Capitulo 1

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"El chico de las miradas..."


Hay gente que con solo mirarte te hace sentir como cuando abrazas a alguien que quieres después de mucho tiempo, como cuando escuchas tu canción favorita en una tarde de lluvia... cuando escuchas un "te quiero" de una persona que lo significa todo. Ni siquiera eres consciente de lo afortunada que eras hace un tiempo... ni siquiera eras consciente en ese preciso instante que ahora añorarías tanto esos momentos.

Y por eso no apreciamos todo lo que tenemos, hasta que las cosas cambian, el tiempo pasa y todo es diferente. Y lo que queremos se va... y ahí lloramos, por no aprovechar las oportunidades, nos sentimos tan vacíos que nos maldecimos cada noche a las doce de la madrugada por dejar pasar ese tren, por no aprovechar lo que vivimos en ese instante.

Y es que la vida es una mierda. Planeas miles de cosas, te ilusionas con ellas... y cuando menos te lo esperas, te las quitan de las manos y te dejan preguntándote qué has hecho tan mal para merecer esto.

Y ya no sabes si creer en que todo pasa por algo, es destino, algo mejor va a venir... o no hay mal que por bien no venga. Porque en ese momento no tiene ninguna frase hecha sentido para ti. Sólo el dolor que sientes tiene sentido y las lágrimas que caen por tus mejillas es la única realidad que tienes en ese momento.

Porque engancharte duele, y querer también. Pero pisarte los talones con alguien que lo significa todo y al final que se te escape de las manos... es lo peor que puedes sentir.


Empezar nuevas etapas era algo arriesgado, salías de tu zona de confort y te enfrentabas a nuevos retos e incluso a cosas que nunca habías afrontado. El miedo, el dolor, la soledad, la desilusión...

Y es que empezar la Universidad era una nueva etapa en mi vida. Me sentía tan abrumada al dejar tantos amigos atrás, empezar de cero de nuevo en una ciudad en la que no conocía a nadie. Sólo el pensar en las clases del día siguiente me hacía sentir ganas de vomitar.

—¡Cloe! ¿Vienes a desayunar?— Escuché dos golpes en la puerta y la voz de mi amiga resonó en el pasillo. Fruncí mi ceño mientras suspiraba y terminaba de poner máscara en mis pestañas.

—¡Voy!— Lancé un grito a las ocho de la mañana. Seguramente mis vecinas estarían maldiciendo el día en el que nací. Eché algo de perfume en mi cuello y en mis muñecas y me marché de allí.

—¿Preparada para tu primer día de clase?— Preguntó Michelle mientras me miraba a los ojos atentamente, nos dirigíamos hacia el ascensor para bajar a la planta baja y desayunar en el comedor.

Le miré negando con mi cabeza haciendo una mueca asustada que le hizo soltar una carcajada. —Le tiemblo a la universidad... ayer conocí a un grupo de chicas que eran muy simpáticas, pero no estoy preparada para las clases— Comenté algo asustada por el tono de mi voz.

—Si te sirve de consuelo, yo estoy igual que tú... y Pablo también.— Dijo mientras subíamos al ascensor.

—Pobre, no sé nada de él desde anoche. Ni siquiera contesta a los mensajes... seguro que se ha dormido.— Dije riendo mientras caminábamos hacia el comedor. Estaba completamente vacío a esas horas. Tan sólo había cinco personas y Pablo en la primera mesa desayunando con un chico.

—Buenos días.— Suspiré. —Vaya, ya pensaba que te habías dormido— hice una mueca mientras pasaba mi mano por su hombro sentándome justo a su lado.

Negó con su cabeza mientras tragaba un sorbo de su zumo de naranja. —No he dormido nada, no he sido capaz... no podía— Suspiró.

—Creo que ya somos dos— Comenté.

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