Capítulo 29

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Narra Nicolás

Llegué a una habitación. Esta era grande, con una tenue iluminación y los muebles y algunos libros con extrañas inscripciones adornaban todo el suelo. Pósters de bandas metaleras o de rock 'n roll y figuritas de diferentes tamaños decoraban el lugar. Pude ver una infinidad de juegos repartidos por el suelo, además de unas cuantas consolas y un gran pc, que por sus componentes parecía una máquina potente. Y en el medio de esta gran habitación había una cama que tenía un estilo victoriano, con más desorden encima. Un momento, eso que se mueve... ¿qué es esa cosa peluda?

En fin, lucía como la típica pieza de un adolecente malcriado con papás millonarios.

¿Qué hacía acá?

— ¿Qué hago acá? ¿Dónde es "acá"? — Si me dieran una moneda cada vez que he preguntado algo en este pequeño lapso de tiempo que llevo aquí, probablemente podría comprarme todo lo que hay en este lugar, pero multiplicado por mil.

—Este es un lugar... especial. Verás, esta es mi pieza.

¿Su pieza? ¿¡Qué hago en su pieza!?

— ¿Y por qué estoy aquí? ¿Acaso de un momento a otro somos super amiguis y me invitas contra mi voluntad a jugar unos lolens o unos fifa? Enfermo re culiao.

Y fue en ese mismo instante que algo pasó entre mis piernas, haciendo que saltara del susto, pues el Jaime seguía en mi rango de vista.

— ¡Cochino! Ven pa' aca gato de mierda.

¿Cochino? Vaya nombre para un gato. Lucía como un gato normal (gordo y muy peludo) alrededor de mis piernas.

—¿Y desde cuando los demonios tienen gatos como mascotas? ¿No debería ser un perro gigante de tres cabezas? Algo acorde a ti digo.

Pero en cuanto el Caput lo tomó, este se envolvió en una bola de fuego y al instante en que el fuego se consumió, dejó a la vista su "transformación". Su pelaje se tornó negro como el carbón y sus ojos que anteriormente eran de un color azulado, eran rojos y brillantes.

Era tierno pero aterrador.

—Nunca juzgues algo sin conocerlo por completo. —Dijo con cierto dejo de petulancia, pero eso debe ser lo más coherente que ha dicho conmigo en su presencia.

El Caput le hizo algo de cariño detrás de la orejas para después dejarlo de nuevo en el suelo y el gato tomó el mismo aspecto que cuando lo conocí.

Nunca dejaba de sorprenderme aquí abajo.

Dejando de mirar como weón al denominado "Cochino", dije con cierta autoridad en mi voz:

—Ya weon, no me cambí' el tema, ¿por qué me trajiste a tu pieza?

Él me miró e ignorándome pasó a mi lado, para luego acercarse a su cama y darme la espalda.

—Hay algo que me molesta desde que llegaste, algo que me perturba, despierta todos mis sentidos y, para ser sincero, odio cuando las cosas están fuera de mi alcance y no puedo controlarlas. Y precisamente, esta es una de esas instancias. Ya te lo he mencionado antes...— Acto seguido, chasqueó sus dedos y las cosas encima de su cama volaron por los aires, y las sábanas, frazadas y almohadas empezaron a ordenarse solas, dando como resultado una cama recién tendida, más ordenada de lo que podría haber visto en cualquier comercial de televisión que promocionara algo relacionado con camas. —Quiero probar algo.

¿Eh?

Segundo chasquido, volé a la cama.

—¿¡Que haces!?— Dije lo más rápido que pude.

¿Por Qué Estás Aquí? // [Jainico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora