Capitulo 26

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"Sabes que te quiero."


Tan sólo soy una persona que está deseando que la quieran para dar todo que tiene dentro. Porque demasiado ha dado a las personas equivocadas... y demasiado lo ha pasado mal cómo para estar así tanto tiempo atascada. Y demasiadas noches en vela llorando ha pasado preguntándose por qué no la quieren... cómo para pasar todavía más noches en vela llorando, cuando me merezco pasarlas riendo con gente que merece la pena.

Y tú no eres una de ellas.

Todavía me pregunto, cómo una persona puede quererte tanto, y darte todo y tú ser tan idiota cómo para darte la vuelta y caminar en otra dirección, dejándole con el corazón hecho añicos en sus manos.

Me gustaría que algún día sintieras lo que estoy sintiendo, y no quiero ser vengativa ni me gusta ser mala, pero sólo quiero que te des cuenta de mi situación, de mi dolor, de lo que siento, y lo que tú me obligas a dejar de sentir.


Siempre había sido una persona que se había callado todo, y así me pasaba, que el dolor me acababa engullendo completamente. Hasta que descubrir que escribir me sanaba por dentro. Estaba a punto de quemar las hojas de lo rápido que escribía durante esos días... la rabia y el dolor se podían palpar al pasar las yemas de los dedos por encima de las letras.

Había pasado el fin de semana entero en mi casa, concretamente durmiendo y encerrada en mi cuarto mientras escuchaba música o veía la televisión.

Mis padres se habían marchado todo el puente a una casa rural con unos amigos y se habían llevado a mis hermanos. Y yo por tanto, me había quedado en casa. No me apetecía aguantar a los pesados de turno preguntándome si ya tenía novio, qué estudiaba o si ya había pensado qué iba a hacer con mi vida.

Las llamadas de José no cesaron en todo el fin de semana, cada vez que leía su nombre en mi pantalla era como si una punzada se incrustara en mi corazón... una vez más.

Sus mensajes eran constantes, tanto que tuve incluso que bloquearle porque la situación se estaba haciendo cada vez más difícil e insostenible para mi. Ver lo que me escribía o su número sobre la pantalla de mi iPhone, era recordar cada segundo y cada secuencia de aquella maldita y jodida noche... en la que todo se jodió.

—Yo tendría que estar en la costa, en una playa... tomando el sol, aunque en Marzo y con el día que hace mucho sol no iba a tomar.— Sonreí amargamente mientras el labrador blanco se subía al sofá conmigo. Me empezó a lamer la casa y reí sin poder evitarlo. —¿A ti también te hubiera gustado ir a la costa?— Ladeé mi cabeza.

Ladró mientras yo sonreía de nuevo y tragué el nudo que se estaba empezando a formar en mi garganta, haciendo que quemase cada vez que tragaba. Fue entonces cuando el teléfono sonó en la mesa y la perra se quedó mirándolo con atención. Me incorporé levemente en el sofá y vi de nuevo el nombre de José sobre mi pantalla... me sabía su número de teléfono de memoria a ese paso.

Esperé a que la llamada acabara y me levanté para dirigirme hacia la cocina y verter en un bol grande algo de leche para calentarla en el microondas, eché cereales y me los comí de pie mientras miraba la televisión con curiosidad.

Zoe empezó a ladrar con fuerza mientras yo fruncía el ceño y miraba desde la cocina cómo se levantaba y ponía las patas en la ventana del salón. —¡Zoe!— le repliqué. Ella me miró y siguió ladrando.

Un escalofrío recorrió mi espina dorsal. Joder, eran doce y media de la mañana y estaba completamente sola allí... los domingos la mayor parte de los vecinos se iban a comer fuera o a disfrutar el día.

MírameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora