enorme mordisco- me pertenece.

Donovan tragó saliva audiblemente con una gota de sudor bajando por su frente mientras intercalaba su atención de mí hacia mi dona.

-¿Sabes lo que se hace en el bosque cuando alguien se come tu comida?

Donovan negó con la cabeza y yo clavé un tenedor en la mesa.

-No es peor a lo que haría un Alpha- Cohen se inclinó hacia delante apoyando sus codos sobre la mesa sin perder contacto visual con un asustado Donovan- quizás Brock pueda ir preparando la horca.

-¡Cohen Graf! ¿Qué te he dicho de amenazar a tu hermano con la horca?

-¿Todo esto es por una dona?- Intervino Elodie viéndonos a los tres- A mi me sobró una ¿La quieres?

Cohen  se concentró en la chica que, con inseguridad, le tendía una maravillosa y gorda dona a su vulgar mano. 

-Esa dona es tuya, Elodie, no puedo quitártela- abrí la boca por su hipocresía, no me dijo lo mismo mientras me pinchaba con su estúpido tenedor.

-Ya yo estoy llena, Alpha, sería un placer- Elodie le regaló una de sus radiantes sonrisas con mejillas rojas incluidas y Cohen le correspondió  mientras aceptaba la dona, luego se giró y cuando encontró mi mirada me envió una traviesa sonrisa torcida antes de dar un enorme mordisco a la comida, acción que rompió mi corazón en mil pedazos mientras veía el caramelo salir de la delicates a chorros.

Ojalá te mueras ahogado en la delicia. No, no mereces morir tan feliz, ojalá te de indigestión y mueras en el baño cuando te des cuenta que el papel se había acabado.

Cohen lamió un resto de caramelo que le había quedado en la mejilla antes de sostenerse el estómago. Ya no había rastro de la dona.

-Divina- susurró.

Un pan redondo voló una vez más a través de la larga mesa solo para aterrizar en el duro pecho de Cohen, quien ni se inmutó por el ataque.

-Su padre regresa la próxima semana, al parecer el pacto con la manada ReedLand fue un éxito y nos apoyarán con artillería- comentó la Luna antes de probar un bocado de su muffin aplastado- Estas panquecas están muy buenas, Elie.

Elodie murmuro un agradecimiento y yo me dediqué a engullir el desayuno, realmente esas panquecas estaban estupendas.

-Debí ir con él- todos miraron a Cohen exceptuándome ya que estaba demasiado ocupada con la carne seca.

-Tenías algo más importante que hacer- Donovan intervino y sentí su mirada en mí.

Cohen bufó con una sonrisa falsa plasmada en el rostro.

-Soy el que debería estar haciendo tratos con las manadas, después de todo es mi culpa lo que han hecho los  protestantes- él soltó sus cubiertos que cayeron en su plato causando un irritante sonido.

El Alpha EnfermoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora