Capítulo 10

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Naiko.

Naiko.

Naiko.

El nombre no paraba de reiterarse en mi cabeza y sólo lograba ponerme aún más nervioso de lo que ya me encontraba en aquel escalofriante lugar.

Los Daemones seguían susurrando entre ellos y la histeria empezaba a llenarme. ¿Era algo malo que él viniese? ¿Qué lo llamara? ¿Debía temer? ¿Me hará algo?

Las preguntas no paraban de asaltar mi cabeza y me carcomían lentamente.

Momentáneamente, el Edgar apareció en mi cabeza. Una pena y algo que no supe identificar con mucha claridad se adueñaron de mi cuerpo. ¿Era añoranza tal vez? ¿Extrañaba al Edgar? Obviamente, difícil sería incluso que no lo recordara de vez en cuando ya que ha sido el único ser que me ha tratado bien en este mugriento lugar, preocupándose de mí.

Y otro ser apareció en mi cabeza, Óscar. Él igual me trato bien en el poco tiempo que hablamos. Pobre anima solitaria, llena de amargura y marcada por las cicatrices del pasado, de su vida terrenal.

"Todos usan máscaras"

Eso me deprimió.

¿Qué tuvo que haber pasado para que me digiera eso? Aparte, la forma de cómo lo dijo, con un tono de voz inexpresivo, como si ya no le importara. Como si ya estuviera tan acostumbrado al dolor que eso le provocaba que ya no se inmuta, ya no siente nada. En cierto modo, me alegra saber que volverá a olvidar todo nuevamente.

El otro tema que me preocupa es mi Lux. La toqué, el Edgar se asustó demasiado en cuanto lo supo pero no entró en detalles y después lo olvidó. Sólo me dejó una advertencia muy clara: "Necesito que me prometas que no le dirás a nadie sobre tu nombre o algún conocimiento de tu vida a menos que alguien te lo diga, ni mucho menos que tocaste tu Lux" y para rematar y volver más misteriosa la situación: "Es de suma importancia que me hagas caso, es por tu bien"

"Promitto" Sigo sin saber que significa aquella palabra. Para el Edgar significó algo, pero para mí es sólo un sonido que salió de mi boca sin razón aparente.

Habían tantas cosas que no comprendía y eso sólo hacía que me sintiera como un idiota, y perdido. Totalmente perdido.

-¡Naiko! ¡No me hagas llamarte de nuevo!- Se estaba volviendo a irritar.

Se escuchó un portazo a lo lejos y pasos. Pasos que se acercaban rápidamente.

Se acercaba.

Lo presentía.

Naiko.

Y, de un momento a otro, alguien entró velozmente a la habitación dejándome abrumado y fue a parar al frente mío, dándome la espalda mientras miraba al Caput.

Su cola tenía una rara terminación.

-Aquí estoy Jefe. Hoy luce muy bien en su trono. No me haga daño por favor.- dijo esto último con un dejo de pavor.

-Ugh, lo dices como si lo hiciera siempre. Eres un llorón.- ¿Qué? El Caput hablaba con si fuese un niño mimado y llegaba a desagradarme.

-Es que lo hace siempre, Jefe.-

-¿Qué te dije de responderme?- sonó serio.

-L-Lo siento, Jefecito.-

¿Este era el Daemon que iba a escoltarme? ¿Este weón? ¿En serio? Llegaba a darme vergüenza ajena.

¿Edgar dónde estás?

Narra Edgar

Otra vez en el Limbo.

¿Por Qué Estás Aquí? // [Jainico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora