Meeting you

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Junhoe nunca se habría imaginado que la casa de alguien como Kim Seoman fuera de ese estilo, el hombre era increíblemente temible e imponía solo con una mirada, si le contara a alguno de sus compañeros en el ejercito que la casa del más temible de sus comandantes era así probablemente reirían en su cara, los sofás anaranjados, paredes en un amarillo claro. Alfombras marrones con estampados rojos y mostaza, e infinidad de figuritas y fotos familiares adornaban las paredes y estanterías, al joven hombre le recordaba en cierto modo al hogar de su difunta abuela, impresión que se intensificó cuando vio pequeños tapetes blancos que adornaban una de las mesitas donde reposaba una lámpara dorada.

Se tomó el lujo de observar detenidamente las fotos mientras esperaba a que el señor Kim hiciera acto de presencia, en la mayoría de imágenes se podía apreciar a un tierno bebe, con un pequeño lunar en forma de corazón debajo del ojo, eran fotos viejas eso estaba claro, se preguntó porque solo había fotos de bebe y de niño de aquella persona, Junhoe estaba seguro de que el protagonista de aquellas fotos ya sería mayor, pero no había más que imágenes de bebe y niño, algo extraño teniendo en cuenta que su madre había empapelado la casa con fotos de su graduación de la secundaria, cumpleaños, partidos de futbol, cuando se graduó en la academia militar, las medallas recibidas, pero en aquella casa solo había fotos de un bebe, le pasó por la cabeza que quizás el niño había muerto, pero no sería de buen gusto preguntar al señor Kim.

-Koo, siento haberte echo esperar, siéntese, no quiero que aguantes de pie. ¿Un café? ¿té?

-No es necesario señor, ¿Por qué me ha hecho venir? - Junhoe estaba intrigado, que un alto mando solicitara tu presencia en su casa era algo poco común, por no decir que podría no ser legal.

El hombre carraspeó y dio un sorbo a su café para luego suspirar, parcia tener un nudo en la garganta que le impedía hablar, el menor lo observó detenidamente, su superior nunca lucía nervioso, en todos sus años de carrera militar nunca le había visto dudar de sus palabras o si quiera pensárselas, algo grabe debería pasar.

-veras, esto no es algo usual, pero ¿Cuántos años has estado bajo mi mando? -Junhoe pensó, llevaba 8 años bajo el mando de Seoman y esa era la primera vez desde que lo conocía que le tuteaba.

-8 señor

-Has demostrado ser un buen hombre y de confianza....necesito que cuides de mi único hijo.

-¿su hijo?-nunca se habría esperado eso, ¿Qué haría el cuidado de un niño? El era militar no una niñera.-No quiero faltarle al respeto señor pero....¿como quiere que cuide de un niño?

-No es un niño, tiene 17 años, eres un hombre hecho y derecho, de los pocos que quedan así, si en alguien confío para traerlo por el buen camino de nuevo eres tu.

-¿Buen camino?

-Si, pero creo que ya te darás cuenta de a lo que me refiero, es vergonzoso tener que explicarlo, ha demostrado comportamientos ciertamente preocupantes los últimos años-Junhoe no era tonto, en realidad era bastante inteligente y avispado la mayor parte del tiempo, pero seguía sin entender a que se refería.

Iba a hacer más preguntas pero la puerta se abrió de golpe dejando ver a un muchacho bajito con rizos rubios o anaranjados y una mochila negra entrar, casi ni miró en su dirección, se encamino directamente a las escaleras y supuso que aquel era el chico, aunque por lo poco que había podido observarlo diría que tenia 12 y no 17.

-Jinhwan baja aquí, tienes que conocer a alguien.

-Tengo cosas que hacer-gritó desde arriba.

-Me da igual, ven- Seoman se disculpó con la mirada por los gritos y los murmullos de su hijo maldiciendo mientras bajaba por las escaleras.

Por fin el muchacho de rizos dorados miró al intruso en su casa, lo observó con una expresión que Junhoe entendía y conocía perfectamente, insolencia, si iba a tener que cuidar de aquel crio debía mostrarse firme, le devolvió la mirada de forma fija y fría, sonrió victorioso al notar como se sentaba al lado de su padre ligeramente intimidado.

"Punto para Junhoe" pensó orgulloso.

-Jinhwan este es Koo Junhoe, uno de mis mejores hombres, mientras yo estoy de viaje el cuidara de ti, empezando desde hoy.

-¿Vas a hacer que uno de tus perros me tenga controlado? No pensé que caerías tan bajo, padre-casí soltó con asco la última palabra.

-Debido a tus ultimas acciones no me has dejado otra opción.

-Haz lo que te de la gana, buena suerte cuidando de mi Koo, me largo.

El chico caminó hacia la puerta con paso firma, pero Seoman le hizo una señal a Junhoe y esta la entendió perfectamente, se interpuso en su camino y lo cogió inmovilizándolo de vuelta al salón, ignorando los pataleos y arañazos del más bajito.

-Lo vas a tener difícil conmigo aquí chaval-le susurró al oído y el pequeño se quedó quieto.

Nunca había tenido que cuidar de alguien que no quisiera ser cuidado pero había una primera vez para todo, si conseguía controlarlo desde un principio quizás podría tomarse el tiempo en aquella casa como unas mini vacaciones, aunque no estaba seguro si era de todo legal que Seoman le hiciera un encargo personal mientras estaba de servicio, aquellos dos meses iban a ser largos.


Bueno hola, solo decir que esta historia pues no se si sera larga o no, ya tengo la mitad escrita asi que la actualizare una vez por semana, quizás sea un poco cliché o quizás no, juzgad vosotros mismos, espero que os guste, gracias por leer.

Metáforas  (Junhwan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora