Capitulo 7

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"¡Vete a la mierda!"


Sujeté mi estómago mientras sentía cómo la comida volvía a mi boca y vomitaba todo lo que había comido. Llevaba desde las cinco de la madrugada así. Estaba falta y había venido del médico hacía una hora, pero ni siquiera el suero que me habían dado para no deshidratarme me había hecho efecto. Al contrario, todavía vomitaba más.

Suspiré profundamente intentando tranquilizarme y limpié mi boca con un pañuelo de papel mientras me levantaba y me refrescaba la cara, para después encaminarme hacia la cama y echarme sobre ella.

Al final no había sido un maldito bajón de azúcar, ni una bajada de tensión. Al final me había puesto enferma. Estaba en mi casa, me había ido rápidamente de la residencia, porque en esas condiciones no estaba dispuesta a ir a clase. Odiaba faltar a clase y depender de los apuntes de los demás, pero estaba fatal y no tenía ni ganas de levantarme.

—Cloe— Llamó mi madre mientras me veía salir del cuarto de baño suspirando profundamente, mi cara era para verla. —Hija, ¿estás todavía mal?— Preguntó preocupada mientras yo asentía con mi cabeza.

—Si, mamá.— Tragué saliva con dificultad.

—Si no se te pasa, vamos a ir de nuevo al médico. A ver si tienes algo malo en el estómago y no puedes comer nada.—

Hice una mueca. Eso, tú preocúpame más mamá. Que no soy lo suficiente hipocondriaca aún.

Asentí con mi cabeza y me di la vuelta en la cama.

—Por cierto, a tu hermano lo va a traer un amigo de tu primo, Javier tenía que quedarse en la ciudad haciendo cosas.— Avisó mientras yo asentía con mi cabeza. —Voy a salir para hacer unos papeles, no vendré hasta la hora de la comida. Si tienes hambre, tienes sopa en la mesa y fruta en la encimera. Nada de guarrerias, Cloe, que nos conocemos.— Me advirtió señalándome con su dedo en señal de advertencia.

—Vale, mamá.— Suspiré algo agobiada por el exceso de información mientras me acurrucaba en las sábanas de mi cama. Estaba lloviendo, pero con la calefacción de casa, hacía mucho calor. A ese paso iba a tener fiebre y todo.

Mordí mi labio mientras miraba a un punto fijo del suelo. Cuando estaba enferma o no me encontraba bien hacía eso. Sentí la puerta de casa cerrarse de un portazo, y supuse que sería mi madre marchándose de casa. Mi padre estaba trabajando, mi hermano pequeño en el colegio y mi hermano Rubén se había quedado en casa de mi primo porque la noche anterior había acabado tarde de entrenar.

Mi madre siempre insistía en que no descuidase sus estudios, porque tenía que ser lo primero en su vida, pero el fútbol era algo por lo que había apostado desde muy pequeño y mis padres, aunque habían puesto pegas al principio, le apoyaron al ver que seguía adelante y tenía futuro en ello.

Era jueves todavía, ni siquiera había nada en la televisión. La apagué y solté un gruñido sintiendo un pinchazo en mi estómago. —Joder.— Me quejé mientras miraba al techo de la oscura habitación y me sumergí inmediatamente en mis pensamientos.

Los recuerdos de aquella noche vinieron inmediatamente a mi mente. Echaba de menos no verle. Hice una mueca al recordar todo. Maldito Andrés y sus ocurrencias.

Suspiré mientras me daba la vuelta en la cama y me quedaba totalmente dormida a los minutos.

Me levanté mucho más recuperada y no dudé en darme una ducha para despejarme algo. Me sentía mejor, había comido algo y mi estómago apenas dolía. Ni siquiera había vomitado. Me deslicé en unos pantalones de Nike de chandal que se ajustaban a mi tobillo, en color gris, y me puse una camiseta de tirantes encima.

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