Capítulo 11

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Narra Edgar

Mis piernas seguían inmóviles y querían empezar a temblar. Estoy nervioso, sí que lo que estoy, más que la conchetumadre.

¿Qué se suponía que debía hacer? ¿Notificarles a mis superiores que un Angelus se encontraba en nuestro territorio? ¿Debía atacarlo? ¿Echarlo a la fuerza? ¿O simplemente debía acercarme pacíficamente y echarlo de todas maneras? Mi mente se llenaba de muchas posibilidades de lo que debía hacer. Me encontraba totalmente desorientado.

No soy alguien violento. Lo que menos quiero es que empiece una guerra nuevamente por culpa de que un Angelus curioso bajó a ver el Limbo. Y mucho menos quiero que sea por mi culpa, por mi falta de valentía.

Era la primera vez que veía un Angelus.

Sólo había oído el cómo eran los Angeli por parte de los Daemones más viejos, que nos lo contaban para asustarnos. Viejos de mierda. Y uno obviamente se asusta porque, si te dicen que es un ser que tiene ojos de colores claros como azul o verde, que tiene el pelo claro y que les brota alas de dónde a nosotros nos nacen alargadas y puntiagudas orejas, uno se imagina un monstruo. Pero nunca creí que fueran de este modo. Tan...

"Es lindo"

¿Qué?

Aparté ese pensamiento velozmente de mi cabeza. Prácticamente lo lancé lejos, como si ese pensamiento fuera una pelota y lo pateara una gran distancia, fuera de mi cerebro.

Él aún no reparaba en mi presencia. Se encontraba inspeccionando el lugar, tocando su bolso cada dos segundos.

Sólo una interrogativa se hacía presente en mi cabeza una y otra vez: ¿Por qué está aquí?

Después de los sucesos ocurridos durante la Bellum, el paso de los Daemones y Angeli entre los mundos de la raza contraria quedaban estrictamente prohibidos. La Bellum había tenido lugar varios siglos en el pasado, con múltiples batallas y altas tasas de decesos de ambas razas. La Bellum culminó con la Proelium (Gran Batalla), el devastador y catastrófico enfrentamiento entre el Caput de los Daemones y el Caput de los Angeli.

Ambos murieron.

Fue cuando Jaime, el Treater Animae de aquella época tomó el mando y ahora es nuestro actual Caput.

Es lo que su padre hubiera deseado. Que su hijo heredara su puesto.

Después de la Proelium, se llegó a un pseudo acuerdo de paz. Ninguna raza atacó a la otra desde la aquella desastrosa batalla, por respeto a sus Caput supongo.

"Vamos, ¡muévete! Aunque sea un centímetro" Trataba de hacer que mi cuerpo reaccionara de una vez por todas, pero era casi imposible.

Después de algunos segundos di dos pasos y me detuve nuevamente.

Volví a analizarlo. Su mano estaba de nuevo en su bolso. ¿Será un tic nervioso?

Acababa de decidirlo. Tenía que actuar pacíficamente. El angelus no se veía como un ser agresivo, sobre todo con ese cuerpo flacucho y con su estatura que fácilmente me llegaba a los hombros. Pareciera como si le temiera a este lugar desolado, al Limbo.

Espero que él no me tenga miedo.

Saqué mi mano de la capa y encendí una llama que llamó de inmediato la atención del Angelus, que en un principio me miró atemorizado, pero al segundo siguiente su mirada se relajó un poco y me quedó mirando. Su lenguaje corporal demostraba hostilidad.

Agarraba con fuerza su bolso.

"Actúa normal"

-Bienvenido a...- me fue imposible hacerlo, mi curiosidad era mucho más grande que las ganas de seguir el protocolo. Busqué su cara. Y nuestras miradas chocaron: la mía, curiosa y algo aterrada, y la de él, desconfiada y se podía detectar algo diferente, inquietud tal vez. Se notaba que no estaba a gusto aquí abajo. -... ¿Qué haces aquí? Ustedes no deberían bajar.

¿Por Qué Estás Aquí? // [Jainico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora