Tengo mis trucos

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El campeonato por la Copa de Quidditch estaba en curso. Cada equipo entrenaba sin parar. Tanto así, que Lizzy maldecía en silencio a los augureys por hacer el día de hoy el más lluvioso de todo el año.

Pero bueno, Quidditch se debe jugar, llueva, truene o granice.

Así que ahí estaba ella, intentando ver qué sucedía mas adelante de los aros, entre las gotas de agua. Ya se sentía cansada y la cabeza le dolía de tanto forzar su vista.

El entrenamiento terminó. Ni si quiera se cambió en los vestuarios, pues todavía le quedaba llegar al castillo corriendo bajo la lluvia. Estaba un tanto malhumorada, esto no solía pasar, pero si le dolía todo, estaba empapada y congelada, y de seguro le dará algún resfriado.

Pero incluso los peores días duran solo 24 horas. O incluso menos si te topas con el mayor de los Potter.

Había llegado al castillo. Ni bien entró, se secó a si misma con un hechizo, aunque todavía estaba helada, y se dirigió a la enfermería para que Ms. Pomfrey le diera algo para su cabeza.

Estaba a solo unos pasos de la entrada a la Salla Común de Hufflepuff, cuando se encontró con James Sirius en medio de su camino.

La verdad es que nada de esto estaba planeado para él. Sirius estaba disfrutando de los mejores postres de Hogwarts en las cocinas, escondidas tras la pintura de frutas, que casualmente estaba a un pasillo de la sala de Hufflepuff.

-Hola. -dijo él, intentando actuar natural, ya que las cocinas son otro de los tantos secretos que sus tíos le confiaron.

-Hey, ¿que hacías?- pregunto Lizzy un tanto intrigada.

-Pfff, solo estaba... - miró a su alrededor.- escondiéndome de Filch, los barriles me parecieron buena idea, pero creo que el tonto se fue por otro lado. ¿Estás bien?- le preguntó al notar los ojos cansados y su nariz y mejillas rojas.- No me digas que Gryson los hizo entrenar con este día.

Lizzy sonrió cansada y asintió. Gryson era el nuevo capitán del equipo, y sí, era bastante competitivo e intenso.

-Me urge tirarme en la cama.- dijo en tono de súplica.- Como sea, espero que valga la pena.

-Jah. Podrán entrenar todo lo que quieran, pero si no están lúcidos no tendrán oportunidad. Sobretodo, tú.- no intentaba sonar malo, pero era cierto. Al fin y al cabo, el jugaba para Gryffindor.

-No caemos tan fácil. No te preocupes, que se la vamos a poner difícil.- pasó a  su lado, le dio unas palmadas en el hombro.

-Con un resfriado tampoco podrás cantar este fin de semana en Hogsmade.- a James le daría mucha vergüenza admitir que cada fin de semana que iban al pequeño pueblo, esperaba con muchas ansias las presentaciones de Lizzy y su banda.

-Tengo mis trucos, y lo sabes.- Por supuesto que sabía. Seguro Lizzy podría armar una poción o tuviera alguna roca mágica o ingredientes especiales.

Estaba muy curioso. Sabía que todo en ella era posible. Pero vio su cara de  "necesito dormir un mes" otra vez y se sintió culpable por haberla demorado.

-Si, lo sé. Mejor ya vete a dormir, y que los narggles te ayuden.

Lizzy rió como pudo y abrió la puerta a su sala.

-Todos saben que los narggles no ayudan.- fue lo último que dijo antes de cerrar.

Sirius se quedó allí, sin hacer nada, solo mirando. Luego espabiló y se fue rumbo a Gryffindor.

Todo Lo Que Quería (James Sirius Potter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora