Capitulo 15

1.3K 141 56
                                    

"¿Qué quieres de mi?"


Siempre he visto la confianza cómo un dominó. Cuando alguien te la da, tienes que ir trabajándola poco a poco... poniendo cada una de las piezas con cuidado, esquivando cualquier temblor de mano, ir con seguridad, certeza, poco a poco, hasta que pones la última pieza y te alejas mirando la obra que acabas de crear con orgullo irradiando de tus ojos.

Pero sólo un paso en falso, un movimiento inadecuado... y esa ficha que cae inmediatamente derriba todas las demás. Hay veces que hay suerte y sólo se cae mitad de tu figura, pero otras veces se derriba toda entera. La confianza es igual, un paso en falso... y da igual cuanto empeño y esfuerzo hayas puesto en ese dominó...todo se va a destruir, y nada va a ser igual que esa obra que construiste por primera vez.

Porque no hay nada que sea igual dos veces seguidas.

Caminé por la habitación mientras mi hermano estaba echado en la cama escribiendo en su móvil sin para de sonreír mientras miraba la pantalla cómo un auténtico idiota.

¿Así me ponía yo cuando hablaba con José?

Fruncí mi ceño al imaginármelo.

—Rubén, en diez minutos salimos.— Comenté mientras él no respondía. —Rubén.— Le advertí de nuevo. Hacía una hora que acababa de llegar de casa a la residencia, y ya estaba pasando de mi cara cómo si no le importase absolutamente nada lo que le tuviera que decir. —Cómo no me hagas caso te vas a quedar aquí, y no te convocarán para el partido de éste fin de semana.— Le advertí captando rápidamente su atención.

Sonreí para mis adentros.

Así me gusta.

—¿Quién va a venir a buscarnos?— Preguntó apartando sus ojos de la pantalla de su móvil por primera vez desde que había empezado a hablarle.

—Nadie, vamos a ir nosotros en bus.—

—¿No has venido con tu coche?— Negué con mi cabeza rápidamente.

—Papá nos venía a buscar, así que no me he molestado en coger mi coche.— Me encogí de hombros descuidadamente, cómo si fuera algo que no me preocupase. En realidad no me preocupaba, pero Rubén estaba acostumbrado a que le llevasen a todos sitios y a no tener que mover su culo.

Se levantó desganado de la cama para coger su abrigo y bolsa de entrenamiento mientras yo me terminaba de retocar delante del espejo y cogía mis cosas antes de salir de la habitación.

—¿No tienes a ningún amigo que nos pueda llevar? El bus nos deja en la calle de al lado y me muero de frío.— Suspiró quejándose mientras cerraba la puerta y le miraba alzando mis cejas.

—¿Cómo crees que voy todas las mañanas a la universidad? ¿En limusina?— Arqueé una de mis cejas con sarcasmo mientras el bufaba en voz baja y se volvía para seguir caminando por el pasillo.

—Oye, ¿Y Andrés no está por aquí? Él nos podía llevar.— Comentó a los segundos mientras mi ceño se fruncía de forma pronunciada.

—No lo sé.— Contesté intentando que dejara pasar el tema, aunque estaba segura de que iba a seguir hablando de él o haciendo preguntas incomodas hasta que yo le echase la bronca.

—¿No lo sabes?— Prosiguió haciendo que le diera una colleja mentalmente.

—No.— Respondí de nuevo algo cortante. No me gustaba hablar de él.

—¿Pero no te hablas con él?— Me miró con curiosidad cuando me ponía a su altura para bajar por las escaleras.

—Rubén, deja ya el tema por favor.— Suspiré profundamente mientras me aferraba al barandado y caminaba por el siguiente rellano.

MírameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora