Capitulo 11

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"Me arrepiento de no haberte conocido antes."

¿Sabes ese momento en el que te dicen algo que te hace añicos por dentro, pero tienes que disimular y fingir una sonrisa haciendo ver que no te está rompiendo? Esa sensación en la que sientes una punzada en el pecho que te cuesta hasta respirar, el nudo en la garganta empieza a aparecer y las lágrimas se empiezan a apoderar de tus ojos amenazando con salir cuando menos te lo esperes.

Tienes que parar un segundo, suspirar y sacar todo el aire que tienes dentro, intentando relajarte. Te dices a ti misma, interiormente, que no pasa nada, que no es para tanto... pero el corazón te dice que sí lo es, que si es para tanto.

Así estaba en ese momento.

Ahí entendí el significado de "mantener la compostura"

Abrí mi boca pero las palabras no salieron de ella. Pasé mi mano por mi pelo mientras lo apartaba de mi rostro y miraba por la ventana grande del coche, las gotas de lluvia no paraban de incrustarse contra el cristal haciendo un ruido relajante. Pero en ese momento estaba de todo menos relajada.

—Yo... no... ¿cómo que te vas de aquí? Tú estás jugando al fútbol.— Dije mientras le miraba a sus ojos con mis labios entreabiertos buscando aire.

Hizo una mueca mientras negaba con su cabeza. —Quedan unos días para que se cierre el mercado de invierno. Me quiere un equipo de Madrid, contactaron conmigo hace unos días.— Dijo mientras fruncía sus labios en una línea y dejaba el móvil sobre un lado. Madrid, eso quedaba muy lejos.

Negué con mi cabeza. Eso no podía estar pasándome a mi. Por una jodida vez que dejaba la coraza de mi corazón caer, me pasaba eso. Tenía que ser un jodido sueño. Pero que fuera un sueño a partir del beso.

—Entonces, ¿te vas?— Pregunté con un nudo en la garganta intentando que las lágrimas no salieran en ese momento de mis ojos.

—Seguramente.— Asintió con su cabeza. Sus ojos me dijeron todo en ese momento. Tragué saliva con dificultad intentando no derrumbarme allí y suspiré profundamente mientras sus ojos coincidían con los míos. —Lo siento.—

Negué. —No es tu culpa.— Intenté quitare importancia, para que no se sintiera culpable. Su mirada me dijo lo que estaba sintiendo en ese momento. Me miraba con pena y nostalgia. —¿No hay nada que pueda hacer que te quedes aquí?—

Suspiró mirándome mientras guardaba silencio un segundo. —No lo sé, todo esto lo lleva mi representante... yo no sé nada más. En un par de días se cierra el mercado, todavía no se ha cerrado nada, pero seguramente me han dicho que me marcharé de aquí.—

Asentí con mi cabeza apartando mi mirada de la suya y suspiré mientras pasaba mi mano por mi pelo. Giré mi cabeza sonriéndole amargamente. —Espero que puedas seguir tu sueño, de verdad.— Confesé con sinceridad.

Él asintió tragando saliva con dificultad. —Cloe.— Pasó su mano por mi pierna acariciando mi rodilla suavemente con sus dedos y suspiré apartando parte de mi cabello hacia un lado.

—Siento todo esto.— Confesó con voz ronca y un tono lleno de amargura.

Negué con mi cabeza, esbozando otra sonrisa amarga. —No pasa nada, en serio.— Puse mi mano sobre la suya en mi rodilla y la acaricié suavemente. —Me tengo que ir. Gracias por todo.— Dije antes de acercarme a su mejilla y darle un beso, le miré por última vez y salí del coche cerrando la puerta detrás de mi. Ví cómo José se quedaba en su asiento sin moverse y empecé a caminar hacia la entrada de la residencia sintiendo cómo las gotas de lluvia se mezclaban con las lágrimas que empezaban a caer rápidamente por mis mejillas.

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